El nacimiento nos da la nacionalidad, pero la ciudadanía requiere una formación. No se es ciudadano lerdense, gomezpalatino por el simple hecho de llegar a la mayoría de edad y sacar la credencial de elector.
Somos ciudadanos en una comunidad regional que nos identifica como laguneros; como una meta-urbe que no absorbe, sino que enriquece nuestro ser de alguna de las ciudades de la región. La "civitas" es la expresión de la esencia del hombre: persona-interpersona; ser-para-el-otro; no sólo como manada, enjambre u hormiguero, aun cuando éstos puedan tener una extraordinaria organización, sino como relación de seres humanos para perfeccionarse; La ciudad es civilización; espacio que crea el hombre y crea al hombre. La sentencia bíblica "no es bueno que el hombre esté sólo…" (Gn. 2, 18) se extiende más allá de la unión matrimonial, para engendrar vida nueva. Vida humana en plenitud. Construir una ciudad, ser parte de ella, participar en su desarrollo, defenderla, dirigirla, ¡claro que enorgullece! Nos hace parte de un gran proyecto.
La ciudad, sin embargo, pierde su esencia cuando deja de ser espacio de desarrollo personal. Cuando deshumaniza, absorbe, mata. Cuando deja de ser cuna, nido, familia. Es entonces cuando los ciudadanos deben corregir rumbos, cambiar estrategias y transformar sistemas deshumanizantes. Para ello es necesario analizar todo lo que va en contra del ser humano: El tamaño de ciudad, el estilo de las casas, la calidad del transporte, los espacios públicos, expresiones culturales, el sistema económico, las políticas públicas, la educación… La crisis de nuestro país y de nuestras ciudades hermanas está exigiendo ciudadanos y no sólo habitantes. La necesidad de acciones coordinadas de autoridades estatales de Durango y Coahuila y de todos los municipios conurbados de la región, no puede quedar postergada ni sujeta a intereses de monopolios nacionales e internacionales ni de partidos o individuos. El nuevo rumbo de promoción humana espera de los ciudadanos una participación activa y sabia. La coyuntura de las elecciones intermedias es una buena oportunidad para incidir en la reconstrucción de la urbe, aunque el votar es sólo una pequeña parte de lo mucho que hay que hacer por ciudadanizar. Liderazgos nuevos, optimización de recursos, promoción humana, desarrollo comunitario, eficiencia gubernamental, aplicación de leyes, conquista de espacios públicos, adaptación a la realidad y al tiempo, promoción humana en vez de asistencialismo denigrante…
Ciudadanizar es recuperar el protagonismo de cada ciudadano en la solución de sus propios problemas y los de la comunidad; es el desarrollo de la creatividad como elemento propiamente humano; es la promoción de todo hombre y de todos los hombres, sin marginaciones o discriminaciones.
La justicia basada en la igualdad humana y en los derechos de cada cual, es presupuesto y exigencia del amor verdadero. No se puede dar una ayuda como caridad cuando le corresponde por justicia. Ayer que celebrábamos el Día del Amor y la Amistad, hemos podido constatar que muchas expresiones personales y gubernamentales de amor son una mentira. No puede haber verdadero amor donde es pisoteado el derecho: El amor despierta ante todo el sentido de la justicia rigurosa e inspira su observancia. "Dígame, en conciencia, ¿usted puede considerar verdaderamente libre a un hombre que tiene hambre, que está en la miseria, que no tiene trabajo, que es humillado porque no sabe mantener a sus hijos y educarlos? Este no es un hombre libre. Será libre de maldecir, de lanzar reclamos y protestas, pero esta no es libertad. La libertad sin justicia social es una conquista vana" (Sandro Pertini, político italiano).
La situación socio-económica de nuestra región aumenta en forma inquietante sus niveles de pobreza. Altos porcentajes de la población se encuentran excluidos, y esta exclusión no sólo impacta en lo social, económico o laboral, sino también en la subjetividad de las personas: Algunos de los problemas que deben enfrentar y que reflejan su deshumanización al autoexcluirse del desarrollo son: Baja su autoestima, aumenta la apatía, sin ánimo de mejorar, se cae en la drogadicción, en el alcoholismo, en la estigmatización (tu no sirves, no tienes, no vales…), se desarrolla la cultura de la mendicidad, se pierde la capacidad de soñar, de crear.
La participación de los diferentes sectores de la sociedad compartiendo sentimientos, pensamientos, propuestas y proyectos fortalecerá a la sociedad civil y podrá hacer frente a los embates de un sistema que, basado en el individualismo egoísta y encerrado en sí mismo, ha creado monadas incomunicables, inhumanas; basado en el sistema neoliberal que considera el valor de la persona sólo en el tener y en el poder y convierte al otro en enemigo al que hay combatir encarnizadamente para poder subir sobre los demás. Fuerzas poderosas tendrán que vencerse; rumbos nuevos deberán tomarse, inercias deberán ser superadas. Ciudadanizar implica dignificar a hombres y mujeres para que dejen de ser esclavos, temerosos, agachados. La ciudadanía forma en la creatividad y en el discernimiento para descubrir las trampas y crear soluciones de libertad ante controles, esclavitudes, manipulaciones y engaños. Formar ciudadanía es formar en la solidaridad, en el trabajo en equipo, en la capacidad de organización.
Las soluciones propuestas por el gobierno en turno en todos sus niveles quiere dejar fuera a la sociedad en vez de ser la primera responsable del desarrollo, Se sigue insistiendo en la idea de que son el estado y el mercado los dos instrumentos que van a solucionar la problemática nacional; sólo se le concede al ciudadano un papel de observador y presentador de propuestas a los ámbitos gubernamentales; Nos quieren hacer creer que es el Estado quien colaborará con el mercado para generar las condiciones para la justicia, unidad y el desarrollo con justicia y dignidad. Pero eso no forma ciudadanos. Ahora que ha despertado la sociedad, se le quiere acallar nuevamente con una serie de acciones que no son, sino más promesas a un pueblo que ya no les cree ni el bendito. La falta de promoción de la participación ciudadana, precisamente en el momento que ésta está queriendo despertar, es una deficiencia que va en contra del despertar nacional. La sociedad no es sólo el receptor de beneficios del Estado y del mercado, sino el motor fundamental y la primera responsable del desarrollo del país. La ceguera de un gobierno autoritario, radica en no comprender hasta qué punto es opresivo mantener al pueblo sin formar en ciudadanía. El autoritarismo rechaza las pretensiones de ciudadanización como dañinas, que es preciso curar con una represión política.
La ciudadanía ha comenzado a pensar por sí misma y a juzgar sobre la ética que tiene a la persona como centro y valor fundamental. Los espacios en que la ciudadanía tiene su misión son las familias, las escuelas, las universidades, las iglesias y demás organizaciones que tienen un rol fundamental que cumplir de acuerdo a sus propias tareas y en los lugares propios de cada una (casa, aula, templos, medios de comunicación, redes, etc.), para que los ciudadanos construyamos la ciudad. Las organizaciones diversas ya existentes y todas las que puedan crearse, serán un signo de que pasamos de ser "habitantes" a ser ciudadanos constructores de nuestras poblaciones.
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