El recorte de 124,000 millones de pesos anunciado hace unos días del gasto público, en el que 30 % alude a gasto corriente y 60 % a inversión, ha causado su esperada repercusión dentro y fuera del país. Las inversiones en infraestructura que se eliminan ciertamente harán falta, pero no hay que retrasarlas si tenemos los recursos en el sector privado con qué hacerlas.
Los empresarios pueden tomar su esperado lugar dentro del gran esfuerzo nacional para echar a andar los desarrollos sectoriales y regionales.
Las fuertes inversiones que la IP ha hecho en los últimos tiempos nos demuestran su poderío. Las compras de Comercial Mexicana, las ventas de grandes empresas como Modelo, las de Comex, por no mencionar las emblemática privatización bancaria de hace diez años, son muestra de ello.
Es tiempo de actuar. Las inversiones de la IP pueden dirigirse a las áreas que ahora no alcanzan los recursos públicos. A este efecto, es el momento de utilizar la Ley de Asociación Público-Privada se publicó el 17 de enero de 2012 a fin de reglamentar y dar certeza a la inversión privada en obras de infraestructura, incluyendo la expropiación de inmuebles cuando sea necesaria.
El caso del canal seco transístmico viene a cuento. La región interoceánica tiene vocación de convertirse en un primer centro industrial y de servicios del país y de América Latina, con su posición estratégica mucho mejor que la de Panamá o de cualquier punto centroamericano, como franja de desarrollo en todos los órdenes, industrial, agrícola, servicios logísticos y financieros. La ocasión no puede ser más propicia. El aumento del comercio internacional especialmente el del comercio asiático que se añade al de nuestro continente, coloca al istmo de Tehuantepec como máxima prioridad.
Pero hay otros desarrollos regionales mexicanos pendientes de atención. El del Puerto Chiapas, los desarrollos al centro de la república, los de las zonas del Bajío y las de Oaxaca y las "zonas económicas especiales anunciadas apenas hace un mes por el gobierno."
Hay que terminar con el comercio desvinculado de la función de crear bases reales de producción agrícola o industrial, de montar actividades de ensamble. Mucha de la estadística de producción y de exportación es mera colección de datos sin sustentarse en verdadera producción.
No todo ha de ser maquila en el desarrollo mexicano por mucho que reconozcamos su aporte. Lo importante es el desarrollo y añadido de valor agregado a los recursos naturales con que contamos en todo el país. Dejar que nuestra relación económica con el exterior sea simplemente la de exportar materias primas y productos agrícolas sin siquiera una elaboración inicial es obligarnos a cubrir nuestras necesidades de productos manufacturados con importaciones. No se trata de proponer un crudo sustituir importaciones como equivocadamente suele decirse, sino el aplicar la capacidad e ingenio de la mano de obra nacional a añadir valor a lo que exportamos y con ello alcanzar a pagar lo que debemos racionalmente importar.
El bajo contenido de lo que nosotros producimos dentro del producto manufacturado que vendemos al exterior explica la paradoja de una alta exportación estadística, pero que poco sirve para generar el empleo que necesitamos. Atenidos a operaciones de maquila no realizamos la etapa industrial más elemental. El 70 % del potencial productivo se cubre con insumos de fuera. Más del 50 % de la población económicamente activa se encuentre en la informalidad, esperando ser empleada productivamente.
Los componentes industriales que más importan son componentes y materias primas son: electrónico 45,000 millones de dólares anuales; eléctricas 20,700; autopartes 19,163; químico 17,300; manufacturas de plástico 10,945; metalmecánica 8,356 y aerospacial 2,465. Proméxico nos dice que sólo el 12 % de las exportaciones es contenido nacional mientras el 33 % de la producción manufacturera es nacional. Mientras baja el valor y volumen de exportaciones de Pemex crecen las compras de aceros chinos, coreanos, japoneses en 56 % en 2013-14.
Necesitamos convertir nuestros recursos naturales, los mineros, marinos, agropecuarios, en fuentes de trabajo. El esfuerzo principal del gobierno no es sólo facilitar sino abrir brechas cuando es necesario a favor del sector privado que genera el empleo y los ingresos que sostienen a la economía.
El desarrollo económico y social del país es labor mancomunada y los grandes proyectos iniciados por el gobierno al ser en principio de inversión mixta, no tienen que abandonarse si la inversión privada, nacional, extranjera o mixta, puede realizarla. Es el caso de los desarrollos regionales como del Sureste, los desarrollos portuarios, centros logísticos. Habrá que modificar los impuestos moderando la imposición a las personas morales, las empresas, a fin de animar la inversión.
La coyuntura que ofrece el recorte presupuestal gubernamental marca la oportunidad para la empresa privada de asumir la parte que le corresponde por su acreditada capacidad financiera y técnica dentro del desarrollo que está por hacerse en México.
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