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NUESTRA SALUD MENTAL

Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

(CUARTA PARTE)

Ahora que precisamente Grecia ha resurgido desde las oscuridades históricas de Zeus y de Poseidón, no tanto por los relatos fascinantes e intrigantemente humanos de su maravillosa y prolífica mitología, ni por la belleza mágica de sus islas y de los cambiantes colores de sus aguas mediterráneas, ni por la elegancia sobria y metódica de las columnas y sus capiteles o de los restos de sus templos y teatros, o ni siquiera por los secretos augurios délficos, que bien podrían haber sido consultados para beneficiar algo en la presente crisis; más bien Grecia se replantea en nuestros días por esa su posición económica incierta e insegura ante la comunidad europea en estos tiempos de cambios financieros tan dramáticos en el mundo. Es así que el griego como idioma vuelve a sonar y a llamar la atención, a difundirse en ocho columnas o a despertar la avidez de los noticieros diurnos y nocturnos en la radio o en la tele, aunque no necesariamente se trate de ese griego clásico de Homero, Aristóteles o Platón, sino de las voces actuales de Tsipras, de Varufakis, y de su población en general.

Comprometidos con Grecia a través de la historia y de nuestros lejanos lazos culturales mediterráneos, debemos recordar entonces y retomar esas profundas raíces del pasado, griegas y latinas, de las que se han formado tantos de los términos que utilizamos cotidianamente en Medicina y en Psicología, así como en muchas otras ramas de las ciencias, de la las artes, de la política, de la filosofía, y naturalmente en una variedad de vocablos populares y cotidianos como son estos que nos ocupan sobre la adolescencia y la pubertad. Aunque no necesariamente griegos en sus raíces etimológicas o incluso en su significado, de cierta forma tales términos se encuentran precedidos en las páginas de la Grecia arcaica, por las primeras representaciones gráficas de adolescentes o jóvenes masculinos y femeninos en las rígidas pero a la vez elegantes y solemnes imágenes esculpidas en piedra o en mármol de los kouroi y de las korai#. El kourós (singular de kouroi) viene a ser la representación gráfica esculpida en piedra o en mármol de un adolescente completamente desnudo, que de acuerdo a su época enarbola los valores de la fortaleza y la plenitud física del joven triunfador en un mundo atlético, en el que imperaba el deseo de competir y de sobresalir entre los demás, valores no del todo desaparecidos en el presente. Pero el kourós era además utilizado como un marcador en las tumbas y también como una ofrenda dedicada al dios Apolo como alguien que duraría por toda la eternidad y que vino a sustituir en cierta forma el papel y las funciones de las antiguas ánforas votivas. Por otra parte, la koré (singular de korai) a su vez, igualmente de tamaño natural, de pie, esculpida asimismo en los mismos materiales, representaba la imagen de una adolescente, sacerdotisa virgen o doncella portadora de un don, que contrariamente a la desnudez del "kourós", ceñía las formas de su cuerpo con la elegancia y la ligereza de una túnica y un peplo que la cubrían por completo. Influidos por el hieratismo y la rigidez escultórica del arte egipcio y del arte cretense, los kouroi y las korai todavía nos sonríen discretamente con esas gélidas sonrisas arcaicas, desde sus nuevas posiciones en los pedestales de diversos museos de nuestro planeta y representan quizás las primeras imágenes que podemos conocer y admirar sobre los adolescentes y los jóvenes de un pasado lejano (continuará).

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