La Nevería.
Por encima de los secos y calurosos valles centrales de Oaxaca, existen escenarios que parecen de cuento. Ese idilio cobijado por bosques de pino y encino con más de 20 millones de años de edad, es el hogar de los llamados Pueblos Mancomunados, ocho regiones indígenas donde la vida se ve pasar muy cerca de las nubes, en la Sierra Norte.
Estas comunidades zapotecas abren las puertas de sus hogares para recibir a quienes huyen de las grandes ciudades y hoteles de lujo, mostrándoles sus usos y costumbres, cómo cultivar hongos y encontrar la hierba medicinal que acabe con sus achaques, en tan sólo tres días de convivencia.
Amatlán
Uno elige cómo llegar a esta comunidad: en carro, a pie, en bici o a caballo, cualquiera es recomendable. Amatlán es la cuna de los Pueblos Mancomunados que juntos reúnen historias de haciendas mineras, una sala de códices prehispánicos originales y varios centros ecoturísticos con cabañitas acogedoras.
Un recorrido imperdible es la caminata a los Pozos Sauz, donde antiguamente las mujeres zapotecas lavaban ropa. Cerca de ahí se hallaron las ruinas de Las Minas. Con la ayuda de un guía, se descienden 150 metros dentro de la tierra para descubrir cómo se explotaba el oro y la plata.
También, se puede visitar un centro de medicina tradicional. Gracias a masajes, limpias y un ritual de temazcal, el cuerpo renueva energía.
Benito Juárez
Es pionero del ecoturismo en Oaxaca, al crear la Casa del Turista conocida como Tourist Yu'u. Se trata de un dormitorio con capacidad para 21 huéspedes que, prácticamente, duermen bajo las estrellas, pues el techo es de cristal.
Es posible explorar la sierra a través de puentes colgantes de casi 150 metros de largo. Para una jornada más emocionante, hay que incluir las tres tirolesas, que juntas suman 300 metros.
En la granja del señor Eli, enseñan a preparar mole con productos orgánicos. No podemos olvidarnos de sus miradores, desde los cuales es posible acariciar las nubes y contemplar los bosques milenarios.
Cuajimoloyas
La conocen como la capital del hongo silvestre. Cada año, en el marco de la Guelaguetza, se realiza la Feria Regional de los Hongos. Son dos días en el bosque para buscar más de 350 especies, entre variedades comestibles, tóxicas y venenosas, además de otras actividades.
El primer día, los guías locales capacitan al visitante para identificarlas. Con canasta en mano, salen a recolectar. La canasta más diversa es la que ganará el concurso.
El segundo día se hace una muestra gastronómica y una presentación de las danzas más representativas en los Lunes del Cerro.
A 25 minutos del pueblo, encontrarás la tirolesa más larga del estado con mil metros de largo y 120 de alto.
Llano grande
Con apenas 130 habitantes, esta comunidad se dedica, especialmente en materia turística, a ofrecer paseos en bici de montaña. Sus rutas están diseñadas para llegar a cascadas donde trinan los jilgueros y donde los caminos son cubiertos por árboles de largas ramas que desparraman grandes cantidades de heno.
Si se busca algo único, entonces hay que levantarse a eso de las cinco de la mañana. El amanecer sorprende desde un mirador y las nubes parecen acariciar los pies.
Dicen que febrero es el mejor mes para este espectáculo. La desmañanada incluye una taza de café o chocolate recién molido.
Latuvi
Pulque y tepache le sobran a esta comunidad. Aprender su proceso le toma al viajero casi todo un día. También, se imparten talleres de mermeladas con frutas que se recolectan ahí mismo.
Por la noche, un aroma a pan horneado invade la atmósfera. Todo está listo para encender una fogata y compartir la cena que los zapotecos han preparado con esmero todo el día.
La Nevería
Es el pueblo más joven y pequeño de la Sierra Norte. Cuenta con tan sólo 100 habitantes, cuyas casas descansan sobre un valle entre montañas. Su nombre se debe a su antiguo oficio de elaboración y comercialización de hielo de forma natural, aprovechando el crudo frío del invierno.
Hoy, su principal actividad es el cultivo de árboles frutales, para el cual requieren la ayuda del turismo voluntario. A cambio del trabajo de reforestación, recibes hospedaje, alimentos y clases de medicina tradicional, basada principalmente en baños de asiento.
También, se pueden seguir rutas en bicicleta ya trazadas, excursiones a caballo y caminatas para conocer la cascada Los Arroyos, desde la cual se observan cultivos de hortalizas como habas, chícharos, mostaza, maíz, alcatraces, margaritas, manzana y tejocote.