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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

(TRIGÉSIMA NOVENA PARTE)

El tan trillado corredor de Guadalupe-Reyes, que casi suena como una cantante popular de música ranchera, y sin embargo no lo es, llegó a su terminación esta semana, en la que finalmente los Reyes se dejaron ver para algunos, tradicionalmente para la mitad centro-sur del país, mientras que para otros, quizás la mitad Norte como quienes nos encontramos en Coahuila, se partieron las roscas solamente, ya que en este territorio, los reyes no suelen visitarnos y más bien acostumbran hacerse rosca. Así es que no hubo oro, ni incienso, ni mirra, ni tampoco desfiles de camellos, elefantes, o caballos, porque además ahora cuando nos visitan, suelen transportarse en Audis, Mercedes o BMWs, acompañados de abultadas comitiva de nahuales, incluidos sus guaruras protectores. Aunque en tantas ocasiones se puede encontrar como aviadores, Melchor, Gaspar y Baltazar tienden a aparecer en las nóminas municipales o estatales para prestar sus servicios, ya sea para levantar el dedo y aprobar en unanimidad cualquiera de las reformas propuestas sin importar su contenido, o para bajarlo cuando haya que firmar la recepción de bonos, aguinaldos y privilegios que reciben o para firmar igualmente las sólitas peticiones de préstamos millonarios que se esfuman, pero que nos mantienen endeudados a los ciudadanos común y corrientes. Pero independientemente de los Reyes y las roscas, o de nuestras raíces coahuilenses de realeza hereditaria, la verdad es que otro tipo de roscas se tornaron tumultuosas en lo que es ahora nuestro lujoso pero poco práctico palacio de la Plaza Mayor, que todavía no acabamos de arreglar o de pagar, en donde al igual que los años anteriores y pese a toda la satírica publicidad de la agilización de trámites de los pagos del predial y demás impuestos, reinó la confusión, la aglomeración, la desinformación, la consabida desorganización burocrática, la descompostura de los medios computacionales para hacer los pagos en línea, en bancos o en otros sitios, lo que le dio al traste a las consabidas buenas promesas y a los aún mejores propósitos oficiales de Año Nuevo. Ridículamente, al negar el acostumbrado descuento a la tercera edad y a los discapacitados en los otros sitios de pago, nos obligaron a trepar esos incómodos y encumbrados peldaños de palacio, en los que no hay otra posibilidad de entrada, puesto que en su construcción como sucede tan frecuentemente en este país, no se piensa en las limitaciones físicas que podemos presentar las personas en esa edad para entrar y llevar a cabo los pagos y trámites correspondientes. Y una vez que se logró escalar la montaña y encontrarse dentro del recinto, las largas filas para hacer trámites por separado y por duplicado, y la falta de asientos y espacio suficientes, hacían necesario haber cargado con un banquito, un lonche o una rebanada de rosca, para precisamente hacerse rosca, inspirarse y tener la paciencia necesaria para mantenerse ahí por varias horas. Siempre queda la esperanza de que algún día futuro se logre la organización verdaderamente adecuada para apoyar y facilitar la respuesta de miles de ciudadanos responsables que desean cumplir con sus deberes, y que dan un ejemplo de lo que igualmente se espera de esas autoridades supuestamente a nuestro servicio; un servicio que desgraciadamente sigue siendo mediocre y desorganizado a pesar de toda la publicidad, la tecnología y la multimillonaria e innecesaria fachada de oropel con la que nos han endeudado nuestros nahuales municipales y estatales. Así pues, se van perdiendo tales celebraciones tradicionales en el Norte, tal vez porque dicho estilo de linajes y familias reales que nos heredan Reyes semejantes, nunca han sido muy populares en estas tierras, a menos que se trate de mariachis, de tríos, de compositores, de baladistas o de trovadores de corridos o de banda, o inclusive hasta de grupos de rockeros o raperos, siempre y cuando utilicen el consabido título nobiliario en inglés y se popularicen como los Kings de algo, que vaya de acuerdo con la ocasión y las épocas, para poder salir airosos. Le hemos dado vuelta a la hoja del calendario con reyes o sin ellos, y una vez más empezamos a despertar de nuestra borrachera de las últimas semanas, para preguntarnos de nuevo, hacia dónde nos encaminamos? (Continuará).

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