La fiesta de "Todos los Santos" que celebramos este día primero de noviembre, ha quedado en medio de un "sandwich" formado por la celebración del Halloween y la de los Fieles Difuntos. En su lucha por tener carta de ciudadanía, haloween cuenta con toda la fuerza imperialista norteamericana y la mentalidad consumista neoliberal que el comercio local agradece y promueve con tal de vender. Y aunque la fiesta de los fieles difuntos está suficientemente arraigada en el país, nuestras expresiones culturales propias de nuestra Comarca Lagunera en relación a esta festividad, sin dejar de ser profundas, no tienen el colorido y publicidad mediática de las tradiciones del sur de nuestra patria.
Pero entre las diversas tradiciones que están haciendose espacio para formar nuestra identidad en esta jóven región que estamos construyendo, la importancia del equipo de fut-bol local, no ha sido menor. Compartiendo con las reliquias, las pacas de algodón, la nieve de Chepo, el parque Raymundo, el cerro de la Pila, el Torreón, las gorditas y muchas más cosas que sin duda son también forjadoras de identidad, el equipo del Santos ha sido capaz de unirnos como laguneros y hacernos bibrar a unísono con sus angustias y triunfos además de darnos a conocer allende nuestras fronteras regionales.
"Santos" era el gentilicio de los habitantes del poblado de Santa Cruz en Tlaxcala, en donde la franquicia tenía su sede cuando pertenecía aún al Seguro Social; de ahí el nombre y los colores de nuestro equipo. Con el pasar del tiempo se ha profundizado y espiritualizado hasta el punto de que la organización deportiva celebra este día como su fiesta patronal y desde el templo que se encuentra dentro de las instalaciones del T. S. M., esta parroquia, dedicada precisamente a Todos los Santos, se le ha dado una importancia especial dentro de la organización asumiendo la teología y la espiritualidad que esta particular fiesta conlleva y tomándolo no sólo como una devoción sino como una mística por parte de la institución.
Esa mística puede ser también asumida por la región, independientemente de sus preferencias deportivas o opciones religiosas. Sin entrar en competencia con halloween o con los fieles difuntos, la fiesta de todos los santos es una fiesta de esperanza: la asamblea alegre de nuestos hermanos que, vencedores, nos recuerda el llamado que todos tenemos a buscar la plenitud en medio de nuestra aventura humana. La fiesta no celebra la extrema perfección, sino a las personas que, arraigados en su tiempo y marcados por su ambiente y experiencias personales, y con fortaleza y debilidades, no se distinguen por extraordinarias aptitudes, como los grandes personajes que tienen lugares privilegiados en el cielo, y en la historia, sino por el anhelo ardiente de lo trascendente y eterno, por encima de las carencias personales y posibles caminos equivodados.
Experimentamos un tiempo convulsionado por un cambio de época que tiene estructuras caducas que se resisten a desaparecer, y las anheladas nuevas que no terminan de perfilarse claramente; desde nuestro sentimiento de debilidad e indefección (impunidad, impuestos, autoritarismo, promesas no cumplidas, desapariciones forsadas, pérdida del poder adquisitivoetc.), podemos estar confiados: Dios nos tiene un amor sin límites, hemos sido salvados, "santificados". La fiesta de hoy reune en una misma acción de gracias, a todos los que desde la fama o desde el anonimato, han seguido un camino humanizador auténtico. Un camino que no es el del orgullo y la violencia sino el de la humildad, la limpieza del corazón. No con virtudes heróicas, sino con las mejores actitudes del corazón del hombre.
Las actitudes de los santos de todos los días, de los santos que, unidos con los que corren profesionalmente tras un balón, se sienten también parte de ellos y se ponen la camiseta de su equipo, anhelando que tambien ellos se pongan la camiseta de ellos: la sudada por el calor, la del uniforme del trabajo o escuela, la impregnada del smog y el roce humano en los miserables y lentos medios de transporte público…
Esta celebración es una invitación a construirnos; a formar en nosotros lo que somos llamados a ser; Es fiesta no sólo para los que han termindo su peregrinaciòn sino para los que la peregrinamos aún, motivados y apoyados por ellos; a quienes sentimos cercanos, presentes, triunfantes. Hacemos votos para que nuestros queridos difuntos que celebramos mañana, participen también de esta plenitud y sean también vencedores. Los que aún somos peregrinos en esta tierra, creemos que tenemos una verdadera unidad con ellos (lo que la Iglesia en el resumen de la fe o "Credo" llama "la comunión de los santos").
Esta "santidad" es una vida de la que somos partícipes. "Vida" que nos une también entre nosotros los de la Comarca Lagunera, vida digna y maravillosa que reclama ser respetada, que busca ser cada vez mas reluciente. Vida que requiere un espacio digno para vivirla (ciudad, leyes, ambiente, gobierno, servicios, escuelas). Vida de santos que une, y que es integrador de nuestras demás coincidencias, superior y superador de nuestras divergencias. Que respeta porque no compite con ellas; las trasciende y las asume. El "santista" como místico, no es un fanático de un equipo, pero lo tiene como signo de esa búsqueda de perfección personal y de la necesaria unidad regional. No es contradictorio ni mucho menos con el mote de guerrero sino que lo incluye como condición indispensable.
En medio de la "agringada" fiesta de halloween de ayer y de la "mexicanizada celebración de los fieles difuntos de mañana, celebremos hoy la fiesta "lagunera" de Todos los Santos; hagamos de ella una mística, un motivador y un proyecto de persona y de región con rumbo humano y más que humano, que oriente y dé sentido al tipo de lagunero que queremos ser y que dé rumbo a la educación e identidad que queremos lograr, que indique las líneas de acción de un plan de desarrollo regional unificado y unificador.
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