Los espíritus que se entusiasman ante el horror, aquellos que desean sentir cómo se curva la espina dorsal ante lo sobrenatural, vuelven y volverán siempre a los cuentos de Horacio Quiroga. A ese público hay que tenerlo en cuenta siempre, sin embargo, hay otras vertientes en la obra del escritor uruguayo, que Conaculta no ha pasado desapercibidas en la compilación Horacio Quiroga. Cuentos para leer sin compasión en la colección Clásicos para Hoy.
Horacio Quiroga ha atravesado los tiempos consagrado como el escritor de una especie de oscuridad temible aparejada o encerrada tanto en lo cotidiano como en lo salvaje. Las geografías, ya sean naturales o humanas, tienen suelos desequilibrados, desmesuras fantásticas, pero reales y hacia ellas apunta una parte sustancial de su obra. Es el caso de los muy conocidos cuentos: El almohadón de plumas y La gallina degollada.
Dentro de esa línea narrativa, el cuento intitulado Los buques suicidantes, trata la misteriosa omnipotencia de la naturaleza sobre la psique humana. "Resulta que hay pocas cosas más terribles que encontrar en el mar un buque abandonado", comienza a decirnos el narrador.
Es el caso que ha aparecido uno, el María Margarita bajo la circunstancia de que horas antes alguna corbeta había tenido comunicación con la tripulación y en un lapso de horas, al encontrárselo y abordarlo, no había un solo pasajero. El agua para preparar la comida aún hervía, las camisetas de los marineros seguían colgadas secándose al Sol, pero todos han desaparecido sin dejar una pista que indique lo que ha ocurrido.
Uno de los marineros que están reunidos escuchando el relato, alza la voz para decir que él mismo atestiguó la desaparición, inclusive viajó en el buque y vio lo que en él ocurría. ¿Será una presencia sobrenatural?, ¿es el sonido acompasado del mar?, ¿será el eterno balanceo del agua?, ¿el viento?...