Ahora resulta que el anuncio de la visita del Papa Francisco a tierras mexicanas está provocando que todos se quieran aprovechar de su popularidad. Sin duda será beneficiosa para el país su presencia, pero mejor ni se pongan de pechito porque no vendrá a solapar a nadie. La baja popularidad del gobierno y sus instituciones a causa de la corrupción, la impunidad y la pobreza e injusticia en la distribución de los recursos, no mejorará si no hay verdaderas acciones que hagan regresar la confianza perdida.
Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial no podrán mejorar su imagen, por más que cuenten con el apoyo de las televisoras y demás poderes fácticos, para aprovechar a su favor un impacto mediático manipulado, si primero no hacen una verdadera "mea culpa" y cambian sus prácticas nefastas por un servicio efectivo y eficiente, que aporte verdaderos beneficios a la población y no sólo a sus bolsillos o grupos particulares. Los gobiernos estatales y municipales de los lugares que pudieran ser visitados, los partidos, y el mismo clero nacional, también querrán sacar alguna tajada de este dulce pastel que, sin embargo, puede convertirse en un trago muy amargo. El Papa Francisco seguramente seguirá hablando fuerte y pondrá al descubierto las causas y los causantes de la miseria; seguirá cuestionando y pidiendo el cambio del sistema neoliberal creador de grandes injusticias y muertes. Seguirá exigiendo a la Iglesia una renovación y un servicio creíble y coherente al mundo. Partidos, personajes de la política, prelados, instituciones públicas y privadas, están ya lanzando sus tentáculos envenados esperando sacar beneficios políticos, económicos, de popularidad o de otro tipo, con propósitos oscuros, torcidos y maquiavélicos, que tienen muy poco que ver con promover el bien común, el amor al prójimo, el interés por los necesitados, o la superación de la corrupción y de la injusticia. Mucho menos estos propósitos son para buscar convertirse de su mala vida, regresar lo mal habido o crecer en espiritualidad y en espíritu de oración.
Pero Les saldrá el tiro por la culata. La preparación para su llegada por parte del país, deberá incluir una verdadera conversión y una limpia en todos los aspectos y áreas que están mal; no se podrá esconder bajo la alfombra tanta basura. Instituciones y personas quedarán al desnudo ante la mirada de un Papa que se preocupa por la problemática social, ante una opinión mundial que estará atenta a los acontecimientos y ante una población nacional que despertará sus conciencias y se sentirá llamada a participar y a movilizarse con los resortes de un mensaje y una personalidad que tiene la capacidad de hacerlo. Algunas voces, antes de saber de esta visita, se alegraban de que el Papa no viniera a México, temiendo la manipulación de la que puede ser objeto con la poderosa maquinaria político-mediática con que cuenta el Estado. Pero, sin negar que el riesgo exista, la proverbial "maña" que caracteriza a la clase dominante nacional, fácilmente podrá ser superada por una Iglesia que está más correteada que una lagartija de patio de primaria de ejido lagunero a la hora del recreo.
Pero no se trata sólo de competencia o reivindicación. De dejar de portarnos mal y de ya no comer tierra de las macetas, como cuando se regañan a los niños. Es limitado quedarnos simplemente en la búsqueda de eliminar maldades y corregir errores. El beneficio para México de tener al Papa puede ser mucho mayor. Resurgir como nación, para dar paso a la vida que brota renovada, como en un bosque después de un incendio sería muy bueno y se necesita trabajar por ello. Pero el Papa Francisco, además de hacer un llamado a la solidaridad mundial, también nos indica en dónde está la fuerza para construir un mundo mejor, purificar nuestros errores, corregir desvíos y tomar nuevos rumbos. Como país estamos llamados a ser protagonistas privilegiados del cambio que toda la humanidad necesita. No se trata de un nacionalismo irracional, sino de la certeza (un poco vasconcelita tal vez) de que la raza de bronce tiene una misión y un servicio importante en el concierto mundial. Su riqueza y sabiduría ancestrales; sus raíces y realidad indígenas; su experiencia del acontecimiento guadalupano; su mestizaje no sólo de razas sino de la sabiduría árabe, europea y americana; sus valores con los que se ha enriquecido a lo largo de su historia, formada no sólo por las guerras independentistas o revolucionarias sino en el espacio de tiempo entre ellas; su riqueza polícroma de valores humanos, familiares y sociales que conserva, no obstante los embates de un post-modernismo que se resiste a morir pero que puede tener en la cultura mexicana el inicio de su fin. Además México cuenta con un estratégico sitio en el concierto de las naciones, su biodiversidad, su unidad lograda en una polícroma pluriculturalidad.
El pueblo norteamericano no podrá fácilmente sacudirse de un sistema capitalista del cual es su principal beneficiario. La presencia Papal a los Estados Unidos no deja de tener su importancia, pero si el objetivo del Papa es crear una nueva humanidad, en base a un nuevo sistema económico basado en principios diametralmente opuestos al sistema capitalista neo-liberal, tendrá en Gringolandia su principal opositor (Gringolandia no en sentido peyorativo, sino en el de sistema y mentalidad que rebasa las fronteras estadounidenses).
La preparación a la venida del Papa es para el país mucho más que organización de multitudes y coordinación de eventos. Incluirá una exigencia de renovación de la Iglesia, con una incidencia fuerte en lo social, político y económico. El mismo Papa está impulsando esto. En nuestra Región Lagunera es posible que podamos asimilar más fácilmente este proyecto por la relativamente nueva formación de la diócesis. Algunas acciones están ya caminando fuerte en este sentido (Pastoral Social-Cáritas, Pastoral para la Vida, Pastoral juvenil, pastoral familiar…) Para entonces ya no estará vacante la sede episcopal de la diócesis de Gómez Palacio, y el obispo en turno tendrá mucho que ver en la asimilación de este acontecimiento a nivel local; mientras tanto la diócesis con sus organizaciones, movimientos, pastores y fieles, podría ya ir poniendo sus barbas a remojar. Un plan diocesano ambicioso y que ha tomado su tiempo, está ya concretizándose. La influencia del Papa con su mensaje y acciones entre nosotros será un buen impulsor de esta renovación.
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