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Presiones sobre el peso

SALVADOR KALIFA

El peso vivió uno de sus peores momentos en lo que va del año el viernes de la semana pasada, cuando se conocieron los datos de empleo del mes de febrero en Estados Unidos (EU).

La depreciación que registró nuestra moneda se debió a que esos números fortalecieron la idea de que el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal pudiera subir la tasa de interés de los fondos federales tan pronto como en junio próximo.

Esa noticia fue suficiente para que el dólar se apreciara frente a casi todas las monedas, en particular las de las naciones emergentes, donde se encuentra nuestro país.

Dicha reacción del tipo de cambio del peso con el dólar nos dio un avance de lo que podemos esperar para nuestra divisa en el momento que efectivamente ocurra un alza de las tasas de interés en EU. Lo más probable, por tanto, es que el camino para nuestra moneda en 2015 sea sinuoso y accidentado.

Esta semana la cotización del dólar interbancario continúa manteniéndose alrededor de los 15.50 pesos y cualquier mala noticia en el ámbito financiero internacional pudiera llevarlo a 16 o más pesos. Esto tendrá repercusiones sobre las expectativas inflacionarias en los meses siguientes.

En efecto, las empresas y las familias poco a poco se han visto obligadas a reconocer que el piso para el precio del dólar, salvo un regreso del precio del petróleo a 80 o más dólares por barril, no volverá a menos de 14 pesos.

Muchos, de hecho, ya consideran que el nuevo valor de referencia del dólar para la fijación de sus precios internos estaría alrededor de los 15 pesos. Los sucesos recientes podrían subir aún más ese umbral.

En mi columna anterior señalé que convendría que Banco de México (Banxico) elevara su tasa de referencia este mes o a más tardar en su reunión de abril, principalmente por las presiones inflacionarias asociadas a la depreciación de nuestra moneda.

Me parece que los acontecimientos recientes hacen todavía más imperiosa la necesidad de que nuestras autoridades monetarias superen la idea de que el precio del dólar regresará por debajo de 14 pesos y actúen este mes, en vez de esperarse al siguiente. Lo más probable, sin embargo, es que ya no sería suficiente en el contexto actual un alza de un cuarto punto porcentual en la tasa de interés para contener la caída del peso.

Nuestras autoridades necesitan usar un arsenal más amplio de medidas si en realidad quieren contener las presiones sobre los precios internos de una cotización del dólar que rebasa los 15 pesos y, en cualquier instante, podría acercarse o superar los 16 pesos.

Poco podría hacerse si el mercado decide llevar y sostener en esos niveles la cotización del dólar en México. No obstante, también es cierto que la caída actual quizá exagera el ajuste que se necesita para reconocer el efecto de las mayores tasas en EU y de los menores precios del petróleo sobre nuestra economía.

Habrá, sin duda, un nuevo intervalo de oscilación para el precio en pesos de la divisa estadounidense. Atrás quedó el de 12.50 a 13.50 pesos que estuvo en vigor por varios años y terminó el otoño del año pasado. La caída del precio del crudo y la inminente alza de tasas en EU nos llevarán a otro intervalo más alto.

Con un manejo atinado de la política económica interna y algo de suerte, ese intervalo podría estar entre 14.30 y 15.30 pesos. En cambio, si continúa la pasividad de nuestras autoridades, no sería extraño que la oscilación ocurra entre 15 y 16 o más pesos por dólar, con el subsecuente impacto negativo sobre la inflación interna.

La estabilidad de precios es el mandato único de Banxico. Por ese solo motivo no debiera correr riesgos innecesarios posponiendo la inevitable alza de tasas de interés internas. Ya veremos cuándo se decide a ello y, además, si se atreve a elevarlas en más de un cuarto de punto porcentual.

La Comisión de Cambios también tiene vela en este entierro. En 2009 vendió más de 16 mil millones de dólares para evitar que la apreciación del dólar, que en ese entonces se ubicaba por encima de los 15 pesos, pudiera generar presiones inflacionarias adicionales.

El programa vigente de venta de 200 millones de dólares cada vez que nuestra moneda se deprecie 1.5 por ciento es a todas luces insuficiente en la situación actual. Convendría, por tanto, que pronto se anuncie un aumento en la cantidad vendida y se liberen las restricciones para hacerlo.

Las medidas anteriores, sin embargo, pueden contener temporalmente la depreciación del peso, pero serían inútiles si a mediano y largo plazo no se materializa un recorte considerable del déficit público que mejore la percepción de los inversionistas sobre nuestra economía y, con ello, consolide el precio del dólar en un nivel que no trastoque la estabilidad de precios.

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