Regresa Julio Camil a sus orígenes

Aun cuando el fotógrafo lagunero Julio Camil tiene varias décadas captando imágenes con su lente, nunca antes había expuesto en su ciudad natal. "Universo", una serie de veinte fotografías, que se convierten en una crónica de sus viajes por el mundo, hace parte de un ciclo que actualmente se exhibe en la Galería de Arte Contemporáneo del Teatro Isauro Martínez.

"Yo había expuesto en Madrid, Ciudad de México y otras partes, por eso está muestra fue un reto, fue reivindicarme con amigos, conocidos y familiares, que me conocían como muchas cosas menos como fotógrafo, así que también fue tratar de regresar a los orígenes con toda humildad", comentó Julio Camil.

La muestra permite al espectador conocer algo de lo explorado por el fotógrafo, en lugares del mundo que siempre le habían llamado la atención. Con una sensibilidad particular, Camil logra registrar no sólo paisajes con un contenido estético incomparable, sino las costumbres, creencias y modos de vivir de las personas que los habitan diariamente.

"Por ejemplo cuando estaba en El Cairo, me pasó algo curioso, un taxista me preguntó si me iba a quedar mucho tiempo, me contó que los egipcios tendrían una revolución, hablaba con tal determinación que parecía increíble, me quedé, y efectivamente me tocó ser testigo, a través de mi cámara, de la primavera árabe, uno de los sucesos políticos más importantes del Siglo XXI".

Luego de muchos años de ser testigo de procesos sociales de violencia, en El Salvador, Guatemala, y el mismo México, Julio Camil, decidió redireccionar su lenguaje y empezó a viajar para realizar fotografía de paisaje. Aunque previamente había realizado un trabajo importante con fotografía étnica, y retrato social.

"Esta exposición es también un homenaje póstumo a mi madre, quien me vio siempre viajar sin saber mucho sobre mi trabajo como fotógrafo. Siempre he trabajado en temas sociales, registrar el lado de las personas más oprimidas, por eso en cualquier país que voy, tomo ese registro, en los viajes recopilé mucho material de gran valor social".

Además del valor propio de la imagen, las impresiones de las veinte fotografías son impecables, algo de lo que estuvo pendiente el mismo lagunero, quien realizó este proceso en uno de los mejores laboratorios del país, donde cuidó detalle por detalle.

"En cada exposición le abres a los espectadores un universo enorme, sobre esos mismos lugares, los motivas, en una exposición que hice en Cuernavaca, tuve el comentario de una niña que me dijo que después de ver mis fotos, ya sabía a dónde quería ir cuando grande, eso fue algo que me llenó".

Consciente de que en cada imagen, no sólo se congela en el tiempo un espacio, sino que se deja parte del propio autor, el lagunero hace un particular énfasis en que siempre que se visita un espacio, hay que apartarse del formato de turista, para mezclarse con la gente, vivir como ellos, ya que así se descubre lugares que incluso son caminos que no están andados.

"Cuando tú ves a los demás detrás de una lente, te descubres a ti mismo, algo en ti que tienes escondido, eso como persona te enriquece, mi cámara es una llave, una herramienta para conocerme más a mí mismo, para expresar algo, cuando tomó una foto, también el espectador me descubre a mí".