"Incomodidad y vergüenza". Es lo que provoca en la clase acomodada latinoamericana la película "Una segunda madre", en opinión de su directora, la brasileña Anna Muylaert, que cuenta en ella la historia de Val, una interna que trabaja al servicio de un matrimonio burgués de Sao Paulo.
Premio del Público en la pasada Berlinale y del jurado en Sundance, esta comedia dramática se ha distribuido en toda Europa -en España se estrena este viernes- e incluso en China; sin embargo, no llegará a Brasil hasta el 28 de agosto y en el resto del subcontinente, aún no tiene comprador.
"En Europa hay una noción de bienestar social, en América Latina no. Allí gobernar consiste en defender los derechos ricos y no en pensar en la sociedad como un todo. Por eso la película causa incomodidad y vergüenza. No quieren ver y no quieren que veas", opina la cineasta sobre las dificultades de distribución.
En la ficción, Val (Regina Casé, muy popular en la televisión brasileña), parece muy querida y respetada en esa casa donde lleva toda la vida, no sólo haciendo las tareas domésticas sino también cuidando al hijo adolescente de sus empleadores, hasta el punto de convertirse en una segunda madre para él.
Pero ese cariño y ese respeto tienen unos límites no escritos, que saltarán por los aires con la llegada de Jessica, la inteligente y ambiciosa hija veinteañera de Val, a quien no veía desde hacía diez años y que se propone estudiar Arquitectura en una prestigiosa universidad.
El tono de la narración es "dulce" y a la vez "rebelde", según explica Muylaert, lo que vuelve el dardo más certero. "Al principio estaba enfadada con que se estrenara fuera antes que en Brasil, pero ahora lo veo como algo positivo porque la película va a crear mucha polémica y animadversión, y el hecho de ser querida fuera me va a dar fuerza para enfrentarme a eso", añade.
Además de la desigualdad de clases, "Una segunda madre" toca otros temas, como la educación y la falta de valoración del trabajo de madre. La idea del guión empezó a dar vueltas en la cabeza de Muylaert hace 20 años, cuando se quedó embarazada por primera vez.
"Yo pensaba que el trabajo de madre era un trabajo sagrado, el más importante que un ser humano puede hacer. Pero al mismo tiempo percibía cómo en Brasil ese trabajo era desvalorizado, porque todo el mundo en mi clase social contrataba una niñera", explica.