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El amor materno y la revolución del amor

ARTURO MACÍAS PEDROZA

El amor materno es el más parecido al amor divino. La lógica del egoísmo se derrumba ante la gratuidad de una madre que busca sólo el bien de sus hijos. Dios es amor; amor perfecto.

Nuestra inclinación natural al amor, revela nuestro origen divino que nos hace generosos, inclinados naturalmente al don. Esta cualidad es la más apta para suscitar el amor, la "generosidad" que se debe entender también en el sentido de fecundidad. En el corazón de todo hombre está esta semilla del amor que le comunica su fuerza vital. El amor se difunde como un principio de vida que hace fecundo al que lo recibe, mientras que el mal vuelve estéril al hombre. La maternidad es una rebeldía contra la maldad. Celebrar la maternidad es proclamar que nuestro ser es hecho por amor, de amor y para el amor; que se manifiesta naturalmente fecundo, espontáneamente generoso y efusivamente bondadoso; es rechazar la tendencia no-humana a la destrucción, a la violencia y al egoísmo que esterilizan. De esta forma cada hombre y cada mujer son originalmente fecundos.

Pero la fecundidad, la generosidad, el experimentar el placer de dar, es también una tarea. El amor es un acto humano que requiere ser cultivado con el uso de la libertad, del ejercicio de la voluntad y en general de las potencialidades propias del ser humano. Es entonces todo un proyecto a realizar, es tarea de autoconstrucción, es la responsabilidad de ser cada vez más humanos. Es por tanto también un riesgo, una aventura, un objetivo falible; podemos errar el blanco a nivel individual y como sociedad condenándonos a la esterilidad. ¿Quiénes somos? ¿Para qué estamos en este mundo? La proliferación de la cultura de la muerte manifestada por la búsqueda de tener sobre el ser, promovida por el sistema caduco, pero aún imperante, mortífero y estéril del neoliberalismo, la promoción de la ideología consumista, movida sólo por la competencia encarnizada y la lucha contra el hermano que deja de serlo para ser sólo el enemigo; todo contribuye a una falsa concepción de lo que es el ser humano. La fuerza que manifiesta el pueblo mexicano al celebrar a las madres, es un reclamo a la vida. El desierto lagunero sabe que la vida es valiosa. El haber tenido el primer monumento a la madre en México (Lerdo) habla de este reconocimiento del amor gratuito; de este placer de dar, de este "ser para el otro", que podemos percibir más o menos conscientemente.

Es innegable la necesidad de una revolución que revierta la situación insoportable que estamos viviendo en nuestro mundo, en nuestro país y en particular en nuestra región. Pero el fuego no se apaga con fuego. La revolución que urge no es sólo de cambiar de poderosos o de explotadores por otros, no se trata de mover piezas dentro de un mismo tablero, sino de cambiar el tablero. Celebrar la maternidad es una llamada a la "revolución del amor"; a ser fecundos, a interesarnos por el otro y por los otros simplemente porque sí; gratuitamente. Es descubrir la alegría que nace de la realización de nuestro ser "amorosos", sin otro interés que el bien común, el bien del otro. La revolución del amor es que todos seamos "madres" y que cada niño sea "mi hijo". El bien común es hacer de la sociedad una familia amada, renunciando a intereses particulares, de grupo, de partido. La revolución del amor es redescubrir nuestro ser amorosos, como respuesta a las luchas de poder manifestadas en todos los ámbitos de la cultura postmoderna.

Una renovación profunda requiere quitar el muro que nos tiene encerrados en el individualismo estéril. La construcción de un nuevo mundo por medio de la revolución del amor no será fácil; tendremos que aprender a amar cada vez mejor venciendo egoísmos arraigados, incluso en madres que han olvidado el amor violentando su misma naturaleza. Tendrán que renovarse y destruirse estructuras sociales que han olvidado su vocación de servicio como expresión organizada del amor que se manifiesta en el bien común. El ejercicio del amor deberá aprenderse, descubriendo críticamente y desechando los engaños que han hecho olvidar su primer amor. Se trata de un amor efectivo y concreto que entra verdaderamente en el trabajo de la acción: "Obras son amores y no buenas razones" reza el dicho popular. El amor materno impulsa poderosamente a la creatividad, a la organización, a la lucha, a la defensa fiera de quienes se ama para no dejarlos en manos de la muerte. Creadora de vida es contraria a la muerte en cualquiera de sus manifestaciones, incluso engañosas. En medio de estructuras letales, caducas y estériles, la revolución del amor tendrá que rediseñar una manera nueva hacer efectivo ese amor con nuevas instituciones. No es que la esencia del hombre haya cambiado; pero ha quedado tan desprovista de estructuras de expresión de humanidad, que tendrá que reconstruir nuevas.

El amor materno quiere el bien del hijo y trabaja eficazmente por él. El bien común se relaciona al con-vivir de las personas, el bien de todos nosotros unidos en unidad social. El amor a este nivel es buscar que todas las personas logren con mayor plenitud y facilidad su propia perfección. Sabemos que sólo Dios ama perfectamente, pero somos conscientes de que estamos llamados a colaborar en la revolución del amor, ya que ha sido sembrada en nuestra naturaleza la semilla divina. Felicidades a todas las madres en este día, y sigan esforzándose por testimoniar que el amor materno es lo más similar al amor divino; con el ejercicio de su maternidad sigan sembrando en el mundo la esperanza de que es posible despertar y perfeccionar nuestra propia y defectuosa manera de amar.

piensalepiensale@hotmail.com

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