En el contexto internacional la crisis mundial ha creado reformas laborales desventajosas para los trabajadores, con orientaciones más o menos similares en todos los países incluyendo el nuestro.
Siendo nuestra región Lagunera un lugar con tradición obrera e industrial, las consecuencias negativas de esta crisis se han dejado sentir más fuerte que en otras regiones del territorio nacional. A nivel internacional la crisis laboral ha hecho que en muchos países se aplicaron las políticas de ajustes estructurales, se recortaron programas sociales como sucedió en España, Chile y EE. UU, se limitó la seguridad social (Italia), o se hicieron impuestos nuevos y recortes a prestaciones como en Grecia. Por ejemplo, la reforma laboral en España abarató los salarios y dio facilidad para el despido, creándose el contrato para fomento del empleo, pero con la desventaja de indemnizaciones más baratas que hace más precaria y generadora de mayor inestabilidad laboral, pues los puestos de trabajo cada vez son más temporales. Además se desregula las relaciones laborales que se hicieron más flexibles. Por su parte, en México las estadísticas indican que la Población total en el país es de 118 millones de mexicanos y de éstos la Población Económicamente Activa (PEA) es de 58.39 millones de personas. Los trabajadores en el mundo informal es de 26 millones y los trabajadores con seguro social es de 17.5 millones y 65 millones carecen de seguro social. El desempleo en el país es de 9 a 10 millones de personas, mientras que sólo 1 .2 millones se incorporan al mundo laboral al año. El salario promedio de 34% de los mexicanos es de $ 135-202 diarios, cuando la canasta básica oscila alrededor de los $ 337.50 Existen 65 millones de pobres y 20 millones de ellos están en la extrema pobreza. 53% son niños y adolecentes (hasta los 17 años), aunado a que 8 millones de jóvenes no estudian o trabajan.
De acuerdo a la última reforma laboral, que se justificó porque era necesario modernizar la Ley, atraer la inversión, elevar la productividad y generar empleos, vemos en realidad que las condiciones de trabajo se han precarizado debido a que se vulnera la estabilidad en el empleo (se ha puesto en auge los contratos eventuales y de aprendizaje), se han hecho muy flexibles las condiciones de trabajo, se permite el libre despido del trabajador y se incrementa el empleo temporal y precario, se legalizan las empresas que subcontratan, se agudiza el empleo informal, hay un decremento de los salarios, Los derechos del trabajador son condicionados a cosas como licencias materna y paterna, contingencias sanitarias, créditos e indemnizaciones por riesgo de trabajo, examen de gravidez, etc.
Los Objetivos del Desarrollo del Milenio, son ocho propósitos de desarrollo humano fijados en el año 2000, que los 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015. Estos objetivos tratan problemas de la vida cotidiana que se consideran graves y/o radicales. La ONU, ha venido haciendo consultas en todo el mundo para establecer el seguimiento y replanteamiento de los objetivos que se generaron a partir de la consulta a un grupo de expertos en el mundo y no de la participación de la sociedad civil, ni de aquellos a quienes se les consideraba más vulnerables. Por esta razón, fue muy complicado que los países y los gobiernos los asumieran como importantes, aunque con el tiempo fueron cobrando mayor relevancia por ser mejor entendidos.
Todos deseamos que se cumplan, sin embargo, no es suficiente porque son los mínimos, pero no son todo el desarrollo necesario. Tenemos que ir de necesidades básicas a cerrar brechas estructurales. Debe tener metas universales con objetivos locales. Debemos aceptar que la forma de medir el desarrollo ahora es insuficiente. Cuantificarlo a través del PIB no basta, se requiere medirlo desde otra forma que incluya lo cualitativo. Se necesita además un pacto global de transferencia económica, las mejores patentes en tecnología están en Europa y probablemente se puedan donar patentes en agua y energía. Es necesario crear sociedades de bienestar y no de consumo. Debemos voltear los ojos a la propuesta de los indígenas que nos proponen el buen vivir, para irnos a sociedades más resilientes, más de bienestar y menos endeudadas para comprar mucho más de lo que los mismos países pueden producir.
El tema central debe ser la igualdad no la pobreza, esa es la deuda pendiente especialmente en América Latina. Parte de la base de tener derechos de todo tipo, necesitamos romper con el paradigma del modelo económico imperante que se casó con el mercado autorregulado. Lo que queremos es un mercado que esté al servicio de la gente. En la región la pobreza ha bajado de 48% a 28%, parece que la meta se va a cumplir, sin embargo, hay 167 millones de pobres, 66 millones en la extrema pobreza que no tienen ni para alimentos, con esto nos vamos al primer lugar de desigualdad en el mundo. Los espacios para las mujeres en el poder y toma de decisiones siguen siendo bajos con una clara diferencia en las oportunidades laborales y sueldo entre hombres y mujeres. Sin embargo, no es suficiente verificar cuantitativamente estos logros, porque aunque en la meta de matriculación en la educación primaria esté en el 95% debemos preguntarnos si este tipo de educación es de calidad, o si el número de egresos está muy por debajo de los ingresos sabiendo que todavía hay muchas deserciones. También debemos dar una discusión en el acceso de la banda ancha, de acceso universal y mucho más barato al internet, debe llegar a todos, por ejemplo, en América Latina cuesta 35 usd, en Europa 5 usd y en Corea 5 centavos de dólar. Necesitamos finanzas públicas más balanceadas, más inversión y ahorro, mayor infraestructura (en comunicaciones y transportes), hay que crecer con generación de empleo y empleo con derechos. No basta con crecimiento económico sin igualdad, porque generar riqueza para después distribuirla no es la solución, no se ha logrado ni se logrará. No basta con reducir la pobreza si persisten las desigualdades, si el 10% más rico gana 35% veces más que el 10% más pobre. No basta con mayor productividad, sino hay mayor innovación y conocimiento. No basta mayor educación si no es de mejor calidad y gratuita, una verdadera inserción. No basta una inserción de género si no hay real acceso al empleo y a la toma de decisiones, las mujeres trabajan en la casa y ese trabajo no se considera productivo cuando realmente lo es. No basta con un gasto social si no hay una redistribución no asistencial. No bastan acciones puntuales del medio ambiente si no damos el salto en producir diferente y consumir diferente.
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