En el mes de marzo, en uno de los cursos de la universidad, tuve la oportunidad de escuchar la conferencia "Mitos de Historia de México, la historia que no nos contaron" impartida por el Lic. Luis Alfredo Medina López, un joven economista recién egresado de la UAC, pero con vasta experiencia para su edad, con estudios en nuestros antecedentes y experiencia de trabajo en economía y política lagunera.
En unos cuantos minutos nos dio un repaso superficial de la Historia de México, denunciando las inexactitudes y hasta falsedades de lo que nos han enseñado en las escuelas, donde nos han construido imágenes de semidioses difíciles de imitar y por lo tanto poco inspiradores para que intentemos superarnos. Esa es una de las varias causas de nuestra falta de nacionalismo bien entendido.
Una de sus frases contundentes fue: "En estos tiempos, el mayor acto de rebeldía contra el sistema es estudiar para conocer la verdad". Gran sentencia, que fue tomada en cuenta por los estudiantes asistentes a la conferencia, quienes por cierto salieron ampliamente motivados con esa visión de logro de calidad de vida, a partir de la educación y conocimiento de quiénes somos.
Es muy temerario utilizar la palabra "culpables" para definir a todos esos escritores de la antigüedad que nos dejaron constancia de hechos históricos grandiosos, pero que nos la contaron como actos de personajes que fueron "retocados" y que más que generar inspiración y orgullo nacional nos mueven a la incredulidad y la apatía.
Hoy sabemos que los primeros escritores de la historia de México, la redactaron por haber participado en los hechos que narran y convivido con los personajes que citan; todos con tendencias a defender las posturas políticas y sociales que por sí mismos enarbolaban -lógico y normal-.
Luego apareció una segunda generación, también de escritores cultos, pero improvisados en el tema de la historia, su investigación y asentamiento por escrito, que relataron "por contrato" biografías y hechos, buscando el mejor ángulo de sus personajes y, dado el caso, ocultando las particularidades humanas que les eran negativas.
Afortunadamente, en la actualidad, contamos con una nueva generación de escritores de historia de México, con la formación profesional en la investigación y métodos documentales, que están redescubriendo a personajes nacionales, héroes y villanos, subrayando las grandezas de nuestra nación; de paso, relatando verdades antes no contadas.
Hay personajes de México que deben ser redimensionarlos, caso de Agustín de Iturbide, primer presidente de nuestra nación y que fuera el que consolidará la Independencia, haciendo su entrada triunfal a la capital, al frente del Ejército Trigarante.
Indudablemente que Don Benito Juárez fue el hombre que nos dio las bases -con la Reforma- para cimentar el buen México que nos merecemos y no hemos alcanzado, aunque hayamos olvidado sus particularidades como ser humano, hasta glorificarlo y hacerlo un ícono imposible de imitar. De él, Sara Sefchovish nos da información que lo revitaliza al hacerlo de carne y hueso.
Ni qué decir de Fernando Zamora y su novela, que afirma estar basada en hechos reales, "por abajo del agua", considerada como la primera novela de homosexuales revolucionaria. ¡Imagine tal irreverencia!
Martín Moreno, nos ha dado nuevas luces, aunque muestre sus tendencias anticlericales y de izquierda marcada, que los lectores deberán contrastar con la historia narrada por nuestro coahuilense Armando Fuentes Aguirre, de derecha conservadora.
Alfredo Medina, nos mostró evidencias de las mentiras contadas por algunos políticos en el poder y historiadores del pasado, también de las injusticias que se han hecho con personajes "que nos dieron patria" y que han sido denigrados en sus personas e intencionalidad.
Fueron muchos los personajes, pero entre ellos sobresale Porfirio Díaz, transformado en traidor por los revolucionarios que le derrocaron y que fue denigrado por los "herederos" de la guerra civil mexicana.
De él no se recuerda su visión modernizadora, la industrialización y comunicación de México con líneas ferroviarias y puertos marítimos.
Nuestro Venustiano Carranza es otro caso.
Seguramente seguirá habiendo opiniones encontradas de unos y otros historiadores, aunque que el interés de la cúpula del poder mexicano pareciera estar dirigida a mantenernos en la ignorancia, logrando entre otras cosas encarecer los libros hasta hacerlos inalcanzables para muchos de nosotros; de ahí la insistencia del conferenciante en motivar a los estudiantes universitarios presentes hacia la preparación profesional, basándose en el estudio y la buena formación humanista integral.
Ojalá que los profesores -los que verdaderamente profesan la vocación de enseñar- pidieran motivar a sus alumnos con la presencia de jóvenes como Medina, quien nos dejó otra frase sin desperdicio:
"Los pobres votan por el político que les da de comer y el político busca la ignorancia para que el pobre siga votando por la ignorancia; ese es el principal problema de México"
¿Usted qué opinión tiene?
ydarwich@ual.mx