El mundo necesita caminos de comunión, son urgentes ante una humanidad que pide a gritos una solución a los problemas globales que la amenazan. Siendo la parte de la ética en las áreas de la vida...
... la tecnología y la medicina, la bioética ha querido desde sus orígenes contribuir a esto. Pero hasta ahora sólo hay murallas en vez de caminos de comunión.
La bioética se ha convertido en un tema que se trata en todos los ámbitos de la vida actual. La amplitud que abarca, la actualidad que siempre conlleva, las pasiones que despierta, hacen que sea un tópico común en la boca de la gente de la calle, de los medios, de los altos dirigentes mundiales, de los parlamentos: aborto, eutanasia, uniones homosexuales, vientres rentados, procreación médicamente asistida, crioconservacion de gametos, etc . En un mundo caracterizado hoy por la poca formación en estas áreas, es sin embargo esperanzador descubrir que con frecuencia que los mismos científicos plantean las cuestiones sobre la dimensión ética de la utilización responsable de la ciencia y la técnica. Sin embargo, el relativismo ha hecho suponer que cada quien puede dar su opinión dependiendo de subjetivismos, de gustos, del partido o de la religión a la que se pertenezca, lo que ha llevado a una desorientación sobre la temática, a drásticos posicionamientos, a divergencias y a argumentos de todo tipo, poco racionales y muchas veces marcados por fanatismos que nada tienen de científicos.
En esta situación es necesaria una bioética mundial y científica, que ponga orden y dé verdadero rumbo, no sólo a opiniones encontradas sino a la humanidad misma, ya que es ella la que está en juego. Si la bioética quiere ser verdadera ciencia, sus conclusiones deben ser aceptadas como conclusiones científicas y no sólo como una opinión más. Para ello necesita un lenguaje apropiado, para que no sólo tenga la verdad sino que sea capaz de transmitirla y de hacerla aceptar por todos, como verdaderas conclusiones científicas; requiere también un fundamento que sea capaz de ser aceptado por todos, un criterio universal válido y coherente que satisfaga las exigencias de universalidad científica que pretende tener. Además requiere una aceptación de todos, como una buena noticia que dé sentido y esperanza a la humanidad; que sea capaz de atraer hacia sí no sólo la inteligencia sino también la voluntad, ya que es una ciencia que puede dar respuestas concretas a problemáticas fuertes a nivel mundial y que son esperadas estas respuestas con verdadero anhelo.
Una bioética con lenguaje antiguo, condenatorio e incomprensible, no podrá ser éste mensaje de salvación que pretende ser; se necesitan propuestas, iniciativas, conclusiones claras, lenguaje comprensible, ideas que atraigan y testimonios que arrastren. Analizando la situación de conflicto que vive la bioética actualmente es urgente una bioética unificada como servicio inapreciable a un nuevo orden mundial, que de criterios a nivel internacional. No es el triunfo de una u otra posición extrema sino al reconocimiento mutuo de un valor universal, de una verdad aceptada como tal. No se trata de votaciones para buscar consensos o mayorías (como si la mayoría fuese garantía de verdad), ni de llegar a acuerdos demasiado generales, sino en base a la científica coherencia con la verdad, rectamente presentada, discutida y aceptada. Negar estas conclusiones es ser fanático. Cerrado a la evidencia (por ejemplo ante la realidad de un embrión que es un nuevo ser totalmente diferente del padre y de la madre que es un nuevo individuo con todas características de un ser de la especie humana). Si lo que se busca son otros intereses, por lo menos no le llamen argumentos de bioética.
El grande riesgo de deshumanización es lo que nos impulsa a informar, luchar y testimoniar la vida. No podemos renunciar a hablar de la verdad (Gaudium et Spes 22), pero tampoco a presentarla poco atractiva. Son los casos especiales y no las especulaciones las que han hecho importante la bioética. Sin embargo, la falta de verdaderos criterios bien fundamentados en la recta razón pueden llevar estos casos particulares a conclusiones deshumanizantes, que se traducen en acciones que repercuten en nuestra vida relativizándola, tanto en forma personal como comunitaria y mundial; un aborto, una eutanasia, una legislación nacional o un ambiente internacional de muerte son consecuencias claras de esto.
Desde la cientificidad de la bioética los verdaderos enemigos quedarán desenmascarados: quienes no quieren entender, quienes buscan beneficios mezquinos o personales, quienes manipulan, controlan, engañan, se confabulan, explotan. El anuncio incluye una verdadera lucha contra grandes poderes, infames engaños, ideas totalmente erróneas, terminologías tergiversadas, alianzas nefastas, medias verdades e ignorancias que provocan muerte, destrucción, manipulación y esclavitud. También el aspecto profético es parte del anuncio de la buena nueva: denunciar, ser voz de los "sin voz también será una buena noticia para el mundo porque manifestará por fin a todos los pobres que han puesto en Dios su esperanza, que la Iglesia es parte de esa esperanza, y al los desesperanzados y que son víctimas de una cultura de la muerte, en la denuncia y el anuncio encontrarán una nueva luz y motivos para seguir esperando. Los que creen en la justicia y luchan por la paz y la vida sinceramente, verán en la Iglesia una aliada y no una enemiga confabulada con los poderosos y promotora de fanatismos; hallarán en ella apoyo, ánimo, motivación lugar de iniciativas y de vivencia de los valores de la vida y espacio de reflexión de una bioética seria y propositiva.