Sin duda la globalización es un hecho contundente. No es algo muy poético, pero recordamos las palabras del autor cuando afirma que el mar empieza donde lo ves por vez primera, pero te sale al encuentro por todas partes. Así la globalización: no sabemos dónde empezó ni cuándo terminará, pero queda claro que tiene que ver con todos los aspectos de nuestra vida.
Las personas están conectadas como nunca antes, priva la sensación que todo está cerca. Los medios de comunicación refuerzan esa sensación. La semana pasada se anunció los nombres de los ganadores del Premio Nobel, acontecimiento que ocurre en un lugar tan distante como Ginebra, Suiza, se vuelve noticia en el mismo momento, en todo el mundo. No hay distancias, todo es al instante.
No siempre ha sido así. Por decir algo, en la época de la colonia, en la Nueva España, hoy México, una orden que el rey emitida en la metrópoli, tardaba por lo menos un mes en llegar a su destino.
Ahora todo es global, sin embargo no siempre tenemos plena conciencia de ello. Me quiero referir aquí a la moda de rescatar el centro o algún barrio característico de las ciudades. El discurso es tan similar que todos parecen seguir un guion de novela. Los barrios al caso se definen como necesitados de regeneración, modernización, revitalización. Lo que ocurre es la llegada de importantes inversiones, reactivación económica, incremento del movimiento y la revitalización del barrio.
El proceso se ha vuelto cliché. Los especialistas le llaman gentrificación. Palabra de raíz sajona que hace referencia al fenómeno por el cual la población de un barrio deteriorado y usualmente pobre de la ciudad se transforma y es desplazada por gente de mayor nivel adquisitivo, todo en medio de la renovación de la infraestructura urbana.
Es una especie de 'hipsterización económica'. Caricatura elaborada para describir fenómenos ocurridos durante la Gran Depresión de los años treinta y supone que el otorgar incentivos fiscales, créditos y beneficios a las empresas y a la clase media-alta será tan provechoso que la riqueza se "desparramará" y llegará así a los pobres.
En nuestro mundo occidental se reportan intervenciones urbanas en diferentes ciudades. Es el caso de Filadelfia, Estados Unidos, donde la empresa de trenes interurbanos Amtrak, ha realizado una inversión importante de dinero. Se ha contratado a una famosa artista alemana para crear un gran mural tipo grafiti. El trabajo que se anuncia como la lucha contra el deterioro urbano a través del arte, no es otra cosa sino un esfuerzo por ocultar la pobreza y miseria en que vive la población detrás del mural recién levantado. Filadelfia está en la lista de las ciudades con las tasas más altas de pobreza en la Unión Americana.
Pero lo mismo sucede en los barrios de Harlem o el Bronx en Nueva York, también en barrios en las ciudades europeas de París, Milán o Barcelona.
Los urbanistas hablan de 'regeneración urbana' y sus soluciones están encaminadas a combatir la falta de vida y el letargo, cuando el problema de fondo es la enorme desigualdad económica que le es inherente al modelo de desarrollo capitalista. La gente pobre que ocupa estos espacios es obligada a salir y desplazarse a las periferias cada vez más alejadas y equipadas apenas con los servicios más básicos.
Para los pobres los organismos internacionales ofrecen el discurso de la cohesión social, que no es otra cosa sino apelar tanto al sentido de pertenencia de los individuos a determinada colectividad como a las condiciones estructurales de bienes y servicios básicos y fundamentales como agua, drenaje, calles pavimentadas que han de proveer los gobiernos locales.
En todo este proceso Torreón no se queda atrás. Se está haciendo una intervención sobre la avenida Morelos y el centro la ciudad. Se están 'regenerando' los espacios urbanos. La modernidad está regresando a esta zona, ahora 'bonita' de la ciudad. El precio parece sencillo, el desplazamiento de quienes todos estos años heroicamente han mantenido abiertos sus negocios en la zona. Como sea, hay propuestas genuinas que pasan por el reconocimiento de esa gente a seguir ahí, donde siempre han vivido. Las tiendas ancla y una modernización salvaje no son el único modelo de desarrollo.
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