Hoy existen nuevas formas de desigualdad, pobreza e insolidaridad. Es necesario conocer sus causas para poder superarlas, lo que no es tarea fácil, pues no es sólo falta de ingresos, sino también carencias culturales, de trabajo digno, de educación verdadera, de servicios básicos, que forman parte de su vida y que la consideran sin solución, dentro de estructuras inamovibles y permanentes que hace perder la confianza en sí mismo y en la sociedad: "No hay nada que hacer".
Hay varios factores que definen la pobreza: El desempleo, la educación escasa e ineficiente, la poca capacitación para el trabajo, problemas de salud (más pobres, más enfermos), muchos pobres son jóvenes o son de familia numerosa. La pobreza no es lo mismo que marginación, pero cada vez más, los pobres son también los excluidos o incluso los sobrantes; no sólo carecen de bienes materiales, humanos y sociales, sino que quedan al margen de la sociedad y sufren además la injusta distribución de los bienes necesarios para su desarrollo. ¿Por qué Vallecillos no tiene los servicios básicos si está a pocos kilómetros de Lerdo? ¿Por qué Gómez y Lerdo no tienen eventos como en la capital? La desigualdad, marginación y pobreza crean de hecho una incapacidad social que impide a la persona ejercer los derechos económicos y sociales más elementales, creando nuevas categorías de pobres y cada vez en mayor número.
La complejidad del fenómeno de la pobreza es manifestación de estructuras sociales de dominación explotación y exclusión y consecuencia de un sistema económico y político injusto, agravado por desempleo, subempleo y empleo mal pagado, con diferencias de sueldos escandalosos y con leyes e instituciones que no los protegen porque están basadas en el individualismo, la competitividad y la rentabilidad; una filosofía de la desigualdad y una visión utilitarista de la persona. La nueva generación de legisladores tendría que dedicarse a este cambio de estructuras, pero los candidatos y las propuestas partidistas que comenzaron oficialmente sus campañas apenas el domingo pasado, no manifiestan ninguna intención de soltar los privilegios de que gozan. Nuestro modelo social perpetúa la desigualdad y crea pobreza, por lo que el reto es trabajar para crear las condiciones que permitan un cambio social.
La escasa conciencia de grupo impide a los pobres la asociación y organización. No son concientes de lo maquiavélico del sistema, que incluso los hace creer que ellos son los culpables de su pobreza. Esta conciencia de sí los hace incapaces de trabajos estables, lo que afectan a las relaciones familiares (agresividad, desequilibrios afectivos, etc.), y los orilla a variadas salidas (alcohol, drogas, abandono de hogar, pandillas, delincuencia…). La situación escolar negativa provoca la mendicidad y el ambulantaje… Este círculo vicioso sólo se podrá romper si se interviene en todos sus componentes.
¿Qué posturas estás tomando ante la necesidad de hacer frente a este fenómeno? ¿Cuál factor de la pobreza considera usted que es el detonante de la pobreza y cuál el más frecuente en La Laguna? Analiza un caso de pobreza concreta que conozcas para descubrir en ella los elementos antes mencionados. ¿Qué grupos de marginados conoces? ¿Quiénes son los pobres de la Comarca Lagunera?
La causa del subdesarrollo de muchos es el desarrollo de pocos. "No intervenir no significa ser neutral, sino ponerse al lado del poderoso" (Pablo Fraire). Es convertirse en colaborador de la explotación y sólo desde los corruptos o desde los cobardes podemos decir que no hay nada que hacer, que siempre habrá pobres y ricos. ¡No es verdad! Un orden social más justo es un principio básico de toda verdadera civilización. No es posible vivir con nuestra región, nuestro país y nuestro mundo dirigido por egoístas y ciegos. Con la reflexión y la acción hay que dejar los medios de comunicación que manipulan nuestras conciencias. Lo primero que tiene que buscar y que hay que exigirle a cualquier partido político es la justicia social y la solidaridad. Los demás promesas pasan a un segundo término. Sólo un nuevo orden más justo podrá cambiar la creciente brecha entre ricos y pobres. Entender los mecanismos locales, nacionales e internacionales que han originado y mantienen esta situación permitirá descubrir estructuras y personas responsables de esta situación letal. Nosotros mismos podremos descubrirnos como parte de esta fábrica de miseria y de pobreza, de marginación y de indignación, a través de actuaciones políticas, económicas, financieras y legislativas. Podríamos preguntarnos si de algún modo estamos sosteniendo el sistema y qué debemos hacer para cambiarlo.
Hay mucho que hacer: Las organizaciones no gubernamentales, la participación y coordinación de la población, la educación a la ciudadanía, los proyectos solidarios, la economía alternativa y la social, el cooperativismo en producción, ahorro y consumo, la acción social y de promoción en los grupos eclesiales... Hay muchos campos en donde trabajar: Autoempleo y promoción del trabajo, ancianos, disminuidos físicos, psíquicos y sensoriales, enfermos, emigrantes, alcoholismo, violencia familiar, prevención de adicciones, presos, indigentes, prostitución, huérfanos, ancianos olvidados, mujeres maltratadas, jóvenes marginados, economía informal, explotación en el trabajo, barrios asociales, promoción de la vivienda, violencia escolar… y todo esto frente a situaciones de opulencia, dispendio del dinero, ineficiencia, malversación de fondos, sueldos altísimos y demás triquiñuelas que vemos en la mala administración pública. Basta mantener abiertos los ojos o no cerrarlos ante la realidad, para saber que la pobreza, la marginación y la miseria están ahí, junto a nosotros.
No sigamos evadiendo esta llamada a nuestra responsabilidad, a cambiar de vida, a comprometernos, a convertirnos. El sistema neoliberal promueve las relaciones utilitaristas, interesadas y competitivas, incluso opresoras y egoístas, que busca sólo intereses de grupo, buscadoras de un aumento continuo de individualismo, del subjetivismo, del relativismo, del consumismo, de la ostentación, del hedonismo, de la insolidaridad, de la exclusión de "los que menos valen", del anonimato. No se trata de que todos seamos miserables, sino de una forma de vida modesta, sencilla, pero digna y honesta; que no busca acaparar riquezas para un mañana siempre incierto, sino que vive trabajando honestamente para vivir en el presente; que no se muere por la ansiedad de consumir cada vez más cosas y cada vez más caras, sino que sabe saborear el valor de lo que está a su alcance, lo pequeño; que vive en paz consigo mismo, con la sociedad y con el medio ambiente, sin la mala conciencia de gastar inútilmente lo que otros necesitan para no morir de hambre, ni colaborar al deterioro irreversible del planeta. Si queremos salvar al hombre es preciso un cambio de mentalidad para dejar el materialismo embrutecedor que deshumaniza, rebaja y frustra al ser humano.
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