Cía. Industrial Jabonera de La Laguna, S.A., en 1887, en Gómez Palacio, Dgo., y después fue: “Cía. Industrial Jabonera La Esperanza, S.A.”.
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"FUNDADORES DE TORREÓN Y LA LAGUNA", D. JUAN F. BRITTINGHAM Y D. FRANCISCO BELDEN, fundadores de la Cía. Industrial Jabonera de La Laguna, S. A. en 1887, y después llamada Cía. Industrial Jabonera La Esperanza, S.A., en Gómez Palacio, Dgo., como sigue:
"...La reconstrucción de la fábrica fue de grandes dimensiones para aquella época y para tener una idea clara, transcribo a continuación un párrafo del 'Álbum de la Paz y del Trabajo', que fue editado a nivel nacional para celebrar las fiestas del Centenario en 1910, y dice así:
"...La magnitud de la factoría de que venimos ocupándonos, con sus galerías de más de cien metros de largo, su departamento de calderas, en el que funcionaban veinte de ellas; el salón donde se enfrían las grandes maquetas de jabón, construido de láminas de hierro y que cubre una superficie de 3,200 metros cuadrados; el gran tinaco de hierro, que contiene más de tres millones de litros de aceite, y los tres pequeños (¡pequeños!) con capacidad para cuatrocientos mil litros de aceite cada uno...".
También se construyó un gran depósito de agua en el cerro de "Trincheras" con capacidad para 2'000,000 de litros para apagar cualquier incendio futuro.
"El capital de la fábrica era de $2'000,000.00 que fue aumentado en junio de 1900 con $500,000.00 más para la fábrica de glicerina. Las ventas de productos, según lo asienta el álbum mencionado, era de productos de jabón, la cantidad anual de $4'000,000.00; pastas y brillantinas, $450,000.00; aceites $1'200,000.00; y glicerina $720,000.00; dando un total de ventas de $6'370,000.00.
"El año de 1898, el señor Brittingham constituyó un sindicato que agrupaba a los dueños de pequeñas fábricas o molinos y a los productores de algodón de una extensa región para producir jabón, aceite, glicerinas, etc., en gran escala y surtir los estados circunvecinos y otros más lejanos, de estas mercancías.
"Dinamita: era don Juan F. Brittingham un hombre de negocios en toda la extensión de la palabra, y además contaba con la preparación suficiente para dirigir grandes empresas. Así fue un factor importante en la instalación de la fábrica de dinamita, establecida en Dinamita, Dgo.
"Tranvías de multas: Viendo las necesidades regionales de transportar tanto personas como carga entre las ciudades de Gómez Palacio y Lerdo y la Villa de Torreón, se organizó un grupo de gente de empresa para establecer un tranvía de multas, que partía de Gómez a Lerdo y Lerdo a Torreón. Esto ocurrió en diciembre de 1898, cuando comenzó sus operaciones ese medio de transporte. Su presidente fue don Juan F. Brittingham, el secretario, don Miguel Torres y el tesorero, don Carlos Michaud, misma compañía que estuvo transitando hasta 1901, en que entró en servicio una nueva compañía organizada con otros hombres de empresa y ya con la concesión de los tranvías eléctricos, de los que hablaremos en otra parte de este libro.
"Todo un caballero: Este personaje de esmerada educación y gran capacidad administrativa, que en un tiempo su familia quería que se dedicara a la abogacía, y para la cual no tenía vocación ni era de su agrado el constante pelear en los tribunales, dado su gran bonhomía.
"Veamos lo que se escribió en el 'Álbum de la Paz y del Trabajo' en 1910, sobre este personaje: 'El señor Brittingham es un ejemplo comprobatorio de esta verdad. No es el único que podemos presentar, pero sí el que tiene más relieve, por lo que nos servimos de él como de un prototipo.
"Por último, diremos de este caballero que pocos hombres han sabido captarse simpatías tan grandes e intensas de sus asociados, de sus empleados y de sus obreros. Verdad es que con TODOS ES IGUALMENTE AFABLE Y CORTÉS, Y SIEMPRE ENCUENTRA EN ÉL LA MEJOR DISPOSICIÓN PARA HACER EL BIEN, PARA ALENTAR Y PARA RECOMPENSAR LARGAMENTE".
"Todavía por el año de 1910, en que se editó 'El Álbum de la Paz y del Trabajo', se encontraba don Juan F. Brittingham al frente de sus negocios en Gómez Palacio, Dgo., pero algunos años después, sin saber cuántos, vendió sus negocios en esta región y trasladó su residencia a la ciudad de Monterrey donde se dedicó a emprender nuevos negocios.
"REGRESA A SU PAÍS NATAL Y MUERE: Ya habiendo hecho una fecunda labor de trabajo en nuestro país, el señor Brittingham decide regresar a pasar los últimos años de su vida en su patria, a la tierra de sus padres, y allí muere en el año de 1939, a la edad de 80. Descanse en paz este hombre que supo ganarse el cariño de los que le sirvieron, de los que le conocieron y trataron; que dejó una honda huella en el progreso de los albores de nuestra Comarca Lagunera.
