ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
LA ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
(DÉCIMA SEGUNDA PARTE)
Al marcar esa diferencia entre lo que significa la pubertad y la adolescencia, como conceptos diversos, pero a la vez relacionados entre sí como partes de un todo dentro del campo de la Psicología evolutiva, surge un cuestionamiento que viene a ser sumamente interesante y hasta fascinante, al preguntarnos qué porcentaje de seres humanos permanecen encadenados o instalados en esos niveles primitivos de evolución tan básica, que debido a muy diversas y variadas circunstancias personales o ambientales, se mantienen paralizados a ese nivel de hembras y machos, prolongando su existencia bajo rasgos semejantes, sin que desgraciadamente lleguen a alcanzar un desarrollo más sofisticado. Los griegos sabiamente, solían detectar la eterna y florida presencia de estos faunos, centauros, ninfas y sirenas como parte de una población muy heterogénea que se mezclaba paralelamente y convivía entre sí para habitar este mundo, lo mismo entre los dioses, los semidioses y los mortales, con funciones específicas para llevar a cabo. Unos cuantos miles de años se han sucedido, y el mundo y los seres humanos no hemos cambiado tan radicalmente, de modo que en toda la contemporaneidad de este nuevo Siglo XXI, idealmente siempre seremos capaces de detectar y distinguir la presencia continua de esta raza de faunos, centauros, ninfas y sirenas, que siguen conviviendo y formando una parte importante de la especie humana, y que a pesar del avance de su edad cronológica pueden mantenerse airosamente, orgullosos de su pubertad, de una pubertad eterna, siempre primaveral, que les previene desarrollarse, crecer e inclusive envejecer, al menos dentro de su propia conciencia y de su propio mundo conceptual. En cierta forma, percibimos que es la vida misma, nuestra cultura actual y ese permisivo ambiente cibernético o electrónico que hemos construido lo que estimula y facilita tales reacciones regresivas. Se trata quizás de la existencia de ese gran vacío que nos abruma y contradictoriamente nos sofoca y nos llena a la vez; o será la presencia constante de las necesidades insatisfechas de nuestra época, caracterizadas por el tedio y por esa angustia existencial y espiritual que nos dominan, y de las cuales ni siquiera tomamos conciencia en la mayoría de los casos. La realidad es que no importa si hemos logrado alcanzar el Siglo XXI, o llegar ya a nuestra etapa adulta, porque indiscutiblemente, los conceptos de pubertad y adolescencia tienden a mantenerse presentes y siguen sonando como ecos y huellas fundamentales de nuestro pasado y de nuestra existencia. Al fin y al cabo, de una u otra forma, todos hemos recorrido tales territorios y hay quienes en el presente apenas los están caminando. Todos intentamos atravesarlos lo mejor posible, con los pocos o muchos instrumentos con que contamos durante esa etapa, con o sin el apoyo, la guía, la orientación o el afecto del ambiente familiar, social y cultural en el que habitamos y en el que nos desarrollamos, al igual que en este mismo momento lo están intentando tantos millones de adolescentes que pueblan nuestro planeta en todas sus latitudes, sin importar la geografía, la raza, el color de su piel, la cultura, la religión o la sociedad a la que pertenecen. Ambos conceptos: pubertad y adolescencia aparecen y se entrelazan entre sí como pasos automáticos, previsibles, genéticos, biológicos, psicológicos y socioculturales de ese círculo evolutivo que nos une y nos caracteriza como seres humanos (Continuará).
Por: Dr. Víctor Albores García