La decisión del Grupo Radio Centro de renunciar a la concesión de una nueva cadena nacional de televisión y pagar la llamada cláusula de seriedad, abre una nueva posibilidad de realmente promover la diversidad en la televisión mexicana; hasta hoy los legisladores (que establecieron en las reformas legales la disposición de licitar seis meses después de la entrada en vigor de las reformas dos nuevas cadenas nacionales) y de los integrantes del órgano de gobierno del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) se dirigen únicamente a la promoción de la pluralidad de ofertas, pero ignoran absolutamente la necesidad de que el mayor número de ofertas se traduzca también una diversidad de contenidos y orientaciones.
El pasado 12 de marzo el IFT falló a favor de Grupo Radio Centro y Cadena Tres para iniciar el proceso final de la primera licitación pública de cadenas de televisión, con lo cual prácticamente condenaba a los televidentes a tener un mayor número de opciones, pero no una mayor diversidad pues ambos grupos de comunicación no tienen grandes diferencias con los dos que conforman el actual duopolio.
Grupo Radio Centro (GRC), encabezado por Francisco Aguirre, es uno de los mayores grupos radiofónicos del país y de hecho fue el dueño original de Canal 13, que posteriormente pasó a manos del gobierno ante su imposibilidad de continuar la operación, así que en realidad no es una nueva oferta.
El caso de Cadena Tres es distinta, pues sí es un jugador emergente en los medios masivos de comunicación, ya que su origen -igual que el de Ricardo Salinas Pliego, actual dueño de TV Azteca son los negocios muebleros y otros adicionales- es en otro ámbito de negocios, hasta el finales del siglo pasado, principios de éste cuando irrumpe primero en el mundo de la radio (Grupo Imagen) y, posteriormente, en los periódicos (Excélsior) y televisión (Canal 28 del Distrito Federal, que convirtió en Cadena Tres).
Pero los dos participan, al menos en las últimas dos décadas, en los medios masivos de comunicación y los contenidos de su programación, con algunas variantes más o menos entretenidas, en realidad no marcan la diferencia para los radioescuchas, televidentes y/o lectores, son ofertas muy similares a las que proporcionan el resto de los concesionarios de radio y televisión o diarios.
Su llegada a la televisión abierta podrá modificar la forma de hacer negocios y, eventualmente, romperá el duopolio televisivo (Televisa y TV Azteca) e incrementará la competencia, pero no tendrá impacto mayor en la diversidad de la oferta televisiva, porque su motivación es fundamentalmente económica, como es la de los actuales concesionarios.
Afortunadamente, GRC cometió varios errores en su obsesión por quedarse con una de las concesiones y, entre otros, destacan dos: primero, su oferta fue exageradamente alta, ya que el precio base era de 830 millones de pesos y el otro ganador ofertó 1,808 millones de pesos (2.2 veces el precio base); mientras Aguirre elevó su apuesta a 3,059 millones de pesos, es decir, 3.7 veces el precio base y 1.7 veces el del otro oferente. Como en la recta final todos los otros posibles postores decidieron retirarse y los únicos que quedaron en la carrera fueron los dos ganadores, en el extremo pudieron haber ofrecido 830 millones y se hubieran quedado con las concesiones.
El segundo es no haber asegurado, desde antes de hacer la oferta, los fondos suficientes para cubrirla, es decir, pensó que en los 30 días que la concedería el regulador para cubrir el monto ofrecido, lograría conseguir los socios que le aportaran los recursos que le faltaban, lo que evidentemente no sucedió y por ello optó por perder los 415 millones de la garantía, a una cantidad indefinida.
Y, aunque los antecedentes no hacen albergar muchas esperanzas, la decisión de GRC abre una nueva oportunidad para impulsar la diversidad, no únicamente la pluralidad, es decir, establecer una vía para que efectivamente ingresen nuevos jugadores a la televisión abierta mexicana con ofertas programáticas e ideológicas que permitan representar más fielmente la heterogeneidad de la sociedad mexicana.
Hoy por hoy hay varios productores nacionales independientes que buscan espacios más adecuados para difundir sus contenidos, como es el caso de Epigmenio Ibarra, Ricardo Rocha, Enrique Krauze, entre otros, e inclusive sería una oportunidad inmejorable para que Carmen Aristegui incursionara en una opción más adecuada para sus propuestas. Pero también existen, hoy por hoy, en el cuadrante de la radio a nivel nacional muy diversas ofertas de los llamados medios comunitarios y universitarios que también merecen un mejor destino para sus productos.
Esto, desde luego, sin tomar en cuenta la conveniencia de construir una televisión nacional gubernamental, como sucede en prácticamente todos los países desarrollados del mundo, que permite contrastar y equilibrar las ofertas estrictamente comerciales. Por supuesto el caso más exitoso de televisión gubernamental es la BBC británica, pero la televisión francesa e, incluso la PBS norteamericana, también son buenos ejemplos de redes nacionales exitosas.
De acuerdo a lo establecido en los transitorios de la reforma constitucional IFT ya cumplió con su mandato, al haber licitado las dos cadenas nacionales, pues éste no lo obligaba a colocar exitosamente ambas; y ahora es deseable que utilice sus atribuciones y autonomía para construir una vía que logre no únicamente aumentar el número de oferentes, sino también la diversidad de su programación y contenidos. Los errores de GRC le abrieron al IFT la posibilidad de verdaderamente revolucionar los medios masivos de comunicación en México; no hay puntos intermedios: logran trascender o deciden ser modestos y serviciales operadores.