En Chile. Por primera vez es criticada la designación del Papa Francisco.
El obispo Juan Barros, nombrado por el papa Francisco a la cabeza de la diócesis de Osorno pese a las acusaciones de haber encubierto abusos sexuales, asumirá mañana en una ceremonia en la que estará ausente la jerarquía católica chilena.
Barros, de 58 años, enfrenta un creciente rechazo de religiosos y laicos por su cercanía con el cura Fernando Karadima, condenado por el Vaticano a una vida de "penitencia y oración" en un convento por abusar sexualmente a menores de edad y mantener relaciones sexuales con, al menos, uno de los denunciantes tanto en el juicio canónico, del que fue declarado culpable, como en el penal. Al rechazo se sumaron víctimas de Karadima. Dos de ellas entrevistadas afirmaron que Barros estuvo presente cuando Karadima manoseaba a menores de edad y los besaba cerca de los labios.
El administrador apostólico de Osorno, Fernando Chomalí, que el seis de marzo se reunió con Francisco en Roma y le explicó el rechazo hacia Barros, dijo que el papa "me dijo que había conversado largamente del tema con Juan Barros" y lo reconfirmó en el cargo.
Tres de las víctimas de Karadima, que se atrevieron a denunciarlo ante el Vaticano y la justicia penal chilena, dijeron en un comunicado que "con dolor vemos que los fieles tenemos que resignarnos ante esta decisión del papa Francisco".
"Como sobrevivientes del abuso de Fernando Karadima, y la complicidad del obispo Barros, estamos acostumbrados a las bofetadas que hemos recibido de la jerarquía chilena, pero nunca directamente del Santo Padre", agregó el escrito firmado por Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo.