Político: Artista, técnico y sabio
La política es una conjugación de arte, de técnica y de saber. La candidatura del jugador de futbol Cuauhtémoc Blanco y de la conocida actriz lagunera Carmen Salinas, para las diputaciones plurinominales del PRI, además de otras nominaciones, ha puesto en la mira el tema del perfil que debe tener un político. ¿Basta la fama? Sus cualidades deportivas e histriónicas les han ganado un puesto en el corazón del pueblo...
¿pero son esas cualidades las que se necesitan para ser diputado? En general todo puesto en cualquier trabajo requiere una capacidad para desempeñarlo. La política es demasiado importante como para dejarla en manos de inexpertos aficionados. En cuanto a ciencia, la política pertenece a los saberes positivos. Como acción y como ciencia, goza de plena autonomía. Pero no supone negar su referencia al universo de la ética, pues como actividad humana que es, adquiere toda la densidad propia de la persona. La responsabilidad en la actividad política es la concretización de esa capacitación necesaria; el objetivo es la realización del bien común que es una tarea inacabable por lo que está en constante tensión.
Entrando en una secretaría de un municipio de nuestra Comarca Lagunera encontré un amigo desempeñando su puesto con gran profesionalismo, basado en una capacitación precisamente en ciencias políticas y me sorprendió agradablemente ver su manera eficiente de desempeñar su función. Desafortunadamente ha dejado el puesto, seguramente no por falta de preparación. En el otro extremo está la ineficiencia y mala calidad mostrada en la prestación de diversos servicios. Los ejemplos saltan a la vista. Dispendio de recursos, obras carísimas y de mala calidad.
La "autoritas" del supino "autum" habla de que cada uno sea autor responsable y la persona que me ayuda a ser "autor" es la autoridad. La autoridad está basada en el servicio. Tienen la llave del poder y no la van a emplear bien si no les exigimos. Todo el poder viene del pueblo. Por la manera en que sirven reconocemos en ellos la autoridad. Es por ello que hay que formarlos para que ejerzan la política como una manera organizada y sistemática del amor. La política es el arte de la sincronía y no de varias velocidades. Las desigualdades entre norte y sur, entre colonias y Centro, entre Gómez, Torreón y Lerdo, entre metrobús y camiones lentos y viejos, entre diputados y pepenadores es un anacronismo. Es seudocracia.
La comunidad política nace de la insuficiencia de la comunidad civil para realizar una vida plenamente humana. Los grupos inferiores la necesitan para alcanzar el bien común necesario en orden al pleno desarrollo de los individuos y de los grupos humanos. Las cualidades o perfil de los políticos se basan en la tarea que tienen para transformar a la humanidad. Lo que caracteriza la vida política para realizar una vida plenamente humana, es que considera a los hombres no sólo como "homo economicus" cuyo valor depende únicamente de su capacidad de producción, sino como "ciudadanos", reconocidos por todos y cuyos derechos fundamentales se hayan protegidos. Escapa de los estrechos límites familiares y de grupo, para entrar en una comunidad más vasta, rica y enriquecedora. Las obligaciones y responsabilidades se amplían por tanto más allá de intereses personales o de grupo, llegando al bien común de la comunidad en su totalidad. Toca a la política contribuir a construir eficazmente este fin. Por eso mismo se debe afirmar que la comunidad política (y la autoridad pública) se fundan en el naturaleza humana. El Estado es una corporación orgánica necesaria para que los hombres vivan juntos, en paz y en orden, con justicia y prosperidad. En la medida que se realice este cometido con efectividad y profesionalismo será un buen gobierno. "El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones puedan lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección" (Gaudium et Spes 74). Fuera del bien común la comunidad política no encuentra sentido ni justificación, convirtiéndose en puro instrumento de dominación de unos hombres por otros.
La autoridad coordina y hace converger hacia ese bien común los esfuerzos de las distintas personas y de los diversos grupos de manera libre y responsable. Sólo así el sometimiento a la autoridad no es una humillación, sino una liberación. Tiende a formar un tipo de hombre culto, pacífico y benévolo respecto a los demás, para el provecho de toda la familia humana. No sólo Cuauhtémoc Blanco y Carmen Salinas, sino cada persona que desee ser legislador o autoridad, deberá tener la preparación necesaria para este fin. Los regímenes monárquicos preparaban con cuidado desde niños, las virtudes necesarias para ejercer el poder. Ahora el régimen democrático nos impone la grave responsabilidad de seleccionar a los más aptos para las diversas funciones públicas, exigir que cumplan su función y removerlos de su cargo si no realizan convenientemente el papel que se les encomendó. Si las estructuras político-jurídicas están fallando en la manera de seleccionar a los más aptos, habrá que cuestionar incluso a esas estructuras (partidos, institutos electorales).
El cambio de personas, de estructuras e incluso de formas de gobierno es un privilegio del pueblo reconocido en la misma constitución. Para que la cooperación ciudadana responsable pueda lograr resultados felices en el curso diario de la vida pública, es necesario un orden jurídico positivo que establezca la adecuada selección de legisladores y demás autoridades, preparados de acuerdo a sus diversas funciones. La pesada carga de la libertad política requiere mantener la voluntad moral democrática. No cedamos a unos ineptos esta carga para dedicarnos a nuestras diversiones o negocios. Sigamos buscando la utopía de la igualdad como el ámbito más adecuado para pensar y realizar la democracia.
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