Lo más probable es que los propósitos para ser cumplidos en el año que comienza se hagan de acuerdo a las necesidades, carencias afectivas, deseos, etc.; en fin, son aquéllos que en el año que pasó no se cumplieron, pero que pensamos que en este año sí los podemos cumplir.
Generalmente son sofisticados: adelgazar, conservar las amistades, reunirse más con los amigos y ex compañeros escolares, hacer llamadas telefónicas o visitas a personas que se estiman y que no se han visto por "múltiples ocupaciones" que tenemos en nuestro diario vivir, etc., pero hay un compromiso que siempre olvidamos y éste es el que tenemos con los adultos mayores de nuestro entorno. Por eso, recuerdo unos consejos que se enlistaron en una hoja litúrgica dominical en un mes de diciembre de algunos años atrás, pero que aún tienen (y tendrán) vigencia para nuestro diario vivir y que encajan muy bien en lo que son los propósitos de Año Nuevo.
1. Visitar a las personas mayores, quienes nos esperan contando los días y las horas.
2. Pasar con ellos algún domingo por la tarde.
3. Prestar atención y comprensión a sus conversaciones y comentarios.
4. Obsequiarles un pequeño recuerdito cuando se sale de vacaciones. Si se les puede invitar a acompañar a la familia es mejor todavía.
5. Llamarles por teléfono cuando están delicados de salud para preguntar cómo siguen; de preferencia, si se puede, visitarlos.
6. Invitarlos, de vez en cuando al cine o al teatro.
7. Tenerles atenciones ordinarias, y si se puede extraordinarias.
8. Demostrarles lo útiles que son todavía, pidiéndoles ayuda o consejo.
9. Proporcionar la ayuda económica de acuerdo a nuestras posibilidades, y lo más importante:
DARLES TODAS LAS MUESTRAS DE AFECTO POSIBLE.
Si se tiene la capacidad de hacer eso por nuestros mayores, lo más probable es que cuando vayan a requerirse esas atenciones para nosotros, los jóvenes las atenderán. No hay mejor forma de educar que con el ejemplo; además, decía la hoja de referencia, "No se quedarán en el olvido y se tomarán a cuenta de nuestros pecados".