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NUESTRA SALUD MENTAL

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, (PSILAC)

DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

(VIGÉSIMA CUARTA PARTE)

La adolescencia entonces, no es sólo esa etapa de la vida que se inicia con la pubertad y se manifiesta bajo una serie de características importantes y específicas, de acuerdo al concepto inicial que publicó Stanley Hall en 1904, pero que posteriormente ha sido revalorado, investigado y ampliado desde otras perspectivas bajo la lente escrutadora y estudiosa de médicos, psicólogos, psicoanalistas, antropólogos, sociólogos y tantos otros investigadores que han añadido sus propias conclusiones y nuevas dimensiones a tal concepto apenas desarrollado el siglo pasado.

La adolescencia, como lo comentaba la semana pasada, puede convertirse además en casi un estado de ánimo, un adjetivo, un modelo de vida e inclusive un objetivo a seguir para tantísimas personas, como sucede especialmente desde su lanzamiento sociocultural en la década de los años cincuenta del siglo pasado, y que paulatinamente se ha promovido cada vez más como una especie de icono y de modelo especial a seguir, no sólo para los adolescentes, sino igualmente para un enorme porcentaje de la población mundial de adultos, gracias naturalmente a la potente intervención de los medios de comunicación, de la tecnología, de la mercadotecnia y de la publicidad.

Podemos ver entonces que esa etapa de la vida que hemos definido como adolescencia, no sólo se limita a dicha etapa, sino que en el fondo, viene a constituir todo un concepto y una construcción sociocultural específica, que en alguna forma sigue formando parte de nuestra estructura mental sin importar realmente el renglón de edad biológica al que pertenezcamos.

Debemos recordar que en algún momento de nuestras vidas, todos los adultos hemos atravesado dicho período, con mayor o menor esfuerzo, con éxito, alegría, dolor, satisfacción, amargura, frustración, excitación, embeleso, idealismo, romanticismo, erotismo, malicia, desconfianza, rebeldía, esperanza, apasionamiento, incertidumbre, con planes y expectativas a seguir, o simplemente recorrida a ciegas insípidamente. Sea cual haya sido la experiencia personal de cada uno, no tiene nada de extraño que le haya heredado una serie de sombras y memorias, de necesidades satisfechas o insatisfechas, de sueños realizados o irrealizables que no llegaron a concretarse, de flash backs que siguen apareciendo persecutoriamente y de tal vez una serie de asuntos y conflictos sin terminar, todo ello integrado o fragmentado en paquetes de diferentes tamaños que se siguen cargando y que bajo ciertas circunstancias estimulan la aparición instantánea de ese modelo juvenil idealizado lo mismo para los hombres que para las mujeres.

No es entonces extraño, que esta etapa de la vida que llamamos adolescencia, caracterizada por ciertos rasgos específicos y claros, se llegue a confundir con lo que sería un modelo de adolescencia, representado por esas imágenes idealizadas y nostálgicas que los adultos aún llevamos dentro, sea en una forma más abierta, fresca y reconocible, o quizás más secreta, oscura y escondida con la que ni siquiera nos sentimos conectados, ni nos podernos identificar. Y sin embargo, en el fondo se mantiene como una imagen que valoramos y a la que tratamos de asirnos prolongadamente, inclusive angustiosamente, debido a toda una serie de razones, lógicas y obvias, si somos capaces de enfrentarlas, analizarlas y platicar con nosotros mismos, en un diálogo en el que también seamos capaces de escucharnos, algo no muy fácil en nuestros días.

Así pues, es importante diferenciar entonces la adolescencia como una etapa de la vida que les pertenece específicamente a las chicas y chicos de ciertas edades, de la adolescencia como una función mental que los adultos podemos seguir manteniendo dentro y fuera de nosotros a lo largo de la vida, como un modelo fabricado a partir de memorias, que se busca actualizar y que no siempre es alcanzable; un modelo que florece durante ciertos períodos de la vida y bajo ciertas circunstancias como suele suceder en diciembre, y que tal vez nos ayude a sobrevivir y a sentirnos mejor, aunque también se convierta en un arma de dos filos (Continuará).

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