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Por Nuestro Deporte

Roberto Piña Ochoa

Con frecuencia habrán notado que en la prolongación Colón, a alturas de la colonia Luis Echeverría, se encuentra un gran domo recientemente remodelado, cede de grandes eventos de todo tipo, pero sobre todo casa de los Jefes Fuerza Lagunera, el equipo representativo de nuestra región en la Liga Nacional de Baloncesto Profesional (LNBP), el Auditorio Municipal de Torreón.

Cuando se anuncia un partido de basquetbol de esta liga, generalmente a las 8:00 pm cuando es entre semana, y a las 6:00 pm cuando es sábado o domingo, en las afueras del auditorio se respira un ambiente muy familiar, el deporte ráfaga atrae a propios y a extraños, ¿Quién en su vida no ha intentado meter un balón en una canasta?, no puedo mencionar el nombre de alguna colonia o parque que no tenga una cancha de baloncesto para entretener a un individuo.

Desde un punto de vista muy personal, siento que por lo menos en toda nuestra región hay más canastas de básquet, que porterías de futbol en las calles, no es nada extraño ver a personas de cualquier edad o sexo, botando un balón y lanzarlo hacia un aro apoyado de un tablero, que se encuentra a 3 metros de altura sobre el suelo aproximadamente, con una sola meta, lanzar el balón de manera que éste pase a través del aro de arriba hacia abajo.

Las filas en la taquilla para comprar un boleto, son rápidas, igual que el mismo deporte, por lo tanto no esperas mucho para entrar al auditorio y presenciar el duelo de baloncesto entre jugadores profesionales, hombres que llegan a medir por encima de los dos metros de altura.

El espectáculo empieza desde los tiros de calentamiento de los dos equipos, cuando se puede observar la capacidad de los jugadores de hacer que el balón entre limpiamente sobre el mencionado aro, además se puede admirar el salto de cada uno de los basquetbolistas altos, que llegan a tocar el aro con su mano para encestar el balón con más coraje y furia, hombres fuera de serie.

No conforme con este calentamiento, entran cinco de cada equipo a disputarse el partido, el árbitro eleva el balón entre los dos jugadores más altos de cada escuadra y empieza una vil guerra de gigantes, una batalla con un límite de tiempo, escasos 40 minutos divididos en 4 periodos de manera proporcional.

Regidos con este tiempo, dichos gigantes se mueven con gran velocidad dentro de una duela que mide 28 metros de largo por 15 de ancho, y que pareciera quedarles pequeña; la duela es un suelo especial hecho de madera que exporta un sonido extraño cuando rosa la suela del zapato que usa el jugador, convirtiendo también el partido en un concierto de "rechinidos" que visten al deporte ráfaga.

La emoción de un partido es eterna, el rostro de todas las personas que están en el juego, tanto aficionados como jugadores con frecuencia se voltea hacia arriba para saber el puntaje de cada escuadra y el tiempo del reloj, elementos que se encuentran en un marcador negro que cuelga en las alturas en la parte central del domo.

Gane o pierda el equipo local, la emoción y el espectáculo están garantizados, cualquiera se contagia con la expresión de triunfo de un jugador al encestar una canasta ya sea en la pintura o desde la línea de tres puntos, cualquiera sabe lo que es meter una canasta después de tantos intentos, el público se deja llevar con el baloncesto, además de estar siempre atentos a las acciones que son rápidas.

Consejo: Si va a comer algo, pídalo durante un tiempo fuera o tiempo muerto, no querrá perderse el más mínimo detalle de un encuentro sobre la duela.

Robernike_14@hotmail.com

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