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NUESTRA SALUD MENTAL

DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

(CUADRAGÉSIMA SEXTA PARTE)

Ante la proximidad de lo que considero se trata un súper espectáculo y una extraordinaria "Feria Nacional del Empleo" (o del desempleo), dirigida con ese gran paternalismo mexicano para tantos desheredados y desempleados políticos o no políticos, pero que aspiran a una pensión que les permita mantener su ritmo de vida por muchos años, cuando han fracasado o no la han podido hacer en sus diversas profesiones, negocios o estilos de trabajo o de no trabajo, nos seguiremos preguntando entonces cuánto nos costará ese paternalismo a los demás mexicanos. Un costo enorme, terriblemente excesivo y que se deriva naturalmente de la inversión reformada de nuestros impuestos; un costo que permite y estimula la manutención y la dependencia de miles de individuos desempleados a lo largo de nuestro país, que siguen llenando los ya de por sí numerosos ejércitos burocráticos existentes, cuyas funciones, utilidad y desempeño no siempre son del todo claro ni objetivo, pero que aparentemente sirven para llenar un espejismo, esa imagen moderna y civilizada de lo que debe ser cualquier sociedad que presuma y se etiquete a sí misma como una democracia contemporánea, tal como es la imagen que México desea ofrecer al mundo.

Y nos preguntamos entonces: ¿Contamos verdaderamente con los recursos suficientes para derrochar tales cantidades de dinero en esa patética publicidad de candidatos y partidos ya establecidos, o en la creación insólita de nuevos partidos de colorines o de títulos rimbombantes y no siempre imaginativos, que sin embargo justifican las condiciones y requisitos de una mercadotecnia supuestamente democratizante? ¿Pero es realmente necesario tal desperdicio de recursos económicos y humanos si es que los tenemos, para cubrir esa sólita fanfarronería que utilizamos con frecuencia para convencer a los demás y hasta a nosotros mismos de una imagen de grandiosidad disfrazada con tintes de madurez cívica y política que todavía estamos bastante lejos de adquirir? Y dejando a un lado tanto ruido, tantas campañas y fuegos artificiales y cortinas de humo y de confeti, tantos carísimos spots maquiavélicos en la radio, la prensa y la televisión para alabarse o descalificarse unos a otros, o ese sinfín de discursos y declaraciones oscuras, ambiguas, repetitivas y sin decodificar, ¿no sería más efectivo y benéfico utilizar todos esos recursos que servirían para una enorme lista de necesidades presentes e insatisfechas todavía a lo largo del país y que posiblemente permanecerán en ese estado por muchísimos sexenios más? ¿Acaso no necesitamos más plazas de médicos generales y especialistas en todas las clínicas y los hospitales públicos, o un mayor número de plazas de psicólogos, de enfermeras, de terapeutas de diversas especialidades, de técnicos de todo tipo y hasta de personal administrativo y de mantenimiento, que mejoren la atención del paciente? ¿No sería de mayor utilidad reforzar la adquisición de los siempre escasos materiales clínicos y quirúrgicos necesarios para tales instituciones, especialmente cuando se trata de los medicamentos básicos? ¿Asimismo, no sería de mayor provecho gastar tales recursos en el pago puntual y eficiente de los tan publicitados seguros populares, cuando sabemos que los gobiernos estatales y municipales suelen prolongar ilimitada y sospechosamente tales deudas, en perjuicio de aquellas otras instituciones y hospitales que brindan esos servicios? Y seguramente, se podría seguir mencionando una serie de aspectos relacionados con el descuido a la salud nacional, tanto física como mental, un área en donde se necesita urgentemente una mayor inversión de nuestros impuestos, de esos recursos financieros y humanos que sin embargo y desgraciadamente se tiende a dilapidar en áreas que sólo satisfacen la vanidad, el narcisismo o el bolsillo de tantos funcionarios públicos sean municipales, estatales o federales, pero que carecen de utilidad o beneficio comunitario, y que más bien sirven para dibujar una imagen distorsionada, telenovelesca y confusa de lo que quieren hacernos creer que es México en el presente (Continuará).

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