¿Qué es lo que diferencia a una organización o empresa triunfadora de otra que no lo es?, ¿Qué es lo genera la o las ventajas competitivas entre las primeras y las demás?, ¿Qué es lo que hace a una empresa excelente?, ¿Por qué mientras unas organizaciones logran implementar reingenierías, gestión total de calidad o sistemas de mejora continua, otras no logran cosechar frutos de esos esfuerzos?, ¿Por qué es tan difícil para muchas empresas utilizar eficazmente el trabajo en equipo?, ¿Por qué empresas que llevan varios años teniendo éxito, de pronto, fracasan?, ¿Por qué algunas empresas se recuperan de grandes fracasos y otras se van en caída libre hacia la bancarrota?
Esa diferencia está en la mente de los individuos que manejan las empresas. Y más aún, si en dichas empresas se logra juntar esa capacidad mental creando sinergia mediante un equipo de trabajo efectivo. La mente de los ejecutivos de las empresas triunfadoras centra sus esfuerzos en:
•Atraer y retener talento
•Crear fidelidad de la plantilla
•Promover el aprendizaje continuo de todos los empleaos
•Obtener compromiso
•Incorporar a los trabajadores al modelo empresarial
•Crear una cultura de responsabilidad, de cumplimiento de las obligaciones
•Hacer que las personas orienten sus esfuerzos a los resultados
•Construir equipos de trabajo que realmente estén equilibrados y que funcionen.
Las empresas que llevan a la práctica los conceptos anteriores, están a la vanguardia en la revolución del pensamiento. Sobra decir que el mundo de los negocios hoy, es universal, complejo, competitivo, incierto, volátil y confuso. Por lo anterior, las organizaciones que toman conciencia de la importancia de los recursos humanos y que se preocupan de manera persistente en convertirlos en la clave del éxito, son aquellas que lograrán una muy fuerte ventaja competitiva.
Si en una empresa hay activos valorados en miles de millones de pesos y se descubriese que sólo se está empleando el 1% de esa capacidad, ¿Se preocuparía algún ejecutivo? Si la eficiencia de ese activo se multiplicase por diez, ¿Qué valor añadiría esa mejora a la rentabilidad de la empresa?
De todo lo que se sabe sobre el cerebro humano, más del 95% de ese conocimiento se ha descubierto en los últimos diez años. En 1980, los científicos decían que utilizábamos solamente el 5% de nuestra capacidad cerebral. Para final de la década muchos científicos afirmaban que la capacidad que empleábamos era realmente, del 1%. En la actualidad, muchos creen que ni siguiera llegamos a utilizar ese 1%, y todos están de acuerdo en que el potencial de mejora es enorme.
En las empresas, se dedica por lo menos un 25% o 30% de sus recursos en trabajar para solucionar problemas, corregir errores y a, de ser necesario, volver a empezar iniciando desde cero. ¿Qué ocurriría si el trabajo creativo de una empresa se combinara de manera efectiva para desarrollar maneras de eliminar estos derroches de capacidad y para aplicar esa capacidad a nuevas oportunidades de mercado? ¿Qué efecto tendría eso sobre la necesidad de reestructurar la empresa con una reducción de personal?
Las empresas están sometidas a una presión constante para reducir los precios a la vez que mejoran la calidad del producto y el servicio. Con lo anterior, el consumidor tiene mayor capacidad de elección que nunca a la hora de seleccionar un producto en los canales universales de distribución. La necesidad de seguir siendo competitivo en el mercado ha generado una oleada de reestructuraciones, reducciones de plantillas y recortes de costos, pero pocas empresas hacen esfuerzos serios por llevar al máximo el aprovechamiento del capital intelectual que tienen sus empleados.
Los supervivientes del recorte de personal quedan menos dispuestos a correr riesgos. Después de haber escapado de la guillotina del despido, lo último que quieren es llamar la atención o correr el riesgo de ponerse en la mira. Tienen miedo de generar ideas nuevas, porque creen que se les podría ridiculizar, o ser considerados como poco prácticos o, lo que es aún peor, sus ideas propuestas podrían fracasar. Creen firmemente que una persona que no dé la impresión de estar muy ocupada con su trabajo puede ser la destinataria de trabajo adicional o la elegida en la siguiente ronda de despidos. La realidad que deben entender los ejecutivos de las empresas es que para ellos mismos y sus empleados sean creativos, es necesario disponer de tiempo para pensar, porque es así como el cerebro incuba y genera respuestas creativas.
Por lo general, las estructuras y políticas organizativas suelen oponerse a los principios rectores del cerebro. Por ejemplo:
•Los equipos de gestión no establecen un objetivo o visión claro.
•Los ejecutivos no quieren recibir "malas noticias" o se aíslan de ellas.
•Los equipos de trabajo que se forman carecen de equilibrio entre cualidades y experiencias técnicas y de relación personal.
•No se comunica la información a las personas que más la necesitan.
Cualquier empresa que aplique los principios rectores del cerebro a cuestiones empresariales se asegurará una ventaja competitiva. Los empleados se centrarán en una misión común, estarán entusiasmados por la metan que persiguen y todos los trabajadores aprenderán constantemente unos de otros. De esta forma, seguirán generando el capital intelectual que servirá de base a un crecimiento rentable.
En un mundo cada día más competitivo, sólo lograrán triunfar aquellos que tomen conciencia del desafío y pongan su liderazgo y compromiso orientados a inspirar y motivar una profunda fase de cambios que modifiquen radicalmente todos aquellos paradigmas que dejaron de ser útiles para la consecución de mejores resultados, aprovechando el cerebro de los empleados para crear una empresa triunfadora.
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