ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER
(CUADRAGÉSIMA SEGUNDA PARTE)
No cabe duda que en México tenemos etiquetas para todas las etapas de nuestra vida, como una especie de calendario nacional que nos recuerda ese cierto orden en el que hemos acomodado nuestras diversas experiencias culturales, Así pues, una vez que dejamos atrás el famoso "Guadalupe-Reyes", entramos en la siguiente etapa que bautizamos como "la cuesta de enero", porque "enero cuesta y cuesta muchísimo" y porque naturalmente después de la primera etapa, los bolsillos quedaron vacíos, las alcancías se desocuparon, mientras que los plásticos lograron su cometido y confiadamente nos encadenaron a 12, 18, 24 o hasta 36 meses de pagos sin intereses, sin ni siquiera estar seguros de lo que sucederá en el futuro próximo de nuestras vidas. La "cuesta" no sólo se relaciona con el hecho de tener que escalar hacia las alturas del palacio municipal para desembolsar en impuestos el resto de centavos que se quedaron escondidos bajo los colchones, impuestos que aún con los supuestos descuentos publicitados ascienden anualmente en una curva de inflación, que definitivamente para nada se compara al encogido aumento de los salarios generales, que realmente se mantienen mínimos como salarios. La cuesta también tiene que ver con los aumentos de precios en todos los insumos, que encarecen naturalmente la vida nacional y tienden a deteriorar cada vez más nuestras ya de por sí frágiles estructuras sociales. "No hay dinero", "no hay dinero" y "no hay dinero", viene a resonar como una especie de eco o de coral local y nacional que se conjunta con las demás quejas de un público que siente la presión en su salud mental y en su salud financiera, presiones que obviamente afectan asimismo la salud física. La realidad es que si hay dinero y hasta se podría decir que demasiado, pero altos porcentajes del mismo se encuentran depositados en los bolsillos y las cuentas a veces nacionales y las más veces extranjeras de quienes han sabido aprovechar las hendiduras y agujeros de las posiciones públicas y los puestos de confianza obtenidos de una u otra forma en este nuestro tórrido y surrealista sistema político administrativo, lo mismo municipal, que estatal o federal. Verdaderamente confirmamos que se trata de puestos de confianza, porque así, simplemente y con toda la confianza del mundo pueden maniobrar los erarios a diestra y siniestra impunemente, sin tener que presentar cuentas de ningún tipo, mientras enarbolan una transparente bandera de la llamada "transparencia oficial", que suele ser bastante opaca. Es así entonces, como nuestra etiquetada experiencia nacional de la "cuesta de enero", se convierte en un desigual e injusto recorrido y reparto de obligaciones, para cumplir en cierta forma sus objetivos a lo largo del país, aunque no necesariamente se trate de objetivos de beneficio público y social.
Soñamos entonces, y nos gustaría pensar y esperar que definitivamente nuestros impuestos se vean reflejados en tantas áreas diferentes con necesidades y carencias urgentes: por ejemplo en las mejoras al sistema educativo; a las instalaciones físicas de las escuelas primarias, secundarias, preparatorias, técnicas y universitarias; a los sueldos de los verdaderos maestros que asisten, trabajan y enseñan; a la investigación, la revisión y ejecución real de programas de estudio calificados, prácticos y útiles; mejoras que eleven la calidad de la educación en México, que en nuestro tiempo sufre igualmente de ese anquilosamiento, deterioro y "burocratosis" que bloquea a todos los niveles nuestro desarrollo físico, mental y social como seres humanos y como país en general. Mantener alta la ignorancia del pueblo como si se tratase de una virtud y mantener bajos los niveles educativos, ha sido siempre una maniobra utilizada exitosamente para controlar a las multitudes, de acuerdo con lo que nos enseña la historia del mundo a través de muy diversas etapas y culturas del pasado. Es interesante y contradictorio pensar que en el presente, cuando precisamente hemos desarrollado y estamos dotados de maravillosos recursos tecnológicos que abren y amplían ilimitadamente los confines del conocimiento y de la educación a todos los niveles públicos, más que aprovecharlos, se tienden a dilapidar y a desperdiciar en banalidades sin sentido, con mínimos objetivos educativos (Continuará).