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PIÉNSALE, PIÉNSALE

'Ni los veo ni los oigo' Globalización de la caridad vs globalización de la indiferencia

ARTURO MACÍAS PEDROZA

Es tiempo de cambios. El fracaso del individualismo es insostenible. Sólo regresando a lo que pertenece a nuestra misma naturaleza: la interpersonalidad, podremos retomar el rumbo de la humanización. Inconscientes del amor incondicional de Dios por cada uno de nosotros, nos olvidamos de los demás.

Habituados a la violencia, la pobreza, la injusticia, la impunidad y la corrupción, ya no nos interesan los problemas y sufrimientos de los demás. Se ha cauterizado nuestra conciencia y nuestro corazón cae en la indiferencia que ha tomado dimensiones mundiales. Podemos decir con el Papa Francisco que hay una globalización de la indiferencia. En la clase dirigente se percibe esta indiferencia en la incapacidad de cambiar rumbo, no obstante, las situaciones dramáticas de la injusta distribución de bienes y de la impartición de justicia, entre otras cosas. Ni el rechazo de la comunidad internacional, ni las presiones que se han manifestado internamente y de variadas formas, han sido suficientes para conmover a un grupo con el poder político y económico. Las imágenes de madres llorando por sus hijos desaparecidos o asesinados, de niños en situación de pobreza extrema, de fosas rebosantes de muertos, no han sido suficientes para actuar en consecuencia. Mucho menos han calado firmas, protestas, declaraciones o recriminaciones. Gómez y Lerdo tienen imágenes dantescas que no han sido atendidas: Estamos aún en los primeros lugares en muchos indicadores de la violencia. Si eso que es tan fuerte no ha conmovido los corazones de quienes les corresponde por oficio atenderlo, menos aún lo relacionado con la reactivación del comercio, generación de empleos, imagen urbana (baches y limpieza), transporte público (lento, viejo e ineficiente), etc. que también producen mucho sufrimiento.

"Ni los veo, ni los oigo" se ha hecho el lema de toda la población y no sólo de la clase dirigente, según la famosa frase de Carlos Salinas de Gortari en 1989 al ser abucheado en un informe de gobierno en la Cámara de Diputados. El sistema neoliberal nos ha encerrado en nosotros mismos; egoístas tenemos a todos como enemigos, competidores de nuestra búsqueda de ser el "número uno". De este modo, el que sufre no sólo no me interesa, sino que conviene a mis planes de dominio y de poder.

También el hedonismo o búsqueda vacía del placer por el placer, impide ir más allá de nosotros mismos. Si el fin de nuestra existencia se encuentra en esta vida, el interesarme por el otro nunca será una opción.

El pluralismo axiológico también nos hace insensibles ante el sufrimiento ajeno, pues sólo considera válido lo que cada quien piense. La nueva jerarquía de valores que rigen a la sociedad ya no son de nivel comunitario: La vida consumista, la liberación personal, el culto al cuerpo, la vivencia exagerada de lo emotivo y la vivencia intensa del presente, no son valores que lancen al altruismo.

Originariamente la sexualidad sería un medio privilegiado para el encuentro y ayuda mutua, pero cuando el ejercicio de la sexualidad es sólo considerado como un juego o como búsqueda de satisfacción y placer, es normal que se rechacen las relaciones auténticamente interpersonales. Nos separamos del "otro" que ya no es compañero de igual dignidad. El sexo es un juego que sólo busca satisfacción y placer, rompiendo con el amor, con el matrimonio y con la procreación; es decir, con restablecer relaciones sanas con los demás.

Otra tendencia actual que contribuye a la globalización de la indiferencia es la mentalidad que busca el tener y no el ser. Convertido el otro en un objeto.

Hay que considerar también la realidad virtual que nos hace huir a la realidad dura y hostil para encerrarnos en un paraíso simulado que busca (sin lograrlo) colmar el vacío personal

No obstante, estas tendencias mundiales, el pueblo de México sigue siendo un pueblo solidario, que sabe encontrar en medio de las situaciones difíciles razones para la esperanza y la alegría y expresa en su gusto por la fiesta, por la convivencia y en el gran valor que da a la vida familiar. Es por eso que el cambio de época que estamos viviendo deberá tomar en cuenta las características de esta identidad nacional que, superando la indiferencia, halle nuevos caminos de renovación, que nos haga descubrir el dolor y el sufrimiento de las personas que son víctimas. Somos depositarios de la acción divina y, agradecidos, nos hacemos también solidarios de los demás rompiendo la desesperanza. Lo grandes ideales de otros tiempos deben ser retomados por medio de una globalización de la caridad que haga descubrir al que sufre y le regrese la esperanza.

La globalización de la caridad nos conecta no sólo con el "otro" actual. Considerada desde la perspectiva trascendente, nos unimos al totalmente "Otro" (Dios), que se ha hecho "uno de nosotros" y nos une a su proyecto que proviene del pasado. Proyecto de un reino donde no habrá ni tristeza ni llanto y hace renacer la esperanza y supera el "presentismo" que no considera el futuro ni el pasado como reales; que no cree que sea posible cambiar o mejorar ni como persona ni como sociedad. La relación con el totalmente "Otro" que nos ha amado, hace posible desear y construir un futuro, y contribuye efectivamente a conseguirlo. Nos identifica y une a esa gran comunidad, que sigue siendo "ayuda" poderosa que supera nuestras debilidades, para construir no sólo utopías impersonales, sino "comunidades" de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios y que vencen la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Que trasciende fronteras de espacio y de tiempo.

No nos dejemos absorber por la espiral de horror e indiferencia. Hay que hacer signos de caridad individual o en organismos que den amor por medio de acciones concretas y efectivas a quienes sufren soledad, desempleo, hambre, violencia, maltrato, manipulación, ignorancia, corrupción, etc. Libres de caer en la indiferencia, globalicemos la caridad con participación fuerte, vigilante y generosa.

piensalepiensale@hotmail.com

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