Queda claro que a muchas personas interesadas en incurrir y avanzar en la política, las mueve principalmente la ambición de poder y riqueza a costa de lo que sea. Los casos más recientes de José Murat y Ángel Aguirre, representan una burla más para los mexicanos y se suman a los descubrimientos anteriores de corrupción, abuso de poder, riqueza inexplicable y todas esas prácticas que ya son comúnes en nuestro país, donde se vieron involucrados hasta la esposa del mandatario nacional y en el caso de Coahuila, representantes del gobierno anterior.
Es grave que los mexicanos nos enteremos de estas prácticas que atentan contra la pobreza mexicana, a través de medios informativos extranjeros, lo que con suma facilidad nos hace pensar que aquí no solamente se oculta a los políticos delincuentes, sino que también se les protege… nada nuevo. Dos condominios cerca de un centro de ski en Utah, otra propiedad en la playa al sur de Texas, una en Florida y al menos una en Manhattan, pero además muestras y sospechas de bienes raíces logrados con dinero de dudosa procedencia en Nueva York, qué pensará la familia que ayer le cortaron el agua por falta de pago. José Murat, una persona que gobernó de 1998 a 2004, uno de los estados más pobres de México y en el caso de Ángel Aguirre, gobernador con licencia de otra entidad con alto grado de miseria, se descubre que tenía una red familiar que operaba insultantes sumas de dinero cobijados por el poder. El pasado 9 de noviembre salió a la luz pública que el Grupo Higa construyó obras millonarias para el Estado de México cuando el actual presidente de la nación, Peña Nieto era el gobernador, propietario curiosamente de la casa de Las Lomas de Chapultepec valuada en 86 millones de pesos. Poco después, el 11 de diciembre The Wall Street Journal informó de una casa igual de ostentosa, propiedad de Luis Videgaray, comprada al grupo contratista relacionado con el tráfico de influencias con la actual administración federal. Sin duda alguna, los gritos de auxilio de los mexicanos llegaron ya a los oídos de los organismos defensores del mundo, pues constantemente mostramos en la ventana internacional noticias negativas que con rapidez dan la vuelta al planeta como el caso de Ayotzinapa.
Peña Nieto, al igual que todo el sistema político de nuestra nación, atraviesa por una seria crisis de credibilidad. Nadie cree que la economía está mejorando, nadie cree que estamos superando los problemas de inseguridad y nadie cree que se alcanzó ya el Estado de Derecho. El hombre sigue dominado por su soberbia, su afán de poder, sus deseos insaciables y sus emociones perturbadas. Estamos obligados a dejar de ser egocéntricos y materialistas, egoístas, consumistas, cínicos, pasar por encima de los principios de los demás, a terminar con el paradigma de poder y riqueza, lo que se ve muy complicado.
Por Martín Chávez