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NUESTRA SALUD MENTAL

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

Dr. Víctor Albores García

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

(DÉCIMA PARTE)

En esta contrastante sociedad a la que pertenecemos, tan machista y homofóbica, en la que las elecciones pueden ser ganadas fácilmente por "looks", más que por "brains", o como se acostumbra decir ahora, que: "rostro y billete matan neurona", no es para nada extraño escuchar algunas quejas, dudas o protestas machistas, competitivas y envidiosas que resienten el hecho de que las mujeres maduren más temprano que los hombres, como en realidad acontece. Está por demás comprobado que la pubertad en las niñas se inicia normalmente entre los 12 y los 14 años, o aún más tarde, pero inclusive en nuestros días, es común que tales cambios se presenten todavía más temprano, entre los 8 o los 10 años, lo que significa que estas chicas se empiezan a convertir en mujercitas cuando apenas se encuentran cursando la primaria y aprendiendo a leer y escribir, mientras que los chicos inician esta etapa hasta los 13 o 15 años, o inclusive más tarde todavía, en un período que coincide casi siempre con el cambio a las escuelas secundarias. En las chicas, la aparición de estos rasgos característicos como son el aumento de la talla y la estatura, revestidos por esa nueva y diferente distribución de la grasa corporal, que les confiere una diferente y delicada imagen de madurez femenina, se convierten para una gran mayoría en los cambios esperados y bienvenidos que halagan su ego, su vanidad y su orgullo al sentirse finalmente princesitas o modelos de pasarela por un lado. No obstante, en otro buen porcentaje de casos sucede todo lo contrario, y tales cambios físicos pueden ser percibidos como amenazantes, perturbadores e inclusive causantes de sentimientos de culpa y de vergüenza. Así, algo parecido sucede en la mayoría de las ocasiones, cuando la primera señal de la pubertad sea el nacimiento y crecimiento de los senos, que estas chicas descubren incrédulas y fascinadas, con una gran naturalidad y gozo, que las hace presentarlos y exhibirlos como amuletos o como posesiones muy preciadas de lo que significa esta nueva imagen e identidad sexual, que se multiplica y se diversifica interminablemente en las imágenes de las revistas, los comerciales, las telenovelas, las películas, los celulares y todos esos nuevos millones de espejos que nos circundan para reflejarnos, y donde los humanos podemos mirarnos y admirarnos unos a otros en nuestros días. Sin embargo, para otras chicas, la presencia de sus senos toma otro derrotero muy opuesto, ya que tales rasgos no son satisfactorios ni bienvenidos, de manera que la timidez, el pudor mal entendido, la vergüenza y hasta los sentimientos de culpa se convierten en aguijones pecaminosos que las orillan a cubrirlos, disfrazarlos y esconderlos como si se tratara de una deformidad o de una posesión negativa que no debiera estar ahí, y que les ofrece una imagen o una identidad femenina que de ninguna manera aceptan porque no se encuentran preparadas para asumir. Obviamente entonces, la aparición del vello púbico, pero especialmente la menarquia (y aquí nuevamente caemos en las raíces griegas) o sea la llegada de la primera menstruación, contiene una vez más una serie de repercusiones positivas o negativas de acuerdo a la experiencia para cada chica, que lo mismo pueden celebrar que resentir como un sangrado esperado y bienvenido para algunas, pero inoportuno, confuso y misterioso para otras, que hasta lo perciben como una especie de herida desconocida e inexplicable, que increíblemente todavía para muchas chicas en pleno Siglo XXI, no les ha sido informado ni explicado en la familia o en las escuelas, y por lo mismo, permanece entonces como la huella de una experiencia emocional traumática. Así pues, para bien o para mal, estos cambios fundamentales que llegan con el ciclo de la vida durante la pubertad femenina, se acompañan de una serie de reacciones y sentimientos importantes, favorables o adversos que también la caracterizan. Ya sea a favor de su ego, en cuanto al entusiasmo, al orgullo y a la satisfacción de tantas chicas que lo celebran, o por el contrario, en detrimento de su imagen y autoestima para otras, que lo sufren con sentimientos de modestia, culpa y vergüenza. Se trata de un muy variado repertorio de reacciones emocionales que naturalmente irán de acuerdo a la sensibilidad y a la personalidad que posea cada una de estas chicas, así como al nivel de experiencias, educación y preparación que hayan recibido en sus respectivos hogares o escuelas, a través de sus madres, padres o demás familiares, de sus amistades o naturalmente en los profusos medios de comunicación, convertidos en el presente en los consejeros y oráculos fundamentales (continuará).

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