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Valor y costo del voto

ARTURO MACÍAS PEDROZA

A 20 días de las elecciones del 7 de junio de 2015, México llega a un nuevo proceso electoral en medio de una profunda crisis de credibilidad en la mayoría de sus instituciones, funcionarios y políticos.

La corrupción y la violencia se han extendido. La pobreza no cede, la falta de acceso a servicios de salud, educación, transporte y nuevas tecnologías agigantan la desproporción entre unos cuantos privilegiados y muchos desfavorecidos. Los ciudadanos perciben que los partidos políticos no están ofreciendo propuestas claras y concretas para mejorar la situación.

Pese al desánimo que todo esto puede provocar, el proceso electoral es una oportunidad para hacer algo. El voto es muy valioso y no hay que desperdiciarlo, venderlo, robarlo, manipularlo. Comparando el voto con el dinero que se ha ganado con tanto esfuerzo, pensamos bien qué hacer con él para no malgastarlo; evitamos no perderlo y pensamos cómo hacerlo rendir. Claro que no se lo vamos a prestar a aquel que no me ha pagado deudas anteriores, o darlo a un merolico que ofrece medicinas milagrosas, o malgastar el "chivo" de la semana en una parranda. En medio de una democracia manipulada en la que las reglas del juego están amañadas, el voto, aunque devaluado, sigue siendo aún muy valioso. Si bien todo esto no parece tener un valor económico inmediato, el elegir un gobierno eficiente y honesto ciertamente se traduce en beneficios económicos que inciden directamente en los bolsillos de los ciudadanos a corto, mediano y largo plazo. La corrupción, el despilfarro, lo sueldos suntuosos y la ineficiencia cuestan muy caro a cada uno de los ciudadanos.

Eso sin contar cosas tan valiosas e inapreciables como la satisfacción del deber cumplido; el orgullo personal y social; la conciencia tranquila por no haber cedido a propuestas deshonestas que dañan directa o indirectamente a otros; el placer de participar y de sentirse constructores de justicia y de paz y de sentir que hemos hecho algo importante en favor de nuestros hijos, de nuestra patria y de nuestro mundo; el sentimiento de haber vencido sistemas y grupos que se sentían invencibles; el saber que la expresión de lo que creo ha sido tomado en cuenta; el saber que tengo el poder de decidir, de participar, de construir, de cambiar lo que está mal.

Pensemos, analicemos, compartamos opiniones sobre las propuestas de los candidatos que representarán a nuestra comunidad, así como la seguridad de su honestidad y del cumplimiento de sus promesas. Este diálogo deberá hacerse respetando los puntos de vista y la decisión de los demás, pero exigiéndonos y exigiendo a los demás el voto responsable y libre, sin dejar que nadie quiera "comprar" nuestro voto a cambio de despensa, dinero u otra cosa. ¡El voto vale mucho más!

Pero la democracia no se reduce al voto. La participación ciudadana implica un compromiso por la construcción de condiciones de vida dignas no sólo para mí o mi familia, sino en general para la comunidad (bien común). Es urgente la promoción de la dignidad de toda persona y el respeto a sus Derechos Humanos y políticos y no podemos despreocuparnos de ello a cambio de intereses particulares. Los funcionarios y candidatos deberán tener un comportamiento ético-político sensible a la necesidad de la población, justo y respetuoso de la ley y los medios de comunicación no deben olvidar su oportunidad que tienen de servir a México informando con la verdad para que los ciudadanos, debidamente enterados, podamos ejercer mejor nuestro voto. Se requiere también denunciar anomalías y tras las elecciones, ser protagonistas en la construcción de nuestro país y de nuestra región. Unámonos organicémonos, participemos, vigilemos y exijamos que cumplan sus compromisos de campaña y que escuchen y atiendan a las necesidades del pueblo. No dejemos sólo en manos de los políticos el destino de nuestro México. Busquemos el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz.

¿Por qué es un deber? Somos seres humanos que vivimos en sociedad como parte esencial de nuestro ser; no podemos renunciar a nuestra libertad, a nuestro privilegio de construirnos y colaborar en la construcción de la ciudad de la que somos parte libre, activa y consciente. Al dejar a otros la cogestión de la cosa pública, estamos renunciando a nuestra propia dignidad de seres humanos y permitimos que otros decidan por nosotros. Estamos renunciando a una cualidad que nos distingue propiamente como humanos: La libertad; la capacidad de decidir por nosotros mismos; de construir nuestro futuro. Participar social y políticamente e invitar y motivar a otros a participar activa y responsablemente es tarea de todos y es una forma muy loable de promover la dignidad humana, a fin de transformar esta tierra de esclavitudes en sociedad de hombres libres para una humanidad nueva. Esta participación ha de suscitar cambios en nuestras conciencias, que nos haga sentirnos creadores de la historia.

¿Qué exige la participación política? Debe ser obra de todos e incluye no sólo la elección de los gobernantes, sino también el establecimiento de los fundamentos jurídicos de la comunidad política, en el gobierno de la cosa pública, en la determinación de los campos de acción y de los límites de las diferentes instituciones. Se trata de constituir estructuras político-jurídicas que ofrezcan a todos los ciudadanos, sin discriminación alguna y con perfección creciente, posibilidades efectivas de tomar parte libre y activamente en la conducción del país. El estado tiene sus competencias, sus límites y su finalidad dentro de una visión integral del hombre y de la humanidad. No es una realidad divina, no es un fin en sí mismo, sino en favor del bien común, del bien de cada persona a la que sirve. No está sobre la familia o las instituciones intermedias, no debe privilegiar a unos pocos, ni ser clasista o ineficaz. No es el "estado-providencia" que termina por suplantar al individuo, considerándolo como un niño y manipulando su libertad.

El domingo 7 de junio, consideremos la jornada electoral como una fiesta cívica; que se conserve el ambiente de respeto; que nadie introduzca juegos o maniobras sucias; que todos ejerzamos el derecho a participar en la construcción de la sociedad civil; que nadie se abstenga de votar; que todos votemos con seriedad y en conciencia; que nadie compre conciencias ajenas; que nadie compre o venda su voto.

Piensalepiensale@hotmail.com

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