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Posibles impactos del cambio climático en la biodiversidad

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Tal parece que la reunión de la Conferencia de las Partes (COP21) que se está celebrando en París como parte del Convenio Marco para el Cambio Climático aún no concreta sus resultados finales, lo cual sucederá en estos días cuando los gobiernos de los 180 países participantes aprueben el documento final que contiene las medidas que se adoptarán para evitar que la temperatura del planeta se mantenga debajo de dos grados.

Todo indica que si se resuelven los pendientes que refieren a los compromisos que cada país asumirá para cumplir con este propósito y el asunto del financiamiento que respalde programas para enfrentar el Cambio Climático, podríamos pensar que se cumple el objetivo de esta reunión, aunque sea reconocido que los fondos que se pretenden asignar serán insuficientes y falta que cada nación los asuma como vinculantes aplicando las medidas aprobadas en dicho documento final. En el caso de México será necesaria la aprobación del senado y su instrumentación como política pública.

Si bien nuestro país no es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero (GEI) que están provocando el calentamiento de la tierra al aportar menos del 2% global, donde el uso de combustibles fósiles (32 %), seguido del uso del suelo, los cambios en este y la silvicultura (23.5%), el transporte (14.6%) y los desechos (9%) representan las principales fuentes con el 79.1% del total, por su ubicación geográfica, condiciones climáticas y actividades antrópicas presenta condiciones que lo hacen más vulnerable que otros y enfrentará impactos severos en algunos de sus ámbitos económicos, sociales y naturales.

Uno de esos ámbitos que presentan mayor vulnerabilidad es el de los ecosistemas y la biodiversidad, donde de acuerdo a predicciones hechas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), podrían ocurrir cambios en algunos tipos de vegetación y en la distribución de las especies de fauna y flora albergadas en ellos.

Las predicciones de este organismo coinciden con las que han realizado otros expertos, las cuales apuntan que serán los bosques de coníferas y encinos, seguidos del matorral xerólito, el bosque mesófilo de montaña, la vegetación acuática y subacuática y el pastizal, quienes sufran mayores afectaciones que podrían definirse como "naturales" al considerarse los cambios que sufrirán en su situación actual al aumentar la temperatura del planeta, sin considerar aquellas derivadas de las actividades antrópicas que se traducen en una deforestación por cambios de uso de suelo o tala no regulada de árboles.

Para clarificar lo anterior tomemos como referencia los bosques de coníferas y encinos, donde como parte de estos estudios se analizaron 17 especies de cada uno de estos árboles, una de ellas, Pinus durangensis, pino que habita en la Sierra Madre Occidental, podría disminuir su distribución en -18.4%, o de encinos como Quercus rugosa, que se ubica en hábitat similares al anterior, reducirá su distribución en -25.7%.

Especies como estas que habitan en bosques templados que conforman los principales ecosistemas en la parte alta de la Cuenca Nazas-Aguanaval, resentirán los impactos del cambio climático con un efecto dominó en otras especies como las aves o roedores que han convertido a dichos árboles en su hábitat natural, pero también afectarán el régimen hídrico de la cuenca puesto que la disminución en su distribución implicará una posible menor captación de agua, recurso del cual dependemos los habitantes de la parte baja de la cuenca, la Comarca Lagunera.

Es también posible que la isla de cielo de la Sierra de Jimulco, ubicada en su parte más elevada a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar, sufra afectaciones en el área donde se ubican las poblaciones de pinos y encinos. Este es un lunar de bosque templado en medio del desierto que fue delimitado como Zona Núcleo de la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco.

Dicha área que abarca cerca de 5,000 hectáreas, es una de las que presentan mayor importancia biológica en dicho reservorio por albergar estas y otras especies que quedaron aisladas en un área con condiciones climáticas diferentes a las que predominan en su entorno, zona que aún no ha sido debidamente estudiada, pero que se presupone podrían existir en ella endemismos aún no conocidos o registrados.

Además de estos ecosistemas de montaña, los otros ecosistemas señalados también presentarán afectaciones diversas como ocurriría con el matorral xerofito, aquellas plantas arbustivas, rastreras o cactáceas que comúnmente habitan en nuestros entornos áridos y se caracterizan por su adaptación a hábitat donde predominan suelos salinos, que a su vez son hábitat de fauna silvestre como reptiles, roedores e insectos.

Otro de los ecosistemas vecinos a nuestra región sobre los que podrá tener impactos negativos son los pastizales, ese corredor de franjas de transiciones ubicadas entre las elevaciones montañosas y el desierto, los cuales ya están sujetos a severos procesos de deterioro y degradación por prácticas ganaderas indebidas de sobrepastoreo debido a la excesiva carga animal y la escasa infraestructura para el manejo.

Por estas y otras afectaciones que derivaran de no controlar las emisiones de gases de efecto invernadero y revertir sus efectos descarbonizando el planeta, son solo ejemplos de lo que sucederá de no tomar las decisiones adecuadas en la COP21. Por ello se afirma que hay que hacerlo ahora o nunca.

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