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Reforma laboral sola no basta

JULIO A. MILLAN

El 30 de noviembre de 2012, tras la publicación en el Diario Oficial de las reformas a la Ley Federal del Trabajo, entró en vigor a la par del actual sexenio la primera de las reformas estructurales: la laboral. Si bien no se le puede atribuir a la actual administración el logro de la reforma, sí lo mucho que se ha esperado de ella, y aunque no se pueden objetar los avances, éstos aún no se han reflejado en una mayor competitividad o productividad en este ámbito.

Las modificaciones más destacadas es la orientada a las relaciones laborales. Con la reforma se crearon figuras como la contratación por temporada; las modalidades de contratación a prueba hasta por 30 días y la capacitación inicial de entre tres y seis meses, pero quizá la más importante ha sido la regulación de la subcontratación de personal, práctica a la que las empresas recurrían de manera generalizada, ya que eliminaba la carga administrativa de tener personal contratado directamente. La ley define el trabajo en régimen de subcontratación como aquel por medio del cual un patrón denominado contratista ejecuta obras o presta servicios con sus trabajadores bajo su dependencia, a favor de un contratante, persona física o moral, la cual fija las tareas del contratista y lo supervisa en el desarrollo de los servicios o la ejecución de las obras contratadas. Con las modificaciones se establece que ante un caso del uso de la figura de la subcontratación el contratante se considerará patrón para todos los efectos legales de la ley, incluyendo la seguridad social, salvo que se cumplan con las siguientes condiciones, como que no abarque la totalidad de las actividades, iguales o similares que se desarrollen en el centro de trabajo, que se justifique por su carácter especializado o que no comprenda tareas iguales o similares a las que realizan el resto de los trabajadores al servicio del contratante.

La reforma en este ámbito ha logrado frenar la práctica del outsourcing, si consideramos que mientras que, según cifras de INEGI, en 2010 19.7% de los trabajadores manufactureros dependían de una razón social diferente a la empresa donde se desempeñaban y para 2012 este porcentaje se incrementó a 21.7% y con la reforma para 2014 el ritmo de crecimiento se detuvo al grado de que ahora el 20.9% es contratado bajo esta modalidad.

Otros avances destacados de la puesta en marcha de la reforma se circunscriben a los temas de reducir la discriminación, ya que en lo que va de implementación se ha incrementado en 47 % la colocación en un empleo de personas con alguna discapacidad, pasando de más de 17 mil individuos en 2011-2012 a más de 27 mil en 2013-2014, según informa la Secretaría del Trabajo. Otro dato importante es la disminución en la tasa de ocupación Infantil, que, de acuerdo con el Inegi, se redujo en casi dos puntos porcentuales entre 2011 y 2013, pasando de 10.5% a 8.6%, lo que equivale a más de 540 mil niños y adolescentes que ya no trabajan.

En el caso de la generación de empleo, no nos debemos engañar y pensar que la sola modificación de la legislación laboral iba a generarlos. De hecho, como advertimos en su momento, el gran logro que podría alcanzar la reforma laboral y para lo que estaba diseñada, era la formalización de la ocupación ya existente, lo que se ha logrado, si bien no al ritmo esperado. Así, mientras que en enero de 2010 según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que conduce el Inegi, el 60.4% de la población ocupada se empleaba en el sector informal, para enero de 2015 se redujo a 58.6%, un magro avance si tomamos en cuenta que la informalidad es un lastre para la economía, pero sobre todo para el propio trabajador, que se encuentra sin seguridad social y sin posibilidades de un retiro digno.

Otro indicador de la formalización del empleo se deriva de los registros en el IMSS, los cuales indican crecimientos en el empleo formal a partir de la reforma, a ritmos de entre 3% y 4% anual, por encima del crecimiento de la actividad económica. Sin embargo, es de destacar que los empleos eventuales crecen a tasas de casi el doble, entre 6% y 8% sobre todo en los últimos meses, lo que no asegura estabilidad en la ocupación, sobre todo en el largo plazo.

Lo anterior nos muestra que la reforma laboral no es por sí sola la solución al problema ancestral que manifiesta el mercado laboral, en el que cada año se requiere que se generen más de un millón de empleos. Es evidente que sólo el conjunto de reformas estructurales actuando de manera coordinada podrán mostrar un cambio verdadero en el desarrollo económico del país; es urgente que todos trabajemos en ello.

Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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