No es la intención de estas reflexiones el tratar el tema de apuestas, ni de casinos o casas de juego en general; tampoco de que podamos hacer un juego de apuestas parecido a la predicción para tratar de adivinar cómo nos irá el próximo año, ya que en 2014, poco faltó para que nos fuera peor, es decir que se desbordara la violencia casi como se desbordó el discurso, las promesas y el México pintado de color de rosa; me explico: Ante la gravedad de los acontecimientos, el discurso de los beneficios por venir, ya se tratara de la economía, que nomás no repunta; del empleo que es consecuencia de ésta; de la forma de atacar el problema de la corrupción, no viendo la viga en el ojo propio; de la honestidad de los servidores públicos pretendiendo dar salida a las dudas sobre su actuación a través del desgastado argumento de que todo se hizo conforme a la Ley, situación que plantea algunas preguntas: ¿Por qué la Ley es el gran justificante de todos los desmanes?; ¿ la debemos mantener vigente aun cuando sabemos que tiene huecos, omisiones y atajos para evadirla?. Si el Cabildo aprueba que le den 80 millones de pesos al Club Santos Laguna, esta acción es legal, a pesar de no ser justa; quien tiene el poder decide de manera discrecional de acuerdo a su interés personal, y político. Es evidente que en el interés de quienes aprueban las leyes es que se mantiene este estado de cosas. No es novedad que tengamos gobiernos de ocurrencias; a pesar de la existencia de los planes de desarrollo, que bien se sabe, se hacen sólo para cumplir la formalidad de contar con ellos, la Ley obliga; así de pronto dice el alcalde que se construirá un teleférico, y el gobernador dice que serán dos; entienden que gobernar es administrar y para colmo de males lo hacen mal, deliberadamente mal. Existe un círculo vicioso que ha sido el gran obstáculo para el desarrollo: La relación entre partidos políticos y gobierno; ninguno de los dos atiende a la esencia de su origen, es decir, los partidos alojan en su seno políticos profesionales que sólo se interesan por cumplir con el interés del partido, de quien lo dirige o de quien lo controla; esta relación abandona a los representados, que bien educados, cada 3, 4 , ó 6 años son requeridos; y el conjunto de ámbitos de gobierno, entidades y dependencias públicas, al ser manejados por miembros de los mismos partidos, siguen la misma lógica de atención, y entienden que su principal obligación como gobierno es administrar, manejar los recursos y obtener los máximos beneficios y privilegios de ello. En este año 2015, tenemos la obligación - como ciudadanos- de echar abajo las apuestas de que echa mano el gobierno en esta ocasión, cuando no puede y no quiere resolver los problemas y atender a las necesidades de la sociedad: el olvido y la flaca memoria que se nos atribuye, y la temporada de fiestas. La apuesta de nosotros es la de recordar de manera permanente la falta de calidad de gobierno que padecemos, el uso de recursos públicos para mantener la clientela electoral, como las roscas de reyes que el alcalde llevó a distintas colonias de Torreón; decisiones que el gobernante toma son verdaderos actos de soberbia e insulto a la inteligencia, como el nombramiento de Eduardo Olmos como representante del gobierno de Coahuila en el DF. Como ciudadanos - no sólo porque votamos- cumplimos con la obligación de pagar impuestos; de igual forma debemos ejercer nuestro derecho de exigir nos demuestre el gobierno qué hace con ese dinero, cómo lo gasta y qué beneficios resultan. Este difícil año de 2015, necesita de que más ciudadanos nos interesemos en los asuntos de gobierno, que por definición son de interés público, interés de todos. No dejemos que la propaganda de la temporada electoral nos haga perder de vista las urgencias que tenemos y la necesidad imperante de combatir la corrupción, que en esencia es el problema central y fundamental que no se quiere atender como reforma estructural.