Las comparaciones siempre son odiosas, y más cuando nos comparamos con ciudades evidentemente más desarrolladas que las nuestras.
El caso más cercano sin duda es Monterrey y su zona metropolitana, que es la segunda zona metropolitana más rica y la tercera más poblada del país, por lo cual evidentemente tenemos los laguneros que mirarlos para arriba.
Muchas razones le dieron a Monterrey y en general al estado de Nuevo León las circunstancias que lo convirtieron en uno de motores principales del país. Una hipótesis aventurada puede ser la creación de Fundidora Monterrey hace 115 años, entre otras empresas de su tiempo, que pudo dar pie al fortalecimiento de una clase emprendedora y de gran pujanza empresarial que le ha generado a los neoleoneses la condición económica en la que habitan. El trabajo es realmente un elemento fundamental para que tengan la condición que tienen.
Se habla mucho de que en Monterrey los regiomontanos se apoyan solidariamente entre sí, y eso les ha dado una fortaleza más. Puede que sea cierto, pero las leyes económicas se imponen en todos lados, esto quiere decir que la gente compra donde sea más barato o más conveniente, tal vez en igualdad de circunstancias prefieran al local, pero más allá que la camaradería hay verdaderamente un grado de competitividad en sus empresas que las terminan haciendo prósperas.
Se pueden seguir dando ejemplos de la capacidad emprendedora y económica de los regios, que sin duda y respetando proporciones, generan cierta rivalidad con La Laguna, donde también se ha generado progreso en otras dimensiones, pero también con otras circunstancias. Es histórica nuestra rivalidad deportiva. Por ejemplo: los duelos de Santos contra el Monterrey principalmente, o ante los mismo Tigres. Igual pasaba con el Unión Laguna, hoy Vaqueros cuando choca contra los Sultanes de Monterrey. Los juegos de futbol americano entre los Borregos de La Laguna contra sus similares de la Sultana estaban llenos de pasión.
Toda esta somerísima descripción de las condiciones de Nuevo León viene a cuento porque a la par del proceso electoral federal que se vive en todo el país para la renovación de los 500 diputados que componen la Cámara Baja, el estado en cuestión está inmerso en su proceso local para renovar su Congreso, alcaldías y la gubernatura, donde está lo más interesante.
La partidocracia apoderada de erario todo, realizó sus procesos internos para seleccionar a sus candidatos. El PRI lanzó a Ivonne Álvarez, política popular en aquellos lares, el PAN postuló a Felipe Cantú, quien en su contienda interna le arrebató la candidatura a la alcaldesa actual de la capital, Margarita Arellanes. Fernando Elizondo, exgobernador sustituto y expanista, se postuló por Movimiento Ciudadano, pero la gran sorpresa la está dando Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, exalcalde del municipio de García, quien es candidato independiente.
La sorpresa consiste en que todas las encuestas le dan una participación importante, y específicamente la del principal diario de Nuevo León lo ha puesto en primer lugar con dos puntos por arriba de la candidata priista, lo cual está abriendo a la posibilidad de que se rompa en México la muralla que tienen los políticos para con los ciudadanos, para tener acceso al poder.
Reconozco que no es de mi incumbencia directa lo que suceda en ese proceso electoral, eso le corresponde exclusivamente a los neoleoneses, pero deseo como ciudadano y como mexicano, que este hombre logre derrotar a los partidos políticos, que hoy más que nunca nos tienen con el pie en el cuello y condenados a ser súbditos de una clase política que hoy más que nunca mira para sí. Exprimiendo a los ciudadanos de a pie.
Es claro que El Bronco es un fenómeno atípico, las candidaturas independientes por lo regular no tienen muchas posibilidades de alzarse con el triunfo: no tienen dinero público, ni spots en radio y tele. Los partidos no se las iban a dejar fácil. Por eso ojalá que gane. Quien diga que en caso de convertirse en gobernador pudiera ser un desastre por no tener bancada en su Congreso o alcaldes de una corriente política, es una verdad a medias. Los Congresos locales en la práctica sirven para muy poca cosa, y un gobernante honesto (cosa muy rara) sabrá llevar las cosas con los partidos.
Y nuevamente qué envidia. En Nuevo León tienen a una persona que está desafiando a la partidocracia, en cambio los coahuilenses no tenemos a nadie que pueda enfrentar al Moreirato que nos condenó por generaciones a pagar una deuda oscura, desproporcionada y parte de ella contratada ilícita, y por otro lado que también derrote a los intereses de Guillermo Anaya, quien se ha apoderado del PAN, dejando a los ciudadanos sin opción real opositora.