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Orgullo

Diálogo

YAMIL DARWICH

San Luis del Cordero, es cabecera municipal ubicada en el norte centro del estado de Durango y es considerado como parte de la Comarca Lagunera. Con una población cercana a los dos mil habitantes y otro tanto, o un poco más de personas emigradas a los Estados Unidos de Norteamérica, por la limitación de oportunidades y de trabajo en la región. Recuerde que, de los estados del norte de México, Durango es el más subdesarrollado, causa del fenómeno migratorio tan marcado.

El poblado es tranquilo durante buena parte del año, pero se transforma en centro de reencuentro de parientes y amigos en épocas vacacionales; entonces, las romerías son permanentes y la algarabía altera la quietud que normalmente viven sus moradores, siempre con un ambiente de marcado amor filial entre los visitantes y arraigados que disfrutan del reencuentro; de hecho, muchos de ellos tienen lazos consanguíneos entre sí, que reconocen hasta el segundo y tercer círculo familiar.

Hasta allá me llevaron dos hermanas, amigas: Amparito y Chiquis López, ambas orgullosas y enamoradas de su pueblo, al que permanentemente visitan y defienden.

Desde luego que representa un buen lugar para ejercitar mis "vicios": leer y escribir, por lo que acepté viajar hasta allá -no más de dos horas de camino- en cualquier ocasión, para poder disfrutar del pueblo, sus habitantes y sus comidas, que merecen una nota especial: los tamales, el menudo, las gordas de horno, los guisados de carne con chile rojo o verde, acompañadas con tortillas hechas a mano y los tes, entre ellos el de cenizo, el que verdaderamente compite con el mejor digestivo gourmet.

Esta vez, a inicios de noviembre, viajé para presentar el libro: "Medianoche en México", de Alfredo Corchado, reconocido periodista del Dallas Morning News, especializado en el tema del narcotráfico y los problemas y sufrimientos de los migrantes mexicanos a los EUA.

Él es un caso de éxito, por el esfuerzo y sacrificio en el estudio y el trabajo, sobresaliendo en su campo profesional.

El texto pudiera dividirse en dos grandes secciones: su extenso trabajo de investigación, que le ha llevado a recibir premios importantes de periodismo y en contraparte varias amenazas de muerte por sus denuncias públicas, que le han llevado a tener que abandonar el país en forma abrupta; la otra, referente a su biografía y recuerdos de la patria chica, particularmente del pueblo que le vio nacer.

Al leerlo, pensé se trataba del amor filial y al terruño, de alguien que era ejemplo de humanos triunfadores en su intento de sobresalir en la vida y trascender. El hecho me conmovió, pero mi sorpresa fue grande cuando asistí a la presentación del texto y me encontré con personas de ambos sexos: jóvenes, viejos y hasta menores, que se identificaban por su orgullo de ser originarios de San Luis del Cordero.

Varios de ellos, se acercaron a hablarme de las virtudes de su región y antecedentes, como haber sido fundada desde el siglo XVII, siendo inicialmente denominada "Cinco Señores" y la calidad de vida que tienen, aún con las limitaciones económicas que viven muchos, resarciéndose en armonía entre familiares y vecinos.

El diccionario define orgullo como: "exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos. Sentimiento de satisfacción hacia algo propio o cercano a uno que se considera meritorio". Eso fue lo que observé en sus habitantes, llamándome la atención lo generalizado y sublimado por todos ellos, durante los dos días que tuve de estancia.

Cuando me acerqué a diferentes personas y les pregunté por sus sentimientos de arraigo, la totalidad se mostró contenta de ser y radicar de San Luis del Cordero, lo que me pareció admirable.

Esa actitud hacia la vida y su vivienda me hizo recordar a otro enamorado de su tierra, Don Miguel Ángel Ruelas, que se refería a su tierra natal: Miguel Auza, Zacatecas, como "capital del mundo y próxima base de submarinos nucleares"; el también me llevaba, casi a rastras, a conocer la belleza del pueblo y sus gentes.

La diferencia en el caso de San Luis del Cordero, fue lo unánime en actitud de identidad y el afecto que me mostraron.

Imposible regresarme esa tarde, luego de presentado el libro, por razones de seguridad y la insistencia de que me quedara a disfrutar de la reliquia del día de finados.

No me hice del rogar y fue otra experiencia que me animó para escribir este Diálogo.

Sentado en la plaza principal frente a la parroquia, leyendo como en otras ocasiones, constaté la calidad de anfitrionía de conocidos del día anterior, todos con afecto y marcada confianza, quienes me hacían sentir en casa.

Lo anterior me animó a atreverme y escribirle, compartiéndole una reflexión: ¿por qué el resto de laguneros no somos así de intensos, al menos para defendernos?

ydarwich@ual.mx

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