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¡Que vivan los intereses!

FEDERICO REYES HEROLES

Todo o nada, parece ser la consigna. No hay territorios intermedios. Desde fuera, todo lo que haga el gobierno será un error, desde adentro, la deformación será otra: compren todo en paquete, cualquier observación será afrenta. Crematorios en Acapulco, violencia fuera de control, el auxilio que grita a la Federación la presidenta municipal de Matamoros, la misma Federación que es incapaz de garantizar que la "Autopista del Sol" funcione veinticuatro horas al día. Federación que se ve inepta, incapaz, ridícula, patética frente a grupúsculos de encapuchados que le escupen en la cara para indignación del resto de los ciudadanos. Si no pueden con las casetas de una autopista, qué pensar del resto del territorio nacional. La majestad de estado está herida. Y en ese ánimo navegamos en pleno año electoral, donde casi todos buscan cosecha de votos.

Todo o nada, parece ser la consigna. Maximalismo, lo llaman algunos. Pero ese todo o nada no existe en la vida cotidiana de las naciones que caminan a tropezones. Pensemos en la igualdad racial en Estados Unidos, siempre perfectible. Nadie sabe para quién trabaja. ¡Bendita casa blanca, bendito Malinalco e Ixtapan de la Sal! Fantástico año electoral que nos permitió como país introducir una gran discusión: el conflicto de intereses. No hay marcha atrás, la expresión llegó para quedarse. Porque allí está el quid. Vivíamos en el cinismo que nace de ocultar los intereses que casi todos tenemos, salvo algún santo que camine entre nosotros. Hasta ahora, no me lo he encontrado. Los mortales tenemos intereses, son parte de la vida.

Si escribo en Excélsior no puedo pertenecer al consejo editorial de otro periódico. Si un pariente mío llega a un puesto gubernamental o trabaja en la SCJN yo tengo un impedimento subjetivo para hablar de esas áreas, mi criterio pierde independencia. Debo excusarme de aludir a las instituciones donde laboran mis parientes, pues el lector -con justificada razón- podría sospechar que existe un conflicto de intereses. Si mi cónyuge trabaja en una empresa alternativa de telecomunicaciones no puedo convertirme en la Juana de Arco de la apertura. El conflicto de intereses es una cultura, novedosa en México.

Ese es el gran avance. Criticar que los individuos tengan intereses es absurdo. Todo sujeto que quiera a su país puede tener intereses. Si se ama el terruño quizá se tendrá una propiedad en él y, por lo tanto, habrá un interés en su mejoría. "He vivido toda mi vida entre ustedes, lo único que me interesa es que la... -póngase el nombre del municipio, delegación o estado imaginado- prospere. Ustedes saben dónde vivo y de qué vivo". Aplausos emocionados del color que se quiera. Es de los nuestros, se vale. Tener intereses puede ser un patrimonio político que genere votos y credibilidad. Un ecologista o un filántropo puede tener intereses. El problema es disfrazarlos, como si se pudiera levitar por la tierra. El asunto es complejo. Los parlamentos son un foro de expresión y defensa de intereses de las sociedades. El autotransporte, los medios de comunicación o los azucareros pueden hacer cabildeo entre sus colegas legisladores. Sus intereses son tan válidos como los de los campesinos, los obreros, los cañeros o los que sean. El problema radica en depositar en ellos las comisiones que toman medidas que, desde el poder, los beneficien en lo personal. Tienen un conflicto de interés que debe ser público.

La falta de conocimiento sobre lo que es un conflicto de interés se presenta en todas partes. En la academia ocurre cuando se dictaminan trabajos de amigos o parientes sin declarar ese hecho y abstenerse. En los consejos de administración, cuando se tratan asuntos en los cuales algún consejero tiene un interés particular. Deben retirarse de la sesión y abstenerse de participar. En eso, las formas y los protocolos son sustancia. En el Poder Judicial se exige esa distancia obligada de los juzgadores. Incluso si un Ministro tiene un conflicto -impedimento- en un asunto, debe hacerlo público y abstenerse de participar. Si un juzgador no lo hace incurre en responsabilidad y puede haber sanción. No es algo nuevo. Todos tenemos intereses, el problema es no admitirlos, no declararlos e incidir en decisiones que pueden beneficiar al involucrado.

Peña Nieto dio un paso muy importante al solicitar, sin obligación de ley, una declaración de intereses de los servidores públicos en su ámbito de competencia. Por supuesto, no pudo evitar caer en la trampa de que sea un colaborador quien esté a cargo de la investigación de su caso. Pero, ¿había otro camino? No puede dar instrucciones a la ASF. Tampoco es una función legislativa. Por eso urge un fiscal con todas las características de independencia que la figura supone. ¿Fue un engaño? No en lo referente al conflicto de intereses. La investigación sí padece de la debilidad institucional señalada desde hace décadas. El purismo maximalista en esto no ayuda en nada. Quedémonos con el avance y pugnemos por el fiscal. Enterremos los conflictos. ¡Que vivan los intereses! Siempre y cuando sean públicos.

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