ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
(DÉCIMA CUARTA PARTE)
Es interesante reconocer que hacia el Siglo XVIII, la pubertad se convirtió en un campo de interés y de estudio tanto para las áreas de la educación como para las médicas. El muy famoso relato de "Emilio" de Juan Jacobo Rousseau, describe una serie de observaciones personales y principios educativos fascinantes que este famosos educador plasmó en su tratado, para resumir lo que él concebía debían ser las bases de la educación para los niños y los jóvenes de su época. Para ello, describió lo que consideró debiera ser un ciclo educativo completo para tales edades, enfocado en el desarrollo del cuerpo, de los sentidos, del cerebro y del corazón, dividido en cuatro etapas o períodos básicos que iban desde los primeros cinco años de vida, hasta la llegada de los veinte. Durante esos primeros cinco años del niño, Rousseau creía en la importancia de la vida física, durante la cual, el niño debería fortalecer su cuerpo sin la menor constricción, evitando forzar su desarrollo intelectual y moral. Para el segundo período, que se prolongaría de los cinco a los diez años, este educador consideró que el niño debería adquirir y experimentar la experiencia del mundo exterior a través de vivir en el campo y mantener el contacto y la relación con la Naturaleza, lo que obviamente le facilitaría poseer la conciencia y el entrenamiento de sus órganos y de sus sentidos, para a su vez aprender a servirse de ellos y satisfacer así sus deseos. Dicho aprendizaje le permitiría asimismo lograr extraer las conclusiones necesarias de tales experiencias, como una forma de ejercitar su propia razón y descubrir por sí mismo los principios de todo el saber. En estas etapas, el rol del educador según Rousseau sería especialmente como el de un guía para sus estudiantes. El tercer período que abarca de los 10 a los 15 años de vida, donde se situaría el inicio de la etapa de la pubertad aproximadamente, fue conceptualizado como un período de educación intelectual, gracias a que idealmente, el individuo ya se ha convertido en un observador innato, con una gran viveza, que precisamente le permitirá ser capaz de extraer con rapidez sus propias conclusiones, facilitando así el proceso de aprendizaje por sí solo. Para el cuarto y último período de este ciclo educativo, ubicado entre los 15 y 20 años de edad, Rousseau lo visualizó como el final del curso educativo para el individuo, aunque también predicaba que era entonces precisamente, cuando cada uno empezaba a darse cuenta de su propia existencia moral, y de su necesidad de investigar además sus relaciones con la humanidad, como la verdadera ocupación de su vida. Quizás para muchas personas, tales principios y conceptos puedan sonar demasiado cándidos, ilusos o románticos, e inclusive fuera de moda o de época dentro del contexto actual en el campo de la pedagogía. Y sin embargo, tales conceptos llegaron a tener un impacto muy importante en Europa y en las tendencias educativas de la época, influyendo en otros educadores como Pestalozzi, e inclusive dejando huella en muchos de los principios que se han utilizado en diversas teorías pedagógicas desde entonces hasta nuestra época. Se trata de fascinantes antecedentes históricos que han trascendido las barreras del tiempo y que siguen presentes en nosotros como huellas del pasado, dando luz sobre estos conceptos de pubertad y adolescencia, en el estilo y la forma en que pioneros de la educación como Rousseau los visualizaban y aplicaban en la práctica diaria del proceso educativo gracias a su dedicación, a sus observaciones y a sus investigaciones. Creo que es verdaderamente genial el poder revisar tales ideas con respecto a la pubertad y la adolescencia aún si tales conceptos no estaban establecidos del todo, como ideas que en cierta forma podríamos seguir considerando como vanguardistas en lo que respecta a la educación de los jóvenes, un área sumamente crítica todavía en el presente, no del todo comprendida o desarrollada, especialmente en un país como el nuestro, en donde desgraciadamente el magisterio se ha convertido en un campo de batalla de vecindario, y que no necesariamente tiene que ver con el mejoramiento de ese proceso educativo para los jóvenes.
(continuará).