ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
(SEGUNDA PARTE)
Al hablar de la adolescencia como una etapa en el ciclo del desarrollo humano, es natural que surja de inmediato una pregunta fundamental sobre lo que realmente significa este concepto. ¿Qué es pues la adolescencia? ¿ A qué nos referimos cada vez que mencionamos o escuchamos esta palabra, un vocablo tan popular y común que se escucha frecuentemente a todos los niveles, aunque tal vez en el fondo no siempre lleguemos a comprender exactamente toda la extensión de la palabra, así como todo aquello que puede abarcar y representar dentro de sí, en su profundidad? Hasta hace todavía un par de siglos, este concepto no existía del todo como ahora lo conocemos y más bien se avizoraba como una especie de frontera entre difusa y confusa que buscaba marcar un puente o definir una línea desde la niñez a la etapa adulta. A través de los siglos y en la mayoría de las culturas de la antigüedad, al llegar a cierta edad, marcados naturalmente por esos primeros rasgos característicos de la pubertad, los niños y las niñas se convertían automáticamente en adultos, hombres y mujeres preparados para desposarse, procrear y llevar a cabo aquellos roles y funciones tradicionales que se esperaba de ellos, de acuerdo a ciertos patrones delimitados muy específicamente para cada género dentro de su cultura. Tales patrones, aún existentes en tantas sociedades, se mantienen, se transmiten y se respetan en cada una de ellas, en la forma de ritos, prácticas, tradiciones, leyendas y costumbres heredadas y delegados por múltiples generaciones a lo largo del tiempo, lo que ha venido a definir y caracterizar una identidad única y válida para cada una de tales diversidades culturales que existen en nuestro planeta. Este orden se mantiene todavía en muchos pueblos aún a pesar de ese fenómeno de globalización tan típico de nuestra época, que amenaza y tiende a unificar excesivamente todo: pueblos, razas, sociedades y culturas, con la consecuente pérdida de la identidad, de las diferencias, de los rasgos, los principios y los valores de cada una de estas agrupaciones humanas. Sin embargo, en la mayoría de estas culturas del pasado y aún en el presente, no existía el término de adolescencia como tal y como lo conocemos actualmente; hasta cierto punto solamente se llegaba a distinguir el período de la juventud como preludio a la adultez y con ciertos rasgos diferentes que lo caracterizaban. Como consecuencia de esta demarcación, en muchas culturas se llegaron a desarrollar cierto tipo de ritos específicos de transición, para celebrar la llegada de la pubertad como una puerta de entrada hacia la adultez tanto en niños como en niñas, como ha sido descrito en algunos fascinantes estudios antropológicos llevados a cabo en algunas tribus de las islas del Pacífico del sur, como lo hizo Margaret Mead en su tiempo, o David Gilmore, otro famoso antropólogo que se dedicó a estudiar tal fenómeno en otros grupos culturales de latitudes africanas, polinesias o mismo en algunos países mediterráneos. Es interesante saber entonces, que de una u otra manera, en diferentes épocas y geografías, quizás mediante una variedad de estilos, nombres, simbolismos y ceremonias, el ser humano siempre ha intentado reconocer y demarcar esa fundamental línea fronteriza de cambios que se dan en la evolución del ciclo de vida, especialmente cuando los niños y las niñas abandonan su infancia para convertirse en adultos, aún a pesar de que no necesariamente ese período lo hayan designado con el nombre de adolescencia, o que tampoco haya tenido el mismo significado y connotaciones que le damos en nuestro presente occidental (Continuará).
