Ha sido bastante frecuente, que la terquedad de la realidad exhiba las incongruencias, pretensiones personalistas, caprichos y ocurrencias de los gobernantes, y más en este país. Claro que Torreón no es la excepción. La capacidad de expresión mediante la síntesis que representa un dibujo, una caricatura, exige conocimiento, sensibilidad, capacidad y pasión; así, ser "monero" -caricaturista- en un periódico no es una tarea que pueda cumplir cualquiera. La ayuda que reciben para desarrollar sus ideas tiene múltiples fuentes: Los acontecimientos, las declaraciones de los personajes públicos, el comportamiento de la madre naturaleza; cuando se llegan a combinar estos factores, el "monero" está de plácemes; sólo hay que imaginar su expresión y gusto. Participación Ciudadana 29 da seguimiento puntual a este compendio de información sintetizado que son las caricaturas, y en ese andar, encontró dos en este Diario, El Siglo de Torreón, que reflejan lo antes dicho y que por su contenido vale la pena destacar: el 11 de julio Guillermo Márquez Mitre en su caricatura "Las Típicas", representa un torreón con el agua hasta el cuello, una nube enojada descargando el chaparrón que cayó el día anterior y en uno de los lados un auto atascado y una alcantarilla tapada con 3 llantas saliendo el agua a borbotones y en todo ello la palabra inundaciones, recordando la ausencia de drenaje pluvial y la deficiencia del existente; lo de los autos atorados por los ríos que corren y se estancan en las calles, es el panorama de cada ocasión cuando la lluvia torrencial se hace presente; en la caricatura de Guayo del día siguiente, titulada ¿Cuál es el precio del teleférico? presenta el costado de lo que suponemos es el cerro de las noas donde se representa a un personaje que por los rasgos parece ser el alcalde Miguel Ángel Riquelme, quien teniendo como piso un montón de vehículos que fueron arrastrados por las aguas que bajan del cerro, este personaje sostiene un extremo de lo que parece ser el cable que soporta una canastilla de lo que se presume es el famoso teleférico del que el alcalde dice que ya existen los recursos, el proyecto ejecutivo y todo lo necesario para impulsar el desarrollo del turismo en Torreón. La realidad, con esa terquedad que la caracteriza, pone las cosas en su lugar: La necesidad de obra oculta, -la que como acción de gobierno no se ve- como lo que sería la construcción de un buen sistema de drenaje, el arreglo de las calles, el impulso de programas efectivos que se traduzcan en una ciudad limpia y atractiva, son prioridad. La visión de Márquez Mitre y Guayo, nos dicen que una cosa es lo necesario, y otra la idea personal del alcalde que se empecina en lo que se parece más a un capricho que a un proyecto que formaría parte de una visión integral de desarrollo de la ciudad. La "viabilidad técnica" que dice el alcalde tiene este proyecto del teleférico - El Siglo de Torreón, junio 3 de 2015-, no justifica dejar de atender las necesidades y demandas que plantean los ciudadanos de Torreón, que una y otra vez, la realidad, acompañada de la fuerza de la naturaleza, hace patente. Habría que preguntarles a las familias que viven en las colonias del sur y poniente de la ciudad, si les interesa el teleférico, más que el arreglo de calles y mejoramiento del sistema de drenaje, la disponibilidad de agua todos los días y con buena presión. En PC 29 seremos insistentes; queremos conocer los detalles del proyecto ejecutivo que dice el alcalde existe; queremos saber el origen y monto de los recursos federales con los que dice contar, y donde están depositados; queremos conocer los estudios de impacto ambiental que deben acompañar el proyecto; queremos que consulte con la ciudadanía las prioridades que demanda se atiendan; queremos saber cuál es el tipo de ciudad que proyecta para los siguientes 10 años. No nos es suficiente la declaración publicada de la autoridad. El gobierno, en México, ha tenido una característica que se puede decir que es histórica: Cuando atiende alguna demanda o resuelve un problema - al menos en el discurso-, lo deja a medias, tal es el caso de las carreteras que reciben mantenimiento, o las calles que se recarpetean, no tienen líneas que dividan los carriles, y así se quedan hasta que los conductores se acostumbran; otra vez la terca realidad aplica a nuestra ciudad; sucede con las calles reparadas, y con las "aportaciones voluntarias" que los empleados de confianza, dan al PRI, asunto no reconocido por el gobierno municipal. Guayo otra vez en su mono del domingo 9 de agosto pasado, presenta lo que parece ser el cuerpo de un perro de pelea, y la cara que se parece a la del alcalde Miguel Ángel Riquelme, que no sólo tiene un hueso en el hocico, sino la parte de un brazo que arrancó de un cuerpo, con la leyenda "cuota voluntaria" que tiene en la mano algunos billetes, y que da por título ¡A la brava!. Tal parece que la apreciación sigue siendo la de la existencia y actuación de un gobernante autoritario. Los tres monos se coluden con esa terca realidad que todo lo hecha a perder.
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