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Malditas herencias

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Entonces sucedió… cuando murieron los padres surgió la verdad, como dicen en los ranchos, "se desgranó la mazorca" y más grave aún, al momento de tratar el tema de la herencia hubo insultos y hasta intentos de agresión, los hermanos no están conformes con la repartición y se plantean muchas preguntas, hasta el: ¿por qué mi papá me dejó menos?, ¿era también menos el cariño que me tenía?, ¿entonces era cierto que quería más a mi otro hermano?... Cuando la madre y el padre vivían, las reuniones eran más constantes y había también una felicidad real y la raíz de la familia alcanzaba un grado máximo de alegría al ver a sus hijos juntos, conviviendo, una armonía que les daba tranquilidad. Muchas veces la plática en esas reuniones era sobre la importancia de los valores y el daño que ocasiona en el ser los sentimientos negativos como la envidia, la avaricia, la ambición, el desamor y entonces cada uno -padres e hijos--, daba su punto de vista, la mamá siempre al terminar su comentario decía: "lo único que les pido es que por ningún motivo se vayan a distanciar, porque el dinero es cab&%$" y claro, no faltaba el hijo que en ese momento aseguraba: "no papás, a mí no me dejen nada, gracias a Dios yo no necesito y cómo se puede pensar que por el mugroso dinero voy a dejar de hablarles a mis hermanos". Otro más cauteloso, citando a Juan para que lo entiendas Pedro, decía: "yo por eso le digo al señor de la esquina que deje todo en regla y bien explicado, para evitar problemas posteriores entre sus hijos". La hija, al lado de su esposo, mencionaba: "ya mejor ni hablen de eso, total qué se lleva uno cuando se muere, así como llegamos nos vamos". En ese momento la reunión se invadía de tranquilidad por los comentarios y a veces terminaba en abrazos y llantos entre los hermanos asegurándose un cariño absoluto, pero en el papá no había una seguridad total, pues las experiencias vividas en otras familias con iguales muestras de comportamiento mostraban lo contrario… una cosa es decir y otra cosa es hacerlo llegado el momento. Cuando cada uno de sus seis hijos se retiraba a su casa, el diálogo con la pareja en el trayecto era la herencia y las preguntas ¿ya harían el testamento?, ¿a quién le irán a dejar más?, ¿quién se encargará de repartir la herencia?, "porque si eligen a éste, ya sabes cómo es y lo más seguro es que haya problemas", eso sí, preguntas que se hacían con mucho tiento, pues se trataba de algo de lo cual nadie se salva y el momento debe llegar. El papá que era diabético vio agravada su salud, perdió la visión en un ojo y su condición de vida llegó a tal grado que en sus últimos días no podía ni levantarse de la cama y requería del respaldo de sus seres queridos. Entonces empezó a presentarse la enorme diferencia entre el decir y el actuar… la carga de responsabilidad para los hermanos no era igual pues algunos argumentaban múltiples obligaciones que les impedía atender al papá, otros brindaban su respaldo, pero no lo hacían con el amor que pregonaban y claro, uno viendo a futuro el verse favorecido. Pasó el tiempo y los papás dejaron de existir, en ambos casos hubo mucho llanto y muchas coronas de flores. Al papá le llevaron un grupo norteño para que interpretaran la canción más querida "Cuando dos Almas", pero al paso de los días y llegado el momento de subir a tribuna el tema de la herencia la hermandad se terminó. El encargado de repartir les hizo un gane, otro aseguraba que le habían dejado más y uno hasta les dijo que se terminaba la hermandad. Temas muy delicados que ponen a prueba la congruencia de la gente entre lo que se dice y lo que se hace y sobretodo la realidad del amor familiar.

Por: Martín Chávez

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Escrito en: NOPAL Y FRIJOLES

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