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PIÉNSALE, PIÉNSALE

BUEYES, REYES Y PASTORES

ARTURO MACÍAS PEDROZA

El portal de Belén tuvo la capacidad de reunir en un mismo lugar a reyes, bueyes y pastores con un mismo objetivo: mirar al salvador del mundo. Jesús José y María llaman nuestra atención en la Navidad pues testimonian el gran acontecimiento de la divinidad humanizada y de la humanidad divinizada. Con esto el hombre recibe la oportunidad de retomar su dignidad de hijo de Dios.

En esta Sagrada Familia se nos ofrece el significado de la familia humana, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.

Si el Verbo encarnado entró en el seno de una familia, la más fundamental de las comunidades humanas, es porque es el lugar privilegiado para desarrollar a la persona y por tanto el lugar que debe atraer todas las acciones que buscan sanar, recuperar y fortalecer a la humanidad. Seamos quienes seamos, gobierno, sociedad organizada, partidos e instituciones o particulares. Todos somos invitados a apreciar el valor de la familia y contribuir cada quien con lo que esté a su alcance.

Las reuniones familiares realizadas en esta época navideña, e incluso las añoranzas, melancolías y tristes de quienes ya no están entre nosotros, nos hablan de la tarea que tiene la familia de ser formadora de personas; de construir humanidad. La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra institución la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura. Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles a los valores que constituyen el fundamento de la institución familiar (familiaris consortio n. 1).

Es necesario descubrir las presiones de la cultura contemporánea que busca minar la base de la familia. En los años 60s la familia sufrió una transformación con tres grandes rupturas: se separó el sexo del matrimonio, de la procreación y del amor. Mas recientemente, es la filosofía de género la que busca la eliminación de la familia pues defiende que cualquier tipo de unión y cualquier actividad sexual son justificables. Propone que la heterosexualidad sea sólo un caso más de práctica sexual, tan válida como cualquier otra. Dice falsamente que es en la familia donde se nos han enseñado todas las actitudes aberrantes, retrógradas, anquilosadas y discriminatorias que nos hacen cerrarnos a los nuevos tiempos. Las responsabilidades de la mujer en la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer. "Libre elección de reproducción" es el eufemismo para referirse al aborto; "estilo de vida" apunta a promover toda forma de sexualidad al margen del matrimonio; se reclama el "derecho" a concebir hijos a través de la inseminación artificial. Vale señalar que para la "identidad de género", la religión es un invento humano y las religiones principales fueron inventadas por hombres para oprimir a las mujeres. Defienden que cada persona debe elegir libremente el género al que le gusta pertenecer según los momentos y etapas de la vida.

Es fácil descubrir las consecuencias negativas de esta mentalidad sobre la familia. Eso puede hacernos pensar que la familia está en verdadero peligro, sin embargo hay también muchos signos positivos y esperanzadores: la conciencia más viva de la libertad personal, mayor atención a la calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio, la promoción de la dignidad de la mujer, la procreación responsable, la educación de los hijos, la conciencia de la necesidad de desarrollar relaciones entre las familias en orden a una ayuda recíproca espiritual y material, el conocimiento de la responsabilidad de la familia en la construcción de una sociedad más justa (familiaris consortio n. 6).

La familia está en el centro del verdadero desarrollo actual. Una sociedad encaminada a la protección de la familia, encontrará la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre; encontrará también formas de acogida provechosas para la vida social, forjará las energías morales y capacitará para la ayuda recíproca.

Proponer a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio se convierte en una necesidad social, e incluso económica; descubrir su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. "En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad, haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional. (caritas in veritate n. 44)". La Iglesia tiene también que dar un espacio privilegiado a la atención a las familias (preparación, acompañamiento, atención a crisis, etc.).

Dios ha decidido nacer y crecer en una familia porque sabe que es en ella donde se construye la persona: cultura, tradiciones, lenguaje,… todo lo que forma al hombre. De este modo la familia es el primero y ordinario camino de su encuentro con la humanidad. Lo sigue siendo incluso en medio de los elementos contrarios a los que les descubre su falsedad, viviendo desde dentro los elementos del verdadero amor. Cada uno de sus componentes va descubriéndose, forjándose en el amor, respeto, solidaridad, apoyo, y demás relaciones que brotan espontáneas en el como familia.

María y José educaron a Jesús ante todo con el ejemplo; ahí él conoció toda la belleza de la fe, del amor de Dios, además de las exigencias de justicia que encuentran pleno cumplimiento en el amor. Jesús aprendió de sus padres lo importante de cumplir la voluntad divina. La santa familia de Nazaret es verdaderamente el prototipo de toda familia que está llamada a realizar la estupenda vocación de ser célula viva de la sociedad y signo e instrumento de unidad para todo el género humano. De ella se puede sacar la fuerza y sabiduría para saber resistir las presiones desgarradoras de una cultura contemporánea que mina las bases de la institución familiar. El desarrollo de los pueblos depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia, que colabora con verdadera comunión y está integrada por seres que no viven simplemente uno junto al otro (Caritas in veritate n. 53).

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