ENTRADA.- El presidente Enrique Peña Nieto no goza del reconocimiento ni simpatía de los mexicanos, esto es verdad si nos atenemos a las encuestas que como mandatario se han publicado este mes. La última encuesta reveló que solamente 33.4 % de los mexicanos aprueba su administración. Esto afirma que el 66.6 % no aprueba su trabajo.
SOPA.- Y uno se preguntaría con el ánimo de tratar de entender esos números; ¿ha sido tan mala la administración de Peña Nieto como para ser reprobado por sus ciudadanos? ¿Su actuación ha causado tantos daños al país como para ser castigado en las encuestas con tan baja aceptación?
En lo personal no lo creo. Y no es que trate de defender al presidente de México que no lo necesita, pues él sabe defenderse solo y tiene además el poder y recursos del estado para hacerlo. Trato únicamente de hacer un ejercicio para poder entender la razón por la cual pervive esa percepción del imaginario colectivo que lo reprueba sin misericordia.
PLATO FUERTE.- Desde el primer día cuando tomó posesión se desató una serie de manifestaciones callejeras con enmascarados que en vandalismo puro, destrozaron comercios frente al Palacio de las Bellas Artes golpeando policías y transeúntes. Estos grupos son los mismos que durante tres años han venido bloqueando autopistas, destruyendo y quemando edificios públicos y privados. Son los mismos que diariamente se enfrentan violentamente a la policías para provocarlas y conseguir unos muertitos para su causa.
Peña Nieto logró en un año se aprobaran reformas estructurales que afectaron intereses de grupos económicos, sindicales y políticos poderosos. La Reforma Educativa y ahí seguimos viendo los anarcolocos del CNTE oponiéndose a su evaluación en una rebeldía que no parece tener fin. La de Telecomunicaciones que golpeó los bolsillos de los dos oligopolios de la televisión, a propietarios de la radio y de los teléfonos celulares. La propuesta para eliminar a los 100 diputados plurinominales golpeó también el bolsillo de los Partidos Políticos. La Energética que acabó con los paradigmas históricos del petróleo. La Reforma en materia de Competencia Económica. La Reforma Financiera y Hacendaria y la Laboral, por mencionar las principales.
Otros puntos en favor del ejecutivo son: el crecimiento económico que aunque apenas del 2.5 % somos el único país que crece en Latinoamérica (durante 12 años de Fox y Calderón crecimos menos del 1%). Hemos tenido estabilidad económica y mínima inflación, se han creado fuentes de trabajo y el país funciona. Todo esto parecería cosa fácil de lograr, pero no lo es en este mundo convulso que vivimos.
Contabilicemos ahora lo negativo: El enojoso asunto de la "Casa Blanca" y la de Videgaray que nunca quedaron debidamente aclarados; la fuga del "Chapo" (Peña Nieto no era el carcelero); el aumento de la pobreza y la desigualdad social (la miseria en México no es de ahora, viene de siglos y no puede ser imputable a los tres años de este gobierno); los asesinatos en Ayotzinapa como resultado de un enfrentamiento entre bandas rivales del crimen organizado. Este ha sido un asunto inteligentemente manipulado por grupos políticos para imputarle los crímenes al "Estado". Esto lo ha desgastado irreversiblemente.
El asunto de los asesinatos, desaparecidos y secuestros casi todos están conectados con el crimen organizado; pero ahora tratan de hacer responsable al "Estado". Históricamente los derechos humanos tienen su origen para la defensa de las garantías individuales del ciudadano frente a los abusos del poder público y la opresión del estado. Cuando el Estado usando su poder vía las fuerzas policiacas asesina, desaparece, priva ilegalmente de su libertad, o viola los derechos fundamentales del hombre, deberán intervenir las comisiones de derechos humanos; pero cuando se trata de crímenes cometidos por grupos delincuenciales entre sí por sus guerras por el mercado y plazas, (no por elementos del Estado) la cosa es muy diferente.
POSTRE.- Peña Nieto no es, ni mucho menos, el peor presidente de los tantos que hemos tenido y sufrido, pero padece de algún mal signo o gafe que lo persigue. Si no merece calificación de diez, por lo menos un cinco o un seis serían más justos.
DIGESTIVO.- Terminé como empecé: sin entender la razón de tan baja calificación.