En nuestro país muchos de los que trazan caricaturas para medios informativos lidian con restricciones que dependen de los acotados espacios de publicación y las pocas apuestas que se hacen para invertir en la difusión de imágenes creativas.
Hay que sortear estas barreras y brincar las fronteras de papel que está en mano de las casas editoriales para poner, ante los ojos de muchos, trabajos visuales que no son bien valorados por quienes podrían colocarlos en algún buen estante de librería.
Fabián Giles, artista visual y comunicador gráfico, dio el brinco y realizó un compendio electrónico de imágenes con el que combina integralmente la sátira política y el gusto por el cine. Cinética consigue ofrecer un divertidísimo recorrido por múltiples carteles de cine en los que coloca con total precisión algún momento de coyuntura y exhibe de golpe lo que tomaría cientos de palabras explicar. No deja partidos o actores políticos protagónicos sin portada. Además, encuentra la película que justamente revela la personalidad de quienes toman las decisiones públicas, haciendo énfasis en la carencia de ética que los caracteriza.
Empecemos por el PRI, uno de los carteles al que denomina "Parque PRIrásico: la revancha" muestra cómo en México esta no es una cinta de ciencia-ficción. El Partido Revolucionario Institucional resurge tras 12 años de una ausencia discreta o de una permanencia sutil. El dinosaurio omnipresente devora la silla presidencial mostrando un poder incontrolable y un apetito de poder insaciable. La era del (nuevo) PRI promete instaurarse y permanecer hasta tiempos inalcanzables. Pero a diferencia de los dinosaurios nada avizora su extinción.
Para las izquierdas, Giles diseñó entre otros, un cartel dedicado a Marcelo, al que titula "El lodo del mal Ebrard", en el que con apariencia festiva y carnavalesca lo que devela en realidad resulta un drama. Un hombre, un partido y una camarilla embriagada del poder que se les escurre de las manos. Nos recuerda que aun en las tragedias el gozo es un excelente mecanismo de evasión.
"A Mexican Hustle" es un cartel dedicado al Partido Acción Nacional en el que proyecta el surgimiento de una nueva casta política: no son "yuppies" ni "juniors", sino "chavos buena onda" que pasaron de una frivolidad en el anonimato, a una frivolidad desde el codiciado ámbito público. Porque no sólo es error, como dijeran sus antecedentes jacobinos del PRI, sino un pecado (según su arraigado catolicismo) vivir fuera del presupuesto. La onda, en estos días ya no es la libre empresa de sus padres, sino la chamba con su cuate que es Presidente.
El cartel de la película "Casa Blanca" no podía ser más adecuado para colocar la fotografía de Peña Nieto abrazando a la primera dama Angélica Rivera, quienes en medio de tiempos de fuego político, caída de popularidad en las encuestas y calles saturadas de protestas, se dan espacio para un drama romántico, lleno de intrigas de palacio, contratos entre amigos y portadas de revistas del corazón. Con mayor glamour que la historia de la Colina del Perro, la protagonista es hija predilecta del empleador televisivo y su socio Hinojosa aparece a menor escala al fondo del cartel, como pieza clave del filme.
En Cinética nuestro sistema político queda ilustrado en carteles cuyo común denominador es el interés público subordinado por los fines de la ambición económica y el acaparamiento de representación política, la escisión devastadora entre política y ética.
Las nominaciones a mejor actor, mejor música, efectos especiales, etc., responden a la desarrollada habilidad que tienen muchos de los políticos mexicanos para interpretar escenas de impunidad con un cinismo escalofriante. Ante la frustración que nos genera la impotencia de transformar el comportamiento de los protagonistas políticos en nuestro país, resulta al menos entretenido contemplar sus papelazos en este trabajo que Giles elaboró con gran maestría para hacernos reír, llorar, enfurecer y ojalá reaccionar.
Analista política y activista ciudadana