Frecuentemente el inicio del año nos toma por sorpresa: ¿2015? ¿Ya es 18 de enero? ¡Y este extraño sentimiento que el 2014 se nos escapó entre los dedos! Todos vivimos con esta conciencia viva de estar inexorablemente sobre esta corriente del tiempo. Somos un corto instante sumergidos en el tiempo. Paradójicamente, para calmar un poco la fuga del tiempo que vuela y que nos lleva con él, no es inútil que regresemos - un poco, un poco solamente porque la nostalgia es una mala compañía - sobre el tiempo que se ha ido, todo ese pasado que nos ha tejido, de ayer y antier, que nos ha hecho lo que somos y que nos hará -en parte - lo que llegaremos a ser… Nosotros somos en efecto el fruto de nuestra propia historia. Nuestra identidad personal y lagunera se ha forjado, nutrida de aquello que hemos vivido. Nuestras alegrías y nuestras lágrimas de ayer, nuestros combates y nuestras elecciones y decisiones; nuestras heridas y los mil y un encuentros de nuestra historia nacional y local, son la sabia de este árbol que somos. Hacer memoria del camino recorrido, no para llorar los errores, sino para simplemente acoger este pasado tal cual es, sin culpar a la mala suerte o a otros, sino descubriendo las causas reales de la situación que ahora afrontamos. Tal vez perdonar lo que necesite ser perdonado y poner el remiendo a la dañada tela de los días, para vestirnos el 2015 y poner en él los proyectos a realizar.
Pero sin borrar la palabra "ideal" de nuestro vocabulario. Esa pequeña luz, que como una estrella, nos hace detener el rumbo que no lleva, sino a la muerte y nos proyecta, como aquellos tres "viajeros" del Evangelio, a salir de nosotros mismos, a tomar con confianza la ruta, no obstante, las oscuridades que aún estamos viendo en este inicio de año, para intentar ver claro en nuestras vidas.
Si, "intentar ver claro", en nosotros, en nuestra región Lagunera, en nuestro México y en nuestro mundo, no obstante, tantas incertidumbres (petróleo, elecciones intermedias, corrupción, violencia, impunidad, pobreza, deudas…). Intentar ver claro este año para ofrecer, contra viento y marea, un poco de claridad entre tantas penumbras. ¿Intentar ver claro? Es lo que necesita el 2015. Juntos tratemos de hacer de cada día, cada semana, cada mes de este nuevo año, un sendero de claridad. Dentro de nosotros y en torno a nosotros. Atrevámonos a ponernos en camino, ¿A dónde? Comencemos por salir de nosotros mismos. Salir cada uno y como grupo, colonia, sindicato, comunidad eclesial, partido, etc. en contraposición al egoísmo personal y de grupos que nos caracterizó el año pasada y que nos tiene en la penosa situación que hoy padecemos: Crisis de seguridad, crisis moral, crisis de gobierno, crisis de familia, crisis de valores, crisis económica…
La salida fuera de nosotros no consiste en el concepto de "interés general", del que tanto hablan los políticos, sino en el de "bien común" que no es lo mismo. No se trata de las cosas comunes que debemos conservar, como el agua que no debemos desperdiciar. Es más que eso, es incluso más que buscar el interés general más allá de los intereses particulares. Los hombres se mueven por los intereses, dicen los economistas. Es eso lo que nos ha llevado a la crisis actual. Si continuamos dejándonos llevar por nuestros intereses, sumándolos para formar el interés general, no resolveremos nada. El bien común es el bien de todos los miembros de la humanidad. Actuar por el bien común es actuar por un camino que sea bueno para todos los hombres, comenzando por los más necesitados, los más débiles, los más pobres. Esto pasa por dos principios: En primer lugar el "destino universal de los bienes" - y no solamente de los "bienes comunes", como el agua o el patrimonio ecológico. Los bienes disponibles no deben ser reservados a aquellos que pueden apropiárselos. El rol de la política es hacer que todos puedan acceder a aquello que les es necesario para vivir. De ahí el segundo principio: La solidaridad. Solidaridad quiere decir tener juntos, "hacer un cuerpo", un organismo vivo del que todos formamos parte.
Desde el momento en que comenzamos a vivir esta crisis, mucha gente comenzó a cuestionarse su cerrazón como contraria a la misma persona. Así, por ejemplo, se ha ido descubriendo la contradicción existente en los partidos que luchan sólo por sus intereses partidistas, políticos que sólo se sirven a sí mismos, sindicatos que no consideran los intereses de la sociedad de la que son parte, ciudadanos desinteresados de su ciudad. El bien común no es una utopía irrealizable, sino la luz que pueda dar rumbos nuevos en este "salir de nosotros" al iniciar el año; es la exigencia que nace de la naturaleza misma del hombre, que se define como "el ser para el otro".
La construcción de la paz se fundamenta en el respeto de la vida humana, de toda vida humana y de plenitud de vida humana, que no sólo busca "bajar índices de violencia", sino que descubre en el otro una dimensión que va más allá de su existencia terrena, la cual toma valor en ella y se hace "sagrada" (la propia y la de todo ser humano) para ser cuidada y protegida y desarrollada en el amor. Las acciones de este año se deben planear desde la perspectiva amplia del bien común. Si en este inicio de 2015, podemos pensar ya no más en términos de interés general, sino de bien común, entonces este año podrá ser… un buen año.
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