Se comenta en una reunión de la North American Broadcasters Association (NABA) que en México cada emisora de radio y televisión está obligada por ley a transmitir 48 minutos diarios de propaganda política. Los radiodifusores de Canadá y Estados Unidos se quedan boquiabiertos. ¿Cómo puede un país democrático tener una ley así? ¿Cómo aguanta la gente?
Los radiodifusores de otros países me preguntan: ¿Se remunera a las emisoras por esta enorme cantidad de tiempo? Por supuesto que no, explico. Es una expropiación sin compensación.
Le aclaro a usted que me lee, que colaboro tanto en una empresa de radio, Grupo Radio Centro, como en una de televisión, TV Azteca. Tengo por lo tanto interés en que nuestro país cuente con una industria de radiodifusión moderna y competitiva.
Éste parecería haber sido también en un momento el interés de la clase política que incluyó en el artículo sexto de la Constitución la disposición: "El Estado garantizará el derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación, así como a los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones… El Estado establecerá condiciones de competencia efectiva en la prestación de dichos servicios."
La avalancha de propaganda, sin embargo, sólo sirve para alejar al público. A los dos lados de nuestra frontera norte radioescuchas y televidentes prefieren sintonizar emisoras estadounidenses debido a que no tienen la molesta carga de propaganda. Muchas estaciones mexicanas de radio que habían logrado captar un público enorme en la Unión Americana, generando divisas para México, hoy lo pierden por la propaganda.
La legislación pone también en desventaja a las emisoras mexicanas de radio y televisión abiertas ante la programación por Internet o los canales de televisión de restringida, que no tienen que llevar propaganda. Parecería que los legisladores están interesados en golpear a la radiodifusión nacional. ¿Será porque mucha de las emisoras de televisión restringida e Internet son extranjeras? ¿Tienen nuestros políticos alguna razón para dar ventajas especiales a HBO, ESPN, CNN, Netflix y Tune-in Radio?
La tecnología está cambiando de manera acelerada la comunicación y la información en todo el mundo. Muchas de las discusiones actuales en NABA y otras organizaciones similares tienen que ver precisamente con ese cambio. En México también están cambiando las reglas del juego. Si bien la transición de las comunicaciones ha sido más lenta en nuestro país, estamos yendo a formas de transmisión de contenidos independientes de las ondas hercianas. La transición, sin embargo, debería ser producto del mercado y la tecnología, y no del castigo que los políticos impongan a un grupo de proveedores nacionales de contenido.
El tiempo expropiado no sirve para nada. La propaganda política es tan confusa, contradictoria y mal hecha que nadie le presta atención. Se convierte en simple basura auditiva y visual. De nada sirve que los políticos nos digan hasta el cansancio que son la salvación del país y que cumplen todas sus promesas si la gente no les cree. La expropiación de los tiempos de radio y televisión ni siquiera ahorra dinero. Los políticos hoy gastan el dinero en espectaculares o anuncios en salas cinematográficas.
Lo peor de todo es que esta avalancha de propaganda ha sido incorporada a la Constitución para que ningún juez o legislador pueda quitarla. En los países democráticos las constituciones garantizan los derechos individuales. En México nuestra carta magna les garantiza a los políticos 48 minutos diarios de propaganda en cada emisora de radio o televisión.
SNAPDRAGON
Las comunicaciones siguen cambiando. La empresa Qualcomm acaba de anunciar un receptor inalámbrico de televisión de Internet con definición 4K y audio Dolby Atmos que usará la red 4G de LTE-U (sin licencia). El aparato se llamará Snapdragon. ¿Tratarán los políticos mexicanos de imponer a estos dispositivos 48 minutos diarios de propaganda?
Twitter: @SergioSarmiento
