El Papa Francisco, señaló que los refugiados, que son “gente pobre”, escapan de la guerra y del hambre. (ARCHIVO)
El Papa Francisco advirtió hoy que la ola de refugiados que en estas semanas ha llegado hasta las puertas de Europa es sólo la “punta del iceberg” de un sistema socioeconómico “malo e injusto”.
En una larga entrevista que concedió a la radio católica portuguesa Renascensa, cuyo contenido fue dado a conocer este día por el Vaticano, señaló que los refugiados, que son “gente pobre”, escapan de la guerra y del hambre.
Abundó que el sistema económico dominante ya no tiene como centro a la persona, sino que ha puesto como la cosa más importante el “dios dinero”, que es “el ídolo de moda”. Y constató que, según estadísticas, el 17 por ciento de la población del mundo tiene el 80 por ciento de las riquezas.
Afirmó que la humanidad ha perdido su capacidad de acogida y recordó su propio llamado a que cada parroquia, cada instituto religioso y cada monasterio de Europa acoja una familia.
Dijo haber pedido recibir a una familia porque ésta “da más seguridad de contención” y se puede evitar que haya “infiltraciones de otro tipo”.
“Cuando hablo de que una parroquia acoja una familia, no digo que vayan a vivir a la canónica, a la casa parroquial, sino que toda la comunidad parroquial vea si hay un lugar, un rincón de un colegio para hacer un departamentito”, explicó.
“En el peor de los casos que se alquile un modesto departamento para esa familia, pero que tengan techo, que sean acogidos, y que se los integre dentro de la comunidad. Ya hubo muchas reacciones, muchas, muchas, ¿no? Hay conventos que están casi vacíos”, añadió.
Insistió en pedir a las congregaciones que tienen conventos vacíos que los abran para los migrantes y lamentó que en algunas instituciones prevalece “tentación del dios dinero” y entonces deciden convertir esos conventos en hoteles.
Haciendo un paréntesis estableció que todas las casas religiosas dedicadas a negocios, sus administradores deben pagar los impuestos como “cualquier hijo de vecino” porque, de otra manera, el negocio “no es muy sano”.
Consideró necesario que, además de acoger a los refugiados, la comunidad internacional debería ayudar a atacar los problemas que generan la huida de los migrantes: Donde las causas son el hambre, poner fuentes de trabajo e inversiones; donde la causa es la guerra, buscar la paz.
“Hoy día, el mundo está en guerra contra sí mismo, o sea, el mundo está en guerra por entregas, por pedazos, pero también está en guerra contra la tierra, porque está destruyendo la tierra, o sea nuestra casa común, el ambiente, los glaciares se están disolviendo”, sostuvo.
Pidió a los Europeos acoger a la gente “como venga” y aseguró que el fenómeno migratorio “es una realidad”, sobre todo cuando se debe llenar un “espacio vacío”. Ponderó que la falta de hijos en un país deja ese espacio vacío, producido sobre todo por una cultura del bienestar.
“He escuchado que dicen ‘no, chicos no, preferimos viajar en las vacaciones o comprar una casa, o esto o aquello’. Y entonces, los ancianos quedan solos. Creo que el gran desafío de Europa es volver a ser la madre Europa”, apuntó.
Más adelante habló sobre el Estado Islámico, a la cual calificó como una “guerrilla terrorista sumamente cruel” que se encuentra a 400 kilómetros de Sicilia y reconoció que eso puede ser un peligro que se añade entre los refugiados.
“Nadie aseguró que Roma sea inmune a esto, ¿no?, pero se pueden tomar precauciones y la gente que viene... toda a trabajar. Claro, también hay otro problema, es que Europa tiene una crisis laboral muy grande”, dijo.
También dedicó algunas palabras a los jóvenes quienes, señaló, “son más informales y tienen su propio ritmo”. Pidió “dejarlos crecer”, acompañarlos con prudencia, saberles hablar en el momento oportuno y escucharlos mucho.
Según el Papa los jóvenes son inquietos, no quieren que los molesten, tienen ilusiones –muchas veces buenas- pero hay que respetarlos porque muchas veces ni ellos se entienden, están cambiando y están creciendo.
Empero aclaró que eso no significa que se les debe abandonar, sino –más bien- se les debe proponer tareas que les exijan y den ayuda a los demás, porque ellos se comprometen y “están involucrados”.
Por esto explicó que es importante que la catequesis católica no sea puramente teórica porque no sirve.
“La catequesis es darle doctrina para la vida y, por lo tanto, tiene que ser de tres lenguajes, con tres idiomas: el idioma de la cabeza, el idioma del corazón y el idioma de las manos”, sentenció.
