La fragilidad del modelo de crecimiento previo a la crisis de 2008 ha motivado un replanteamiento de los paradigmas económicos, pero, ¿podemos afirmar que los cambios van en la dirección correcta?.
¿Qué nos dice el panorama actual? Con el objetivo de reactivar su economía y contener los riesgos financieros, las economías desarrolladas han aplicado instrumentos macroprudenciales, restricciones fiscales y medidas monetarias "no convencionales", que van desde programas de inyección de liquidez, hasta tasas de interés negativas. A pesar de ello, aún se percibe un deterioro en los niveles de empleo y salarios, mientras que han aumentado los riesgos de deflación y estancamiento prolongado. Por su parte, los países emergentes se enfrentan a una demanda global debilitada, volatilidad cambiaria, altos niveles de inflación y un preocupante crecimiento de su deuda. En el agregado, el panorama se torna más complicado, con una economía mundial creciendo aún por debajo de su potencial, con mayores riesgos de contagio y desequilibrios externos. A ello se suman los desajustes entre demanda y oferta, los cuales han desencadenado preocupantes distorsiones en precios.
¿Política ineficiente o visión errada? Las medidas monetarias expansivas no han logrado promover ni la recuperación de la eurozona ni el repunte de la inflación en Japón ni la recuperación sostenible del consumo en EU. Asimismo, las economías que apostaron por mayor gasto han enfrentado altos niveles de inflación y deuda, mientras que las que optaron por la austeridad fiscal han tenido dificultades para registrar crecimiento sostenido. Si bien el impacto de las políticas monetarias y fiscales se ha visto afectado por la falta de coordinación, también se ha perdido margen de maniobra ante los niveles históricamente altos de laxitud y apalancamiento, así como por la mayor codependencia entre Bancos Centrales.
A ello se suma la existencia de cambios estructurales (e.g. modificaciones en patrones de consumo y/o trampas de liquidez), los cuales han limitado no sólo la efectividad de dichas políticas, sino su proceso de normalización. Lo anterior muestra que la ineficiencia de estas medidas se debe no sólo a fallas en su aplicación, sino también a una posible visión equivocada de la realidad.
Cambiar para no cambiar La crisis evidenció la fragilidad del modelo de crecimiento basado en apalancamiento (con distorsiones en precios de activos), lo que motivó un replanteamiento de la disciplina económica a nivel teórico y práctico.
No obstante, los cambios planteados hasta ahora han sido gatopardos. El término "gatopardo" surge de la novela italiana Il Gattopardo, la cual retrata el interés de la aristocracia italiana por mantener sus privilegios ante una revolución impulsada por las clases emergentes.
Con este fin, la aristocracia reconoce que para que la situación de fondo se mantenga sin cambio es necesario que todo cambie, frase que define al gatopardismo. En economía, dicho término precisa la manera en la que se ha abordado la realidad económica en los últimos años, pues se han dado modificaciones menores en los modelos predominantes sin cuestionar los fundamentos básicos. Es decir, se ha aceptado que las crisis son originadas por shocks externos y/o fallas de mercado, mas no del propio modelo, implicando que la economía convergerá en un equilibrio estable a pesar de las consecuencias negativas de las fases recesivas.
De esta forma, las políticas "no convencionales" han tenido como principal objetivo el alcanzar ciertas metas de inflación y empleo, omitiendo que los efectos de la crisis (pobreza, desigualdad, desajustes globales, etcétera) puedan hacer que los niveles previos ya no sean óptimos. Más aún, se está ignorando que lo anterior puede ser una prueba de que eran equilibrios inestables.
¿Hacia una nueva economía? Es indispensable evaluar las prioridades de las políticas económicas, sobre todo cuando se prevé un incremento en el endeudamiento público en economías emergentes y un aumento en liquidez global, por nuevas inyecciones de estímulos y por el muy probable aplazamiento de la normalización monetaria en EU y Reino Unido. El reciente programa de estímulos de la eurozona refleja que continúan aplicándose las mismas políticas, sin resolver los problemas de fondo, lo que podría conllevar no sólo al fracaso de las mismas sino a mayor inestabilidad global.
Analista de economía del Grupo Financiero Monex