Columnas la Laguna Columnas La Laguna Editorial

NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

CUADRAGÉSIMA CUARTA PARTE

No cabe duda que un tema que ha sido y sigue siendo sumamente importante y de interés nacional, es el que tiene que ver con la confianza del público en las instituciones oficiales, como lo señala con gran acierto y preocupación el Secretario de Hacienda en sus últimas declaraciones. Y la pregunta es profunda y excelente: ¿qué ha sucedido pues con nuestra confianza en las instituciones oficiales, a dónde ha volado y porqué precisamente se ha deteriorado tanto, especialmente en estos dos últimos años, a pesar de que todos estaríamos de acuerdo en que lentamente, su deterioro viene desde mucho tiempo atrás? Me parece que la respuesta es demasiado obvia aún para las autoridades, a menos que se trate de una mala broma lanzada al azar antes de las elecciones o de uno más de tantos albures mexicanos con los que se juega la vida social y política día tras días en nuestro país. La respuesta la sabemos y la sentimos todos.

¿Qué sucede cuando en México o en una zona populosa como La Laguna, no se le da la importancia suficiente al área de la salud, mientras la población crece estratosféricamente y de igual forma crecen sus necesidades de atención médica, de frente a sistemas oficiales de salud que realmente son insuficientes para manejarlas, así como los sistemas privados que se tornan cada vez más costosos e inaccesibles para un alto porcentaje de dicha población? ¿Qué hacer con esa enorme población de derechohabientes infantiles que no cesan de nacer a pesar de los diferentes y urgentes llamado publicitarios y métodos de control supuestamente programados? ¿Y por el otro lado, qué pasa con el crecimiento cada vez mayor de una población de tercera edad que incrementa sus promedios de vida y requieren a la vez de mayores cuidados, protección y mantenimiento de su salud? ¿No tendría más lógica el aumentar con mayor equidad los presupuestos tributarios para subsanar tales necesidades en un estilo de medicina no solamente curativo, sino principalmente preventivo conforme hacemos cálculos y nos damos cuenta del futuro cercano que ya estamos enfrentando? ¿Habrá alguna forma de detener los terribles despilfarros y fugas de capitales que se supone se pagan en impuestos y en cuotas obligatorias para mantener nuestros sistemas de salud oficiales no siempre organizados del todo para funcionar adecuadamente de acuerdo a tales necesidades que nos aquejan? Pero a la vez nos preguntamos que si tendemos a ignorar y descuidar tales aspectos de salud física comunitaria, ¿qué sucede entonces con las necesidades apremiantes de la salud mental, en un país en el que todavía en pleno siglo XXI ésta se descuida y dudamos inclusive de la existencia de las enfermedades psiquiátricas? ¿Qué porcentaje del presupuesto nacional está dirigido para la salud, y de ese porcentaje, cuánto servirá para atender la salud mental? Es interesante por ejemplo, que en México, todavía en el presente, las compañías de seguros nacionales no consideran a los trastornos psiquiátricos como enfermedades qué puedan ser cubiertas y atendidas por medio de un seguro de gastos médicos como sucede en otros países. De acuerdo a ese criterio, seguimos siendo un país mágico, surrealista o completamente saludable mentalmente, en el que no existen las enfermedades psiquiátricas, puesto que si existieran tendrían que ser atendidas por chamanes y brujos por medio de pociones e instrumentos mágicos, lo cual de todos modos, sigue sucediendo en nuestro país, y en ocasiones hasta con buenos resultados. ¿Cómo invertir y repartir entonces nuestros impuestos en un sistema de salud más completo y equitativo, que igualmente se preocupe y atienda la salud física como la salud mental, en una época cada vez más acelerada y estresante, en la que definitivamente tantos factores ambientales de lo que estamos viviendo se convierten en factores causales o desencadenantes de reacciones en las diferentes etapas de la vida, en las que lo mismo se mezclan lo físico y lo mental, lo orgánico y lo psicológico, y por lo tanto, se convierten en problemas urgentes que requieren precisamente de instituciones y personal cada vez más especializado para su atención específica y adecuada? ¿A dónde se irá nuestra confianza? (Continuará).

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